Auge, caída y resurrección de Waterloo, la ciudad natal de Blackberry
Al sureste de Ontario, en una de las provincias del norte de Canadá, se halla la ciudad de Waterloo. Un nombre que, además de recordar a la batalla de Napoleón y a una canción de ABBA, se conoce también por ser la sede de Blackberry, la antigua Research in Motion (RIM), fabricante del 'smartphone' que logró conquistar durante un tiempo a los usuarios de medio mundo.
La situación actual de Blackberry no es la deseable para una empresa. Desde 2011, los despidos y la venta de sus inmuebles en Waterloo han formado parte de las medidas que la compañía ha llevado a cabo en la ciudad para ajustar sus cuentas. No obstante, mientras Blackberry hace todo lo posible para salir a flote, en Waterloo todavía hay un hueco para grandes empresas tecnológicas.
Waterloo, cuna de 'startups'
Michael Wekerle es un financiero canadiense que ha amasado su fortuna invirtiendo en compañías de tecnología y medios de comunicación. Fundador de la banca de inversiones Difference Capital, en el país norteamericano se le conoce por su aparición en 'Dragon's Den', un programa originario de la BBC en el que un emprendedor tiene tres minutos para convencer a cuatro inversores para que pongan dinero en su idea.
En Waterloo, además, es conocido por hacerse con parte de los edificios que tenía Blackberry en la ciudad. Desde octubre, el financiero se ha gastado unos 47.9 millones de dólares (unos 44 millones de euros) en la compra de parte de los bienes inmuebles que la empresa canadiense poseía en su tierra natal.
Dueño ya de seis de las antiguas oficinas de Blackberry, la inversión forma parte de las operaciones que Wekerle está llevando a cabo para construir la Red de Innovación de Waterloo, el complejo que alojará a futuras 'startups' y empresas tecnológicas. “Es el comienzo de una localización que supone edificios que alojarán compañías de excelencia y centros de aprendizaje, lugares de trabajo y áreas residenciales y comerciales”, señalaba el financiero en una entrevista.
Las incubadoras, aceleradoras y centros de 'coworking' que pretende levantar Wekerle no distan demasiado de las que ya hay en Waterloo. Es el caso de Communitech, un centro de innovación que desde 1997 viene echando una mano a pequeñas, medianas y grandes empresas tecnológicas que ansían crecer, salir al exterior o recibir asesoría en cuestiones de I+D.
Según cuenta a HojaDeRouter.com Chris Plunkett, director de relaciones externas de Communitech, hoy en día el centro acoge a unas 120 'startups'. Un número que crece cada vez más. De acuerdo con la compañía, el año pasado en la región de Waterloo - compuesta por las ciudades de Waterloo y Kitchener - nacieron más de 450 'startups', cuatro veces más que en 2009. Algo que, según Plunkett, podría parecer un nuevo fenómeno, “pero en realidad siempre se han creado compañías tecnológicas en Waterloo”.
Sirva de ejemplo Miovision. Puesta en marcha en 2005, esta compañía ya cuenta con unos 60 empleados y oficinas en Francia, Alemania y Reino Unido. La empresa, dedicada a la venta de tecnología para analizar el tráfico de las ciudades, forma parte de las nacidas en la Universidad de Waterloo. Una institución educativa que, como recuerda Plunkett, se cuenta entre los principales responsables de la faceta emprendedora de los habitantes de la localidad.
Una responsabilidad que también le atribuye Kurtis McBride, máximo responsable de Miovision. “Waterloo tiene una verdadera tradición de innovación y de emprendimiento, y gracias a esa tradición tecnológica es muy fácil que la gente decida montar una empresa”.
Emprendedores de universidad
El pasado mes de enero, la prensa tecnológica local informaba acerca del interés de Huawei por reclutar ingenieros en el área de Waterloo. No resulta extraño. La Universidad de Waterloo se encuentra entre los 25 mejores centros para estudiar una ingeniería, por delante de otros tan conocidas como la Universidad de Yale o el Instituto de Tecnología de California (CALTECH).
Huawei no ha sido la única en volver sus ojos hacia la universidad canadiense en busca de talento. Microsoft, Google o Cisco forman parte de la lista de grandes compañías interesadas en los estudiantes de ingeniería de Waterloo. Una lista a la que también solía sumarse Blackberry. La forma en que dichas empresas entraron y siguen entrando en la universidad son los programas de prácticas.
Según nos cuenta Howard Armitage, fundador del Centro de Emprendimiento Tecnológico CONRAD de la institución, “en la Universidad de Waterloo tenemos el programa de colaboración más grande del mundo”. Durante los cuatro años que dura una carrera, los estudiantes entran varias veces a trabajar en una empresa. Según explica Armitage, de esta forma, el 65% de los estudiantes tienen la oportunidad de ver cómo funciona de verdad una compañía.
También sirve para que alumnos sean testigos de los problemas y necesidades que afrontan las empresas. Un aprendizaje que motiva a muchos a crear 'startups' que ofrezcan soluciones a sus dilemas. Precisamente, así fue cómo nació Miovision. En sus años de estudiante, McBride hizo prácticas en una empresa de gestión de tráfico. “Cuando volví a la universidad, tenía que hacer un trabajo final para graduarme y decidí usar un pequeño 'software' que contabilizara mejor el tráfico”.
El programa de colaboración con empresas no es la única herramienta que emplea la universidad para crear emprendedores. Armitage es el fundador de CONRAD, un centro que persigue inspirar a los estudiantes para que decidan montar una 'startup', educarles para ello y ayudarles a desarrollar su idea. La forma de hacerlo pasa por unos cursos, un espacio donde los alumnos pueden trabajar y una aceleradora. “Ya sé que parece publicidad”, afirma el responsable, “pero la aceleradora de la universidad ha lanzado miles de 'startups' y eso muestra la alta actividad emprendedora de la zona”.
'Startups' en Waterloo, ¿desde ahora o desde siempre?
Muchos de los emprendedores que pasan por Communitech proceden de la Universidad de Waterloo, de ahí que el perfil de la mayor parte de los fundadores de 'startups' tienda a ser bastante técnico. “Cuando los emprendedores terminan sus estudios y quieren poner en marcha sus propios negocios, ya tienen bastante conocimiento tecnológico”, explica Plunkett. “Ese es uno de los casos que mejor funcionan porque ya entienden lo que necesitan otras compañías”.
La robótica, los 'wearable', el tradicional B2B (servicios que una empresa ofrece a otra) o plataformas educativas son algunos de los negocios que suelen desarrollar las 'startups' en Waterloo. Negocios que apoyan inversores privados y que reciben incluso ayudas del gobierno canadiense. El año pasado, por ejemplo, este último destinó a la comunidad emprendedora un fondo de 200 millones de dólares (185 millones de euros) para invertir de forma indirecta en 'startups' en fases temprana y media de su crecimiento.
Mientras en 2011 Blackberry despedía a miles de trabajadores de sus oficinas, las 'startups' de la ciudad aprovechaban la oportunidad para reclutar el talento que perdía el gigante. Miovision, de nuevo, fue una de las compañías que contrató a antiguos empleados de Blackberry. Communitech, además, ofreció un par de cursos sobre emprendimiento a aquellos ingenieros despedidos que querían montar su propia empresa.
Puede que el gigante eclipsara a las 'startups' que nacían con ideas prometedoras bajo el brazo, pero, como señala McBride, “Blackberry situó Waterloo en el mapa como el lugar donde era posible crear una gran compañía”.
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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de Andre Recnik, Maria Ly y BitchBuzz