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La emprendedora que dejó Apple en los 90 para fundar un imperio de las PDA

Donna Dubinsky y Jeff Hawkins, los artífices de las exitosas PalmPilot

Cristina Sánchez

Un organizador personal para guardar contactos, programar eventos o escribir notas, capaz de sincronizarse con el ordenador y que, como remate, cabía en el bolsillo. ‘Smartphone’ en mano, ese dispositivo nos serviría ahora de poco. Sin embargo, en 1996, los PalmPilot eran toda una revolución: se vendieron un millónse vendieron un millón en tan solo 18 meses.

Detrás de ese éxito estaba una visionaria que, aun sin carrera de ingeniería, adivinó lo que deseaban tener los usuarios entre manos. “Cuando creamos Palm, no estábamos seguros de todas las aplicaciones que tendría esta tecnología, pero estábamos seguros de que tendría muchas”, cuenta Donna Dubinsky a HojaDeRouter.com.

No era la primera vez que esta emprendedora acertaba en sus pronósticos. Cuando estudiaba un máster en la Harvard Business School, le enseñaron VisiCalc, un precursor de Excel para el Apple II. Cuando lo vio, quedó fascinada por aquel ordenador, el primero de producción masiva de los de Cupertino. Tanto es así que se propuso trabajar en la firma de la manzana mordida aunque no tenía ni idea de informática.

Lo consiguió poco después, asumiendo funciones de ‘marketing’, distribución y ventas de aquellas máquinas pioneras. “Todo estaba por inventar, todo... El ordenador en sí mismo y el ‘software’, pero también la forma de distribuirlo, cómo proporcionarle soporte y cómo enseñar a la gente”. Así, sin siquiera “conocer las diferencias entre el ‘hardware’ y el ‘software’”, Donna Dubinsky aterrizó en Silicon Valley para quedarse allá por 1981.

La encargada de logística que se enfrentó a Steve Jobs

Era alguien con grandes ideas, ideas que cambiaban el mundo, una extraordinaria visión y creatividad”. Aunque Dubinsky se deshace en halagos a la hora de hablar de Steve Jobs y describe como “muy inspirador” haber podido trabajar con él, no se amilanó a la hora de enfrentarse al cofundador de Apple cuando solo ocupaba un mando intermedio en aquella compañía.

Ya que lo de vender ordenadores personales era toda una novedad, y para colmo la pantalla o el disco duro no estaban incluidos en la caja del Apple II, los de Cupertino facilitaron la tarea a los vendedores creando sus propios centros de distribución. Sin embargo, con el lanzamiento del novedoso Macintosh —cuya caja ya incluía todo lo necesario—, Jobs quiso optar por una nueva estrategia que conllevaba cerrarlos. Aún quedaban muchos Apple II que vender en aquel momento, así que Donna, convencida de que la decisión de Jobs “no tenía sentido”, amenazó con dimitir.

Su rebeldía no hizo que la despidieran. Por el contrario, Donna acabó siendo ascendidasiendo ascendida, aunque ella misma reconoce que aquel exigente visionario no pasaba por su mejor momento. En 1985, poco después de aquella discusión, Steve Jobs se marchó de la compañía presionado por John Sculley, el segundo CEO de Apple.

Dirigiendo PalmPilot, un enorme éxito de bolsillo

Dubinsky asumió las riendas del ‘marketing’ internacional de ClarisClaris, una compañía de desarrollo de ‘software’ subsidiaria de Apple. Al frente de aquella empresa estaba el recientemente fallecido Bill Campell, ‘coach’ de los mismísimos Steve Jobs, Larry Page o Jeff Bezos y mentor de Donna Dubinsky por aquel entonces. Eso sí, después de que la firma de la manzana mordida no permitiera que Claris fuera una compañía independiente, Donna decidió marcharse. Necesitaba nuevos aires tras una década ligada a Cupertino.

Quería crear algo desde cero. Sabía que mis puntos fuertes no eran la parte de producto, tecnológica y de ingeniería, pero tenía fortalezas en otras áreas como ventas, ‘marketing’ o administración”, detalla esta emprendedora. “Quería encontrar un compañero de negocios que realmente trabajara y creara la siguiente generación de productos informáticos”.

Aunque la misión de Donna suene casi imposible, tuvo “una suerte extraordinaria”. Encontró rápidamente a ese compañero de aventuras, al que atribuye las mismas cualidades que al mismísimo Steve Jobs. Jeff Hawkins, un ingeniero obsesionado con la neurociencia, le mostró un Sony PTC-300 Palmtop, una primitiva PDA japonesa que no llegó a desembarcar en el mercado occidental.

“Esto no va a estar solo en tu escritorio, va a estar en tu bolsillo, va a ser capaz de hacer un montón de cosas que no puedes imaginar hoy”, le dijo a aquella emprendedora. Ella le creyó y llevan trabajando juntos desde aquel 1992 en que fundaron Palm.

Dubinsky, CEO de Palm, necesitaba financiación para desarrollar aquel invento, así que decidió vender la firma a US Robotics por 44 millones de dólares (61 millones de euros de hoy en día, teniendo en cuenta la inflación), buena muestra de las altas expectativas en la firma. En 1996, se lanzaba al mercado la primera PalmPilot.

Para entonces, Apple ya había fracasado con su Newton, la criticada PDA que vio la luz en 1993, el último año en el que John Sculley estuvo al frente de Apple. El pésimo funcionamiento de su sistema de reconocimiento de escritura, parodiado hasta en ‘Los Simpson’, fue uno de los motivos del descalabro.

Newton estaba intentando ser un ordenador autónomo para olvidarse del ordenador y PalmPilot fue concebido como una necesidad para el ordenador”, subraya Dubinsky. “Eso hacía que fuera muy diferente en varias dimensiones: era más pequeño, más barato, más rápido, más útil... Y ninguna de esas características son aplicables a Newton”.

Dubinsky consiguió así que su asistente personal digital venciera al del gigante informático en el que se había curtido. Se convirtió en la PDA más vendida y en el dispositivo informático con la adopción más rápida de cuantos se habían fabricado hasta la fecha, según el Computer History Museum. “Fue un tiempo emocionante. Era fantástico caminar por la calle y ver a la gente trabajando en tus productos. Fue realmente divertido”, recuerda Dubinsky.

De los ‘smartphones’ al 'machine intelligence'

En solo tres años se vendieron cinco millones de PalmPilotscinco millones de PalmPilots. Eso sí, ni Hawkins ni Dubinsky trabajaban en Palm para entonces. 3Com compró US Robotics y los fundadores decidieron emprender otra aventura por sus discrepancias con los nuevos directivos.con los nuevos directivos La llamaron Handspring y su primer producto fue Visor, un dispositivo de mano que, paradójicamente, competía con los de Palm.

También trabajaron en la evolución natural de las PDA: los ‘smartphones’. “Cuando comenzamos Handspring, sentíamos que la oportunidad definitiva eran los dispositivos conectados”, señala Dubinsky. Basándose en el sistema operativo de Palm, mezclaron las cualidades de sus anteriores dispositivos de mano con las de un teléfono para crear en 2002 Treo, que permitía mandar tanto SMS como correos electrónicos y compitió con las primeras Blackberry.

Handspring acabó en manos del gigante Palm al año siguiente. Sin embargo, con el paso del tiempo, Palm no pudo competir con Blackberry, Apple con sus iPhone o los dispositivos Android. “[El fracaso] tuvo mucho que ver con los infortunios de la estructura corporativa en la que estábamos integrados en ese momento”, defiende Dubinsky.

La compañía de la manzana mordida intentó quedarse con aquel gigante, aunque fue HP la que pagó en 2010 la friolera de 1.000 millones de dólares (el equivalente a casi 1.000 millones de euros en la actualidad) para zamparse a la empresa que había revolucionado el mercado de los ordenadores de bolsillo. Pese a que Dubinsky se mantuvo en el consejo de administración prácticamente hasta esa fecha, en realidad Hawkins y ella llevaban años trabajando, una vez más, en la tecnología que creían iba ser el futuro.

El informático no había dejado de estudiar los misterios del cerebro durante los años que dedicó al desarrollo de los pequeños dispositivos. En 2005, Dubinsky y él fundaron su tercera compañía juntos, Numenta. Numenta.Especializada en ‘machine intelligence’, sus metas son mucho más ambiciosas que el desarrollo de un nuevo aparato de bolsillo. Hawkins aspira, en esencia, a replicar el funcionamiento del neocórtex, la capa externa del cerebro, en las máquinas.

Poco se ha sabido de su trabajo hasta hace un par de años, cuando comenzaron a hacer públicos sus primeros algoritmos que imitan el funcionamiento del cerebro y han atraído ya a empresas como IBM. “Nuestro objetivo en la compañía no es el aspecto comercial ni tampoco el aspecto de solución final; nuestro objetivo es desarrollar la siguiente generación de esta tecnología”, señala Dubinsky. Al fin y al cabo, fijarse retos ha sido su parte del trabajo desde que empezó a colaborar con Hawkins hace más de dos décadas, en una travesía de la que ahora se enorgullece.

“Hay muchas grandes ideas que pueden haber tenido un gran impacto en el mundo y es muy interesante haber trabajado en ellas antes de que otra gente se diera cuenta de que eran importantes”, valora Dubinsky. “Puedes mirar hacia atrás y pensar ‘¡qué fácil!' Ordenadores, PDA, ‘smartphones’... Pero, créeme, no era fácil ni obvio en ese momento”. Aunque ahora no podamos vivir sin un teléfono inteligente, darse cuenta de que llegaríamos a tener esa necesidad supuso mucho esfuerzo.

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Todas las imágenes que aparecen en este artículo son propiedad de Donna Dubinsky

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