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Apología de la protesta pacífica: de Rosa Parks a los 30 del Ártico
Rosa Parks tenía 42 años, era hija de un carpintero y una maestra de escuela. De profesión costurera, trabajaba como secretaria y ayudante en una asociación ciudadana de la comunidad afroamericana. Ese día, el 1 de diciembre de 1955, cogió un autobús público para volver a su casa, autobuses que estaban divididos por una línea: los blancos adelante y los negros detrás. La Sra. Parks, se sentó en un asiento del medio, que podían usar los negros si ningún blanco lo requería. Tras unas paradas, y una vez que los asientos se llenaron, el conductor ordenó a Park y otros tres afroamericanos que cedieran sus lugares a un joven blanco que acababan de subir. Los otros se levantaron, pero ella se negó a obedecer. La detuvieron, pasó la noche en el calabozo, fue acusada de perturbar el orden público y tuvo que pagar una multa de catorce dólares.
Nos hemos acordado esta semana de Rosa Parks. El gesto y la mirada de esta mujer cuando salió del calabozo aquel 2 de diciembre de 1955 debió de ser parecido al rostro y la firmeza de algunos de los “30 del Ártico” de Greenpeace que esta semana han salido bajo fianza de las cárceles rusas donde han permanecido dos meses por protestar contra la extracción de petróleo en el Ártico. Alegría, solidaridad y firmeza. Algunas activistas portaban a su salida de la cárcel un pequeño cartel improvisado donde se leía “Salvar el Ártico”. Ellas y ellos saben, como sabía Rosa Park, que cuando la ciudadanía se mueve, se mueve la comunidad..y entonces todo cambio es posible.
Tras la negativa de Rosa Parks, un educado (pero indignado) pastor bautista, Martin Luther King, organizó una oleada de protestas contra la segregación en los autobuses públicos de Montgomery que duró 382 días. La historia continúa y el final ya lo conocen. En 2013, y aunque queda mucho por andar (sobre los detenidos de Greenpeace pesan todavía graves cargos de piratería y vandalismo), la salida de prisión de los 30 del Ártico anticipa una lucha global que sólo puede acabar en la protección de esta región del planeta.
Pero también nos hemos acordado de Rosa Park porque esta misma semana leíamos en los periódicos que el gobierno de Rajoy prepara una reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana con el objetivo de acallar la protesta, la disidencia, la desobediencia... Precisamente la misma protesta que ha hecho moverse el mundo, que ha hecho posible el avance de los derechos civiles en Estados Unidos, permitió la independencia de la India, el derecho a voto de las mujeres, tantos y tantos conquistas, derechos laborales...La protesta pacífica ha sido el arma más poderosa e incruenta que ha permitido a las sociedades avanzar. Ahora quieren criminalizarla.
Como Rosa Park, en Greenpeace creemos que las cosas deben y pueden cambiar. Por eso hoy, sábado, nos hemos sumado a la manifestación convocada en Madrid por varios movimientos ciudadanos como el 15M, Democracia Real Ya o el Tribunal de Justicia Ciudadano. Estamos preocupados no sólo por la degradación ambiental, sino también por el grave deterioro social, la pérdida de derechos y la impunidad reinante ante los casos de corrupción política y económica. Y por el intento de acallar la protesta.
No vamos a aceptar el anteproyecto de Ley de Seguridad Ciudadana. No pueden criminalizar la protesta pacífica. La ciudadanía no lo va a permitir.