En 1880, Alexander Graham Bell, padre del teléfono, dio a luz a otra criatura, el fotófono. Para él se trataba de su creación más importante, aunque haya quedado relegada a un segundo plano por culpa de su hermano mayor. Más de un siglo después, el fotófono vuelve a reivindicar su espacio.
El invento de Bell (que desarrolló junto a su entonces asistente, Charles Sumner Tainter) permitía la transmisión de sonido a través de rayos de luz consiguiendo así deshacerse de los cables. De este modo, el genial inventor esperaba que su fotófono fuera usado para que los barcos se comunicaran en el mar y para acabar con la gran cantidad de líneas telefónicas que comenzaban a ocupar las calles.
En abril de 1880, en la Franklin School de Washington DC, Bell llevó a cabo junto con Tainter la primera llamada inalámbrica de la historia a una distancia de 213 metros. Tainter, desde el tejado, consiguió mantener una conversación con Bell, que estaba en su laboratorio escuchando.
Tras ésta, el científico emocionado declaró: “¡He escuchado un rayo de sol riendo, tosiendo y cantando! ¡Escuché a ese rayo recitando un elocuentísimo discurso!”. Sin embargo, esas grandes expectativas que Bell tenía puestas en su creación pronto se desvanecieron. El diseño del fotófono era muy sensible a las interferencias meteorológicas que fácilmente podían interrumpir la transmisión de la luz. Así que, al poco tiempo de patentar el invento, lo abandonaron demostrando que el proyecto era demasiado temprano para la época. El teléfono había ganado la partida...
Actualmente, parece que el profesor Harald Haas ha tomado el relevo que dejó Bell con el desarrollo de la tecnología Li-Fi, una alternativa al Wi-Fi que permite comunicarse en Red de manera inalámbrica y bidireccional a través de una luz de LED. Destierra, por tanto, la transmisión tradicional basada en la radiofrecuencia.
Así Haas, curiosamente desde el edificio de Alexander Graham Bell en la Universidad de Edimburgo de Escocia, ha desarrollado una tecnología mediante la cual podemos conectarnos a internet simplemente estando al alcance de un rayo de luz proveniente de una bombilla LED. Trata de imaginar por un momento lo que esto supondría. Las ramificaciones del invento son enormes, sobre todo con la internet de las cosas en pleno apogeo.
Además, se presenta como una gran alternativa de futuro teniendo en cuenta el cada vez más “congestionado” espectro de frecuencias. La presencia de luces en prácticamente cualquier lugar civilizado permite pensar en todo tipo de aplicaciones, como coches capaces de comunicarse entre ellos a través de los faros o alumbrado público que emita conexión a internet.
PureLiFi busca resolver el problema global de la disminución de la capacidad inalámbrica mediante el desarrollo y distribución de tecnología para redes de comunicación seguras, fiables y de alta velocidad que integran perfectamente los datos y las infraestructuras de servicios públicos de alumbrado y reducen significativamente el consumo de energía“, explica la compañía en su web.
Fundada en 2012, PureLiFi es una 'spin off' de la Universidad de Edimburgo, es decir, una empresa surgida en el regazo de la institución. Pese a que, de momento, gran parte de sus esfuerzos se han limitado a la investigación y a la realización de prototipos, lo cierto es que a principios de este año ya lanzó su primer producto al mercado: el Li-1st, el primer dispositivo que integra la tecnología Li-Fi.
De este modo, el Li-1st permite comunicarse en red a través de un sistema fotosensible adaptado a la emisión y recepción de los rayos de luz LED. De momento, la velocidad para transmitir datos es de 5 Mbps, pero puede llegar a alcanzar los 10 Gbps y cubre una distancia de hasta tres metros. Sin embargo, la principal debilidad de Li-1st es también su principal fortaleza: la señal no puede atravesar paredes, por ejemplo, por lo que se acaba con el riesgo de que alguien fuera del espacio en el que se encuentra el usuario intercepte los datos transmitidos. Eso sí, la interferencia de objetos sólidos también pueden afectar a la conexión. “Evidentemente, si bloqueas la luz por completo, no funcionará”, apunta Haas. “Aún así, es muy difícil interrumpir un rayo de luz”.
Para compensar esta desventaja, el creador señala el gran número de aplicaciones que se derivan de poder conectar todos los dispositivos que dispongan de una luz LED a internet, presentándose además como una buena alternativa para aquellos lugares donde existe una mayor preocupación por la seguridad como bancos o sedes gubernamentales.
De momento, el profesor asegura que la tecnología está siendo probada por un fabricante de aviones como solución para proporcionar internet a los pasajeros en sus aeronaves. “Las aerolíneas están muy interesadas ya que además supondría un ahorro de peso y de cables que generan rigidez en los asientos”, explica Haas.
Por otra parte, Li-Fi podría ayudar a la instalación de conexiones bajo el agua, ya que se podría acceder a la Red a través de un LED. “Li-Fi es la creación de una nueva industria”, afirma el científico. “Es algo que creemos que es grande, y la razón de ello es que vemos una gran variedad de aplicaciones”.
De momento, para tratar de impulsar las investigaciones, PureLiFi está buscando el apoyo de grandes fabricantes e inversores. Aunque el profesor admite que hay obstáculos por superar, asegura que Li-Fi creará una industria muy potente y será una alternativa al Wi-Fi en el futuro.
Parece que el sueño de Graham Bell cada día está más cerca.
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Las imágenes de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de Biblioteca de la Facultad de Derecho y Ciencias del Trabajo (y 2), PureLifi.com y Ad Meskens