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Sobre este blog

Un blog sobre leyes y tecnología por y para iLetrados digitales. Derecho para todos los públicos de la mano de Jorge Campanillas, Marina Franganillo, Miriam García, David Maeztu, Jorge Morell, Andy Ramos, Ruth Sala, Alejandro Sánchez, Alejandro Touriño y Roberto Yanguas.

Cuando buscar en Google se convierte en un delito

¿Podría considerarse delito una inocente búsqueda en Google?

Marina Franganillo

Aunque solo sea por curiosidad, es muy probable que alguien que conozcas haya realizado alguna búsqueda en internet sobre temas de cuestionable legalidad. De forma totalmente inocente, claro. Lo que resulta menos probable es que, antes de hacerlo, se hayan preguntado si por esa acción se les podría imputar algún delito: ¿podemos ser perseguidos por haber realizado una consulta a Google?por haber realizado una consulta a Google

La realidad es que, a priori, no. Una mera búsqueda no supone por sí sola la comisión de un delito. La explicación es sencilla: para cometer un delito habría que llevar a cabo la acción correspondiente descrita en nuestro Código Penal, y una inocente consulta en internet no se encuentra entre esas acciones tipificadas por mucho que pudiera aportar información sobre cómo llevar a cabo un delito.

Como siempre, hay matices. Esa búsqueda en Google - o cualquier otro buscador - no sería delito si todo se queda ahí. Lo cierto es que nuestro Código Penal prevé que serán condenables “el delito consumado y la tentativa de delito”, esto es, tanto el delito en sí como la realización de las acciones previas necesarias, aunque finalmente el resultado no se produzca por circunstancias ajenas a la voluntad del proyecto de delincuente.

Es decir, si indagásemos en Google sobre cómo secuestrar a alguien o buscásemos la forma de saltarnos ciertas medidas de seguridad no estaríamos cometiendo un delito, siempre y cuando todo quedase en una forma de saciar la curiosidad o en una fantasía del internauta. Distinto será el caso si mediante una búsqueda a través de internet se llega a ir más allá.

¿Dónde empieza el delito?

La línea que separa una búsqueda inocente de una que pueda ser considerada delictiva es realmente fina. Buen ejemplo de ello es la pornografía infantil. El hecho de buscarla - aunque los motivos sean más que cuestionables - no es delito. A pesar de ello, en determinados países (como Argentina) Google advierte a los internautas que se adentran en esa oscura cara de internet de que, mediante la consulta realizada, se puede llegar a obtener material ilegal.

De la misma forma, Google advierte a los internautas españoles que buscan servicios sexuales en la Red de que podrían estar contribuyendo a un delito de trata. Buscar no es delito (como no lo es recurrir a los servicios de una prostituta en España), pero sí se podría terminar colaborando con la trata de blancas.

En pricipio, el internauta que busca no sería responsable. En el caso concreto de la pornografía infantil, lo sería quien la ha creado, producido y/o distribuido. Sin embargo, si al acceder a este material el usuario lo descargase en su ordenador, su búsqueda sí habría desembocado en un delito tipificado en el Código Penal.

Lo mismo sucede con cualquier otra búsqueda sospechosa. Preguntarle a Google qué hay que hacer para secuestrar a una persona o cómo reventar una caja fuerte no es delito. A partir de ahí, todo dependerá de lo que el usuario decida hacer con la información obtenida. La diferencia entre dejarlo ahí o dar un paso y llevarlo más allá (o intentarlo) es la clave para determinar si una búsqueda es o no delito (o forma parte de una tentativa).

Conspiración y proposición

También hay que tener en cuenta que hay ciertas conductas penadas que podrían tener que ver, y mucho, con una búsqueda. Son la conspiración, la proposición y la provocación.

Con la primera, dos o más personas acuerdan (con intención) cometer un delito. El segundo caso tiene lugar cuando alguien que tiene intención de cometer un delito invita a otra persona a participar. Por su parte, la provocación supone incitar a otros a cometer un delito.

Así, el problema de la búsqueda en internet volvería a ser exactamente el mismo. Si a través de Google entramos en algún rincón sospechoso de internet y no hacemos nada que esté penado, no habría problema. Sin embargo, si a través de esa búsqueda nos ponemos en contacto con otras personas y acordamos o les proponemos cometer un delito, sí podríamos estar ante una de esas conductas recogidas en nuestro Código Penal.

En cualquier caso, una búsqueda continuada sobre un tema determinado puede levantar sospechas, dar indicios de la intención de cometer un delito próximamente o incluso de que se ha cometido y se pretende ocultar. Es lo que le pasó a una familia en Reino Unido que, ansiosa por cobrar la herencia del abuelo, decidió acabar con él. Como no sabían cuál sería la forma más efectiva de hacerlo, buscaron en Google cosas tales como “cómo matar a una persona”, “diez maneras de matar a alguien sin dejar rastro”, “¿puedes matar a alguien con un puñetazo?” o “la forma más sencilla de matar a una persona mayor”. Tras varios intentos fallidos, decidieron atacarle, pero el anciano, de 89 años, sobrevivió.

Sus lesiones hicieron que la policía sospechara después de tener claro que no había sido un accidente. La investigación posterior incluyó un análisis de los ordenadores de todos los miembros de la familia, cuyos historiales de búsqueda terminaron por delatarles: finalmente, la familia fue acusada de conspiración.

Está claro que siempre es mejor no preguntarle a Siri dónde esconder el cuerpo.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Global Panorama, Cuerpo Nacional de Policía y Dean (leu)

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