Desmantelemos Garoña y no las renovables

Los activistas de Greenpeace que esta mañana han realizado una acción de protesta pacífica con un convoy de varios vehículos de obra en las puertas de la central nuclear de Santa María de Garoña simbolizando su desmantelamiento, lo hacen para mostrar el elevado riesgo que supone mantener una envejecida central y para ver si así Mariano Rajoy lo entiende.

Endesa e Iberdrola tenían que cerrar Garoña en 2013. Según ellos perdían 1.500 millones en concepto de lucro cesante, pero Mariano Rajoy prometió abrirla a cambio de que arrimaran el hombro con el déficit de tarifa.

Así comenzó la crónica de una prórroga anunciada que todavía no se ha podido llevar a cabo, a pesar de que el Gobierno ha hecho lo imposible para “animar” a las compañías eléctricas a solicitar la ampliación.

Este Gobierno puede hacer que la energía nuclear sea más insegura, rebajando la normativa de seguridad nuclear. Puede subvencionarla, quitándole impuestos como ha hecho con Garoña, o construyendo almacenes para sus residuos radiactivos. Pero lo que ni este Gobierno ni ningún otro pueden lograr es que sea competitiva, y eso es lo que Mariano Rajoy no quiere aceptar.

Lo que tampoco quiere ver el Presidente es que su intento de desmantelar las renovables, culpándolas del déficit de tarifa, tampoco es válido, porque no es cierto que sean las energías limpias las que lo causan, y porque estas sí que son competitivas. Para muestra un botón. La energía solar ha alcanzado ya una meta histórica: a finales del año pasado se conectó a la red una central solar que vende su electricidad al precio de mercado. Sin subvenciones, sin primas.

No nos olvidemos que Garoña tiene una orden de cierre definitivo confirmada por la Audiencia Nacional, y a pesar de la falta de responsabilidad del Gobierno en materia de seguridad nuclear por la aprobación el pasado 21 de febrero del Real Decreto que permitiría a Endesa e Iberdrola obtener una nueva autorización, el proceso de desmantelamiento debe realizarse de manera consecuente al cierre, ya que la planta está fuera del Sistema Integrado de Supervisión de las Centrales.

Además de envejecida, Garoña no ha sido evaluada para una hipotética ampliación desde 2009, y desde entonces han variado los criterios de seguridad a raíz del accidente de Fukushima, se han modificado los requerimientos ambientales para la utilización del agua de refrigeración procedente del Ebro y, además, ha cambiado su estado de funcionamiento, ya que permanece parada desde hace más de un año.

La mejor decisión es desmantelar Garoña y apoyar las renovables. No tenga duda, Señor Presidente.