Un juguete visionario: el Ordenador español que se coló en las casas de los 70
Por muy magos que sean, hace más de cuatro décadas difícilmente Melchor, Gaspar y Baltasar podían imaginar que dejarían en las casas robots educativos, tabletas y hasta relojes inteligentes para los niños del futuro. Al fin y al cabo, a principios de los años 70 ni siquiera los ordenadores personales habían llegado a los hogares. Sin pantalla ni teclado, aquellas máquinas comenzaban a hacerse un hueco en las empresas españolas gracias a gigantes como IBM o a compañías patrias como Telesincro.
Por eso resulta sorprendente que los Reyes Magos no solo llenaran las casas de los pequeños con peonzas, balones o muñecas Famosa dirigiéndose al portal en aquella época. Algunos chiquillos pidieron en la carta a sus Majestades de Oriente el que sería su primer ordenador. Eso sí, era de juguete.
El educativo ordenador Airgam
“Ordenador Airgam, un juguete de hoy para los niños de hoy”, pregonaba la voz en ‘off’ del anuncio para televisión de un aparato que, según su caja, era “un ordenador electrónico con baterías”. Obviamente, aquel invento destinado a los niños no era una potente máquina para realizar complejos cálculos.
El niño introducía una ficha en el aparato, que le planteaba una pregunta y varias posibles respuestas. Gracias a unas teclas de colores, debía seleccionar la correcta. Si afirmaba que la cabra era “la pareja de la oveja”, por ejemplo, una luz y un pitido le indicaban que se había equivocado.
“Se hablaba de los ordenadores, así que se nos ocurrió hacer un ordenador”, explica Jordi Magrià, cofundador de la desaparecida Airgam, a HojaDeRouter.com. “Fue un artículo muy sencillo porque no tiene nada que ver con un ordenador de los que existen ahora, pero el nombre sí que llamaba la atención”.
De hecho, el juguete parecía inspirado en el diseño de aquellas máquinas estadounidenses de las que Jordi Magrià y su hermano Josep habían oído hablar. Al igual que su juguete, los primeros miniordenadores se comunicaban con el usuario a través de las luces de su panel frontal y usaban unidades de cinta magnética como las que aparecían dibujadasusaban unidades de cinta magnética en el suyo.
El ordenador infantil comenzó a venderse en 1971, según figura en un folleto que recoge la historia de Airgam escrito por el ya fallecido Josep Magrià. Uno de los pocos ejemplares lo conserva el coleccionista Luis V. Bagán, que vivía precisamente al lado de la fábrica de Airgam en Hospitalet de Llobregat y que ha creado el blog Airgam Boys para contar historias sobre la compañía.
Aunque el cofundador de Airgam señala que su Ordenador “se vendió bien”, reivindica que en aquella época “los juguetes educativos se vendían muy poco”. Luijuas, uno de los creadores de la web El Cuartín del Juguete, fue uno de aquellos niños que se divirtieron respondiendo a cuestiones de conocimiento general —desde identificar la provincia española que produce más aceitunas a determinar en qué año lanzaron los rusos el primer Sputnik— con su Ordenador Airgam.
Por entonces, no sabía qué era un verdadero ordenador, pero el término le sonaba “a futuro”. Años después quiso recuperarlo, pero no lo encontró en su casa. Decidió comprarlo de segunda mano para conservar un ejemplar de aquel juguete que tanto le había entusiasmado.
Los hermanos que fabricaban juguetes de plástico
Los Magrià habían fundado su empresa juguetera, a la que pusieron por nombre las letras de su apellido en sentido invertido, en 1954, mucho antes de fabricar aquel Ordenador. Comenzaron vendiendo vehículos “de plástico blando que no se rompían”,vehículos todo un avance frente a los tradicionales juguetes de madera. “En España en aquellas fechas no había nada. Entonces, como empresarios que éramos, vimos la oportunidad de hacer juguetes y empezamos a hacerlos”, recuerda Jordi.
A principios de los 60, comenzó a celebrarse en Valencia la Feria del Juguete. Los hermanos Magrià acudieron para ofrecer sus productos, lo que les ayudó a crecer rápidamente: “De un año a otro vendíamos el 50 % más”.
Al igual que aquel ordenador de juguete, muchos otros productos de Airgam estaban inspirados en inventos que se estaban poniendo de moda. “Siempre había estado la guitarra española, no había ningún otro tipo de guitarra en España, y cuando vino la euforia de la guitarra eléctrica [...] nosotros vimos la oportunidad”, destaca Magrià. Así que crearon una guitarra Gran-Twist electrónica para que los pequeños hicieran sus primeros pinitos en el mundo de la música.
Milloncete, una suerte de máquina de ‘pinball’ adaptada a los más pequeños, fue otra de sus obras más famosas. De hecho, llegaron a construirse varias versiones: Piratas, Blancanieves, Voleibol o “Gran Futbolcete” con “marcador móvil y portero automático ”.
A mediados de los 70, Airgam lanzó Míster Chips, un “computador”“computador” —los términos computador y ordenador aún convivían en la época, aunque el galicismo se acabara imponiendo— que servía para aprender idiomas, mucho más moderno que su predecesor. “El mercado nacional sí fue un éxito, se vendían mucho mejor porque casi no entraban juguetes extranjeros”, destaca el cofundador de Airgam.
La fábrica de Hospitalet de Llobregat cada vez necesitaba más empleados para diseñar las maquetas, crear los moldes y fabricar esos productos que debían tener listos con mucho tiempo de antelación para que los Reyes Magos los distribuyeran.
“Si tenías la oportunidad, en el mes de febrero, que es cuando se celebraba la Feria de Valencia, podías obtener pedidos para las fechas de septiembre y octubre [...] Era muy importante tener los pedidos antes para poder fabricar”, destaca Magrià. Eso sí, no fue hasta dos décadas después de fundar la empresa cuando lanzaron al mercado el que se convirtió en su producto estrella.
Los Airgam Boys, los rivales de Playmobil
En 1976, el mismo año en que Steve Jobs y su tocayo Wozniak presentaron su primer ordenador, el Apple I, la firma juguetera lanzó los Airgam BoysAirgam Boys, unas pequeñas figuras de plástico articuladas que dieron a los niños de entonces la oportunidad de soñar con ser enfermeros, futbolistas o astronautasastronautas. Hasta podían montarse en la máquina del tiempo y convertirse por un rato, en su imaginación, en gladiadores romanos, vikingos o vaqueros tan célebres como el Llanero Solitario.
“Airgam Boys, de uno en uno o de tres en tres, tenerlos todos qué fácil es”, decía uno de los famosos anuncios en televisión que ayudaron a popularizar estos muñecos. “Podían intercambiarse muchas piezas, los sombreros, las pistolas, los complementos...”, explica Jordi Magrià. “Tuvieron mucha importancia porque marcaron a muchos niños”.
La marca Exin llegó a vender las figuras de Airgam en México con el nombre de Exin Boys, pero la competencia global era fiera. Las figuras de estos hermanos catalanes competían directamente con las alemanas de Playmobil, más conocidas como 'clicks' en esa época, además de con los más corpulentos Madelman o los Geyperman.
Con el paso de los años, comenzaron a llegar juguetes de otros países y los de Airgam perdieron fuelle. Las ventas descendieron y acabó su etapa de esplendor. En febrero de 1987, la firma juguetera entraba en suspensión de pagos suspensión de pagostras los malos resultados de su campaña navideña y anunciaba un ERE que afectaba a toda la plantilla.
Finalmente, la fábrica se vendió por solo una peseta a sus 140 trabajadores para que siguieran con su actividad como cooperativa. Según la familia Magrià, los empleados acabaron vendiendo la maquinaria y los moldes. “Fue un disgusto muy grande tener que cerrar la empresa”, recuerda el que fuera su fundador, que a sus 82 años sigue lamentando cómo acabó la historia de Airgam. La de los muñecos articulados que crearon, no obstante, sigue viva.
“Hay mucha ilusión con los Airgam Boys. Hay gente que me pide que si tengo producto y no tenemos productos para poder dar para el recuerdo”, lamenta Magrià. Pese a ello, muchos de los niños que crecieron divirtiéndose con los juguetes de Airgam coleccionan hoy esas figuritas que los Reyes Magos les trajeron hace años, evitando que astronautas, 'cowboys' y futbolistas caigan en el olvido.
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