El nombre de Tracy LaQuey Parker es desconocido para la mayoría, pero ella es una más de las pioneras de internet. En su trayectoria hay una serie de hitos de los de quitarse el sombrero: publicó el primer best seller sobre la Red, lo colgó para su descarga gratuita y fue la primera persona que llevó a juicio a un spammer y, encima, lo ganó. Y todo ello después de estudiar informática por intuición.
Cuando terminó el instituto, Parker no sabía en qué carrera matricularse y se decidió por los unos y los ceros, “porque me imaginé que algún día, pronto, estaría todo tocado por los ordenadores”, cuenta a HojaDeRouter.com. Los años 80 acaban de estrenarse y sus compañeros de instituto solo tenían un ordenador TRS-80 en el aula, con el que se turnaban para escribir programas simples en Basic.
Nacida en Canadá pero ciudadana estadounidense, se graduó en la Universidad de Texas y trabajó un par de años como ingeniera de sistemas, “pero estaba muy aburrida”. Llamó a un amigo que trabajaba en el Computation Center de la universidad y que le habló de algunas innovaciones que habían surgido tras su marcha: “Me habló de cómo podía mandar correos electrónicos a personas de todo el mundo. Eso me sonó más interesante que lo que estaba haciendo”.
Por ello, comenzó a presentarse a todas las entrevistas para puestos de trabajo en la institución hasta que consiguió uno. En su primer día, en 1988, ya se las apañó para mandar un correo a un amigo que vivía en California. “Después de eso me enganché por completo. ¡He sido adicta desde entonces!”, asegura. No le importó aceptar un trabajo con menor sueldo por adentrarse en ese mundo que tanto la apasionaba.
Por aquel entonces, los ordenadores conectados eran apenas unos miles y era imprescindible tener conocimientos informáticos para trabajar con ellos. “No había mucha información introductoria, así que tenías que resolver las cosas por ensayo y error, preguntando a otras personas... Era un mundo basado en texto, sin interfaces gráficas. A pesar de eso, era increíblemente sorprendente y poderoso”, recuerda.
Pronto pensó que la Red lo cambiaría todo y se convirtió en una “evangelista de internet”, contando a todo el que podía las maravillas del nuevo invento. Por entonces, pocos podían visualizarlo como ella, “y no les culpo, ya que había una curva de aprendizaje empinada no solo para saber cómo conectarse, sino también para usarlo”. Y como evangelista autoproclamada, se propuso cerrar la brecha a base de libros.
Suyos son The User’s Directory of Computer Networks y The Internet Companion. El primero, de 1988, recibe el nombre de uno de los documentos que Parker tenía que actualizar en su trabajo (algo así como Directorio de redes de ordenador para el usuario en español), pero que solo daba información sobre las redes estatales. Pensó que, como internet era global, había que elaborar un documento que incluyera las redes académicas y de investigación de todo el planeta. Y a ello se dedicó.
“Fue muy divertido para mí conocer online a ingenieros, gestores y directores y pedirles a todos que aportaran una reseña de sus redes”, explica Parker. La recopilación y la edición fueron muy rápidas, “demostró el poder de la colaboración en línea”. Tras terminar, imprimió algunas copias y las distribuyó en un congreso estatal de redes que se celebró en Texas. Uno de sus compañeros le presentó a un editor, que le explicó su interés por distribuir el directorio. “No recuerdo el número exacto que vendieron, pero estaban sorprendidos por el interés en él”.
15.000 descargas en un fin de semana
En cuanto a The Internet Companion (1992)The Internet Companion, el germen también tuvo lugar mientras trabajaba en la Universidad de Texas. En aquel momento formaba parte de la oficina de telecomunicaciones del centro, donde se construía y gestionaba el entramado que conectaba la mayoría de las redes del estado. Eran comienzos de los 90 y la región tenía ya una legislación pionera, concebida para promover la creación de una estructura que los profesores pudieran usar.
Antes de que existiera la World Wide Web, Parker diseñó un sistema basado en texto para acceder a FTP o servicios de correo electrónico, pero también un lugar al que acudir para buscar ayuda y seminarios para enseñar a los docentes a usar el sistema. Todo esto se completó con viajes a colegios de todo Texas, hasta los rincones más remotos, para mostrar las bondades de internet a los claustros, con los que se reunía incluso en cafeterías.
“Recuerdo pensar: 'Tiene que haber un libro que explique esto'”, rememora Parker. Y justo entonces recibió la llamada de una agente editorial que, precisamente, había detectado esa necesidad. La ingeniera se puso a escribir un manual con el nada sencillo objetivo de mostrar el funcionamiento de internet de forma comprensible.
En su primer fin de semana, The Internet Companion, que contaba cómo utilizar el nuevo invento e incluso hacer negocios con él, fue descargado gratis 15.000 veces, un récord para la época. Sí, 15.000 descargas gratuitas: The Internet Companion fue subido a la Red para su distribución libre en una iniciativa pionera. Parker explica que hubo varias razones para ello. “Una era ser la primera persona en hacerlo. Había muchos artículos libres online, pero nadie había escrito un libro vendible en librerías y que estuviera disponible en línea y gratis”, se enorgullece. También, porque se decepcionó con la labor de la editorial: “No estaba convencida de que internet iba a ser tan grande como le decíamos. Pensaban que tenía una audiencia académica limitada, así que promocionarlo no era una gran prioridad para ellos”.
Uno de los editores, asegura, intentó “concienciarme con cuidado” de que los autores siempre pensaban que sus libros venderían más de lo que en realidad vendían. Parker, que se había quedado con los derechos electrónicos del libro al firmar el contrato, no estaba de acuerdo: pensaba que lanzar el libro en internet captaría la atención de más personas y generaría más ventas.
Al principio, pusieron solo tres capítulos a disposición del público en un servidor FTP, y el resto se fue publicando en intervalos. “Para ser sincera estaba asustada, con la esperanza de que esto nos ayudara a vender más libros. Por fortuna fue así”, explica más de 25 años después. De la primera edición se vendieron 100.000 copias. Hubo una segunda edición y traducciones a varias lenguas, y Parker calcula que en total se vendieron unos 200.000 ejemplares.
Como curiosidad, algunos informáticos se quejaron de que hubiese explicado la Red de forma fácil para que todos entendieran cómo usarla. “Había un sentimiento muy anticomercial en ese momento”, rememora. En una ocasión, un colega le dijo en tono peyorativo que internet se estaba volviendo “demasiado turístico”.
Tras publicar el libro, Parker cambió de trabajo y entró en Cisco, donde recorrió escuelas y universidades para demostrar que internet podía ser una buena herramienta para la educación. Fue allí, en 1993, donde conoció el navegador web Mosaic, uno de los primeros de la historia. En cuanto lo vio, animó a su empresa a desarrollar su propia página web. En 2006 salió de la compañía y participó en una iniciativa nacional para replicar un programa de enseñanza de ciencias y matemáticas de la Universidad de Texas para universidades de todo el país.
Además de su currículum laboral y editorial, Parker tiene otro hito vital: fue la primera persona que demandó con éxito a un spammerla primera persona que demandó con éxito a un spammer, en 1997, después de recibir miles de mensajes en apenas una noche. Lo más interesante de la historia es que se encontró cara a cara con su acosador, Craig Nowak, un estudiante universitario de San Diego (California). Conocía su dirección física para mandarle documentos, aprovechó un viaje de negocios que tenía que hacer allí y acudió a su apartamento. “Él negaba ser Craig Nowak, pero alguien que estaba fuera me dijo que era él. ¡Fue muy siniestro!”. Se siente orgullosa de la demanda: “Era lo correcto y alguien tenía que plantarse contra esta actividad”.
En la actualidad, es consultora en su propia empresa, colabora en organismos sin ánimo de lucro y está muy pendiente del futuro de nuestra seguridad en la Red, con, por ejemplo, el impacto de la internet de las cosas sobre nuestros datos, aunque también le maravilla cómo los wearables podrán monitorizarnos para detectar enfermedades. Por ello, y aunque de momento no se plantea publicar ningún otro libro, sentencia: “Nunca digas nunca jamás”. Quizá la autora del primer superventas de internet nos sorprenda en un futuro. Siempre habrá tecnologías nuevas que explicar a los menos iniciados.
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Las imágenes han sido cedidas por Tracy LaQuey Parker