Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Mirar probetas en paños menores: así es la ciencia de las penosas fotos de recurso

Los científicos se mofan en Twitter de fotografías de recurso como esta

Lucía Caballero

Las batas blancas y los tubos de ensayo son dos de los elementos más representativos de los científicos en el imaginario social. Junto con probetas, gafas de protección y guantes, abundan en muchas de las fotos de investigadores que podemos ver en internet. Hasta aquí, todo correcto. La cosa se tuerce cuando estas mismas imágenes muestran a los académicos extasiados ante una rechoncha gallina, un frasco de un insólito color azul o convertidos en auténticos prestidigitadores de átomos.

Cuando la profesora de biofísica de la Universidad de California Nicole Paulk buscaba fotos de recurso para ilustrar una presentación, se encontró con un buen puñado de peculiares estampas que poco o nada tenían que ver con su trabajo. No dudó en tuitear su hallazgo —la imagen de un supuesto investigador observando fijamente un pedazo de hielo seco como si viniera de otro planeta— para descubrir que no se trataba, ni mucho menos, de un hecho aislado.

La química y bloguera estadounidense Yvette d’Entremont se encargó de ponerle nombre al hashtag que desde aquella primera publicación de Paulk se ha convertido en un fenómeno viral: bajo la etiqueta #BadStockPhotosOfMyJob#BadStockPhotosOfMyJob, científicos de todo el mundo llevan días compartiendo las fotografías de recurso que peor representan su trabajo. Todas ellas tan absurdas como hilarantes.

De líquidos azules y gafas con superpoderes

No solo llama la atención la variedad de frascos que muestran las imágenes que ilustran el mundo de la química y el laboratorio, sino también el amplio abanico de colores de las sustancias que encierran. Los hay rosas, amarillos y rojos, pero los investigadores siguen “completamente perplejos ante el líquido azul”, bromeaba la científica canadiense Rhiannon Moore, que contienen muchos de estos recipientes. Algunos de ellos, a juzgar por la expresión de quienes los sujetan, parecen incluso contar chistes.

Las medidas de seguridad que utilizan los supuestos investigadores de las fotos es otro de los factores que los científicos critican con sorna en Twitter. Según las imágenes, lo normal, si eres una experta en materiales, es que observes boquiabierta los tubos (esta vez con un fluido verde) que sostienes en las manos mientras llevas una redecilla en el pelo, pero ni guantes ni mascarilla.

Lo que no parece muy aconsejable, aun llevando guantes, es tocarse la cara si se manejan químicos peligrosos ni, evidentemente, darle un traguito a ese misterioso y fascinante líquido azul que parece inundar los frascos de cualquier laboratorio.

Las gafas, por su parte, además de servir de escudo para los ojos, parecen otorgar el poder de la supervisión: basta con mirar intensamente una placa para poder apreciar lo que normalmente exigiría un microscopio o bien “leer las etiquetas escritas con tinta invisible de los tubos”, según se mofaba otra tuitera.

Otros curiosos elementos que suelen abundar en las fotos de científicos —aunque cuesta imaginar en los laboratorios—, sobre todo cuando hay plantas, verduras o frutas de por medio, son los estetoscopios y las jeringuillaslas jeringuillas. Colocados sobre la raíz de un vegetal que crece directamente en un escritorio o, por qué no, sobre la corteza de un árbol, debe ser que los primeros captan los latidos de sus inexistentes corazones.

Quienes se dedican a estudiar y editar el ADN prefieren, no obstante, reírse de reproducciones de la doble hélice que giran en la dirección equivocada, observar directamente las hebras de material genético en los tubos de ensayo y cortarlas con tijeras como si estuviesen haciendo papiroflexia (¿no suele asemejarse la técnica CRISPR a unas tijeras genéticas?).

Y las cosas tampoco mejoran en lo que respecta a los ensayos de campo, donde destacan por su surrealismo las fotos de ingenieros ambientales, siempre cargados con un portátil en cualquier condición, no importa si se puede caer al río del que toman muestras. Eso sí, en el caso de que sean mujeres, siempre saben mantenerse impolutas y bien peinadasimpolutas y bien peinadas, al igual que las zoólogas.

Por supuesto, en lo bancos de fotos de recurso no podía faltar una sección dedicada a las científicas ligeritas de ropa, las típicas que sujetan matraces en cueros o visten la bata sin apenas nada debajo (pero llevan las gafas de superpoderes, claro).

No solo es cosa de científicos

Más allá del mundo científico, al divertido hashtag se han unido también profesionales de otros sectoreshashtag, como el tecnológico. Según las imágenes que circulan por internet, un hacker roba en la Red a punta de pistola (literalmente) y los expertos en datos trabajan con holograma o pantallas transparentes al más puro estilo Minority Report.

En robótica, “es muy importante que hagamos sexis a nuestros robots”, bromea el escritor británico Kate Devlin en un tuit, o bien que se trabaje codo con codo con ellos en inteligencia artificial. Los emprendedores, por su parte, suelen agitar los brazos en señal de alegría ante sus ordenadoresagitar los brazos o bien participar en carreras trajeados. Claro que nunca podrían ganar a los médicos de urgencias: ellos se llevan la palma en lo que a rapidez y prisas se refiere.

De profesores (siempre sonrientes) a bibliotecarios (si son mujeres, les debe de gustar ir en cueros), pasando por psiquiatras y arquitectos, la etiqueta #BadStockPhotosOfMyJob demuestra que las fotos de recurso sobre profesiones no solo representan situaciones inverosímiles, sino que pueden llegar a ser auténticas caricaturas de la realidad.

---------------------------------------------

La imagen principal de este artículo es propiedad de TheDigitalArtist

Etiquetas
stats