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Es gratis, pero da dinero: la lucrativa paradoja de Red Hat y el negocio del 'software' libre

José Barreiro Solano

Desde que en 1983 Richard Stallman lanzara el proyecto GNU, el software libre ha experimentado numerosos cambios, tanto de concepto como en la manera de distribuirse y llegar al usuario final.

Pese a la gran cantidad de licencias diferentes que existen y que se consideran libres (GPL, BSD o Apache) , hay un asunto que aún confunde a aquellos que no conocen el tema en profundidad: el concepto de gratuidad. El software libre no tiene por qué ser gratis, pero siempre lo es.

Para entender esta contradicción es necesario explicar cómo funciona el sistema de licencias. Supongamos que un programador obtiene el código fuente de una aplicación de internet bajo licencia GPL y lo modifica. El programa resultante es una versión mejorada del original y el programador decide que quiere sacar algún dinero vendiendo su trabajo, con el fin de compensar su esfuerzo. No solo es perfectamente legal, sino además ético desde el punto de vista del software libre. Cualquier persona debe tener derecho a cobrar por su trabajo el precio que estime oportuno, pero la diferencia entre este nuevo programa (que sigue siendo 'software' libre) y otros, es que además del derecho del trabajador está el derecho del resto de usuarios.

El programador ha cogido un código que previamente había estado en manos de otras personas y no ha tenido que pagar por él. Por eso, y siguiendo con la licencia GPL, debe devolver ese código mejorado a la comunidad. Es decir, que por un lado puede cobrar por su código, pero al mismo tiempo cualquier usuario que lo consiga (pagando o no) es libre de compartirlo de manera gratuita (o cobrando también) con quien quiera. De ahí que el software libre siempre sea gratis, incluso cuando no lo es.

Sin embargo, existen otras licencias libres como la Apache que permiten al programador que ha mejorado el código no liberar su parte, quedándose con los derechos de las líneas que ha añadido por sí mismo. Android funciona de esta manera, y por eso las empresas que realicen su propia versión del sistema no tienen por qué compartirlo con las demás y son libres de comercializarlo como deseen.

Red Hat, ganar dinero con software libre es posible

El 'sombrero rojo' es una empresa radicada en Carolina del Norte (EEUU). Lleva dedicándose a ofrecer soluciones informáticas basadas en 'software' libre desde 1993, cuando Linux era sinónimo de 'sistema operativo para geeks'. Contra todo pronóstico, esta compañía ha conseguido no solo crecer utilizando este tipo de software, sino consolidarse como una empresa muy estable y con beneficios (casi 100 millones de dólares en 2012).

Pero la gran pregunta es: si el software libre se puede copiar y distribuir libremente, ¿cómo gana dinero?

La clave está en el servicio de soporte. Sí, el producto puede ser gratuito, pero no todo el mundo sabe código. Hay muchas cosas que adaptar dependiendo del tipo de negocio al que esté enfocado el programa, y pueden surgir problemas. Además hay que ocuparse del mantenimiento y estar pendiente de las nuevas actualizaciones que llegan al mercado. ¿Quién puede hacer todo eso? Red Hat.

Su estrategia empresarial no se basa en vender productos, sino servicios. Eso no quiere decir que Red Hat no desarrolle software, porque de hecho lo hace, y es uno de los mayores contribuidores del mundo del software libre, más concretamente del sistema operativo GNU/Linux, con Fedora como distribución bandera. Red Hat mantiene a sus clientes porque les ofrece un soporte de calidad de una manera sencilla y muy satisfactoria. ¿Por qué voy a centrarme en vender un solo producto una vez si puedo cobrar pequeñas cantidades a lo largo de mucho tiempo?

El código abierto, la clave de la competitividad

Que el código del software que maneja Red Hat sea abierto es la clave de su éxito, y no porque el modelo de software privativo no funcione (A Apple y a Microsoft no parece que les vaya del todo mal), sino porque gracias a ello puede ofrecer productos de mejor calidad más fácilmente que sus competidores.

Poder leer el código fuente y aplicar cambios permite a Red Hat implementar mejoras, pero también cogerlas de otras empresas y usuarios. De esta manera, sus casi 6000 empleados se convierten literalmente en millones, ya que el dinamismo de la comunidad permite estar por delante cuando se produce algún cambio en el mercado.

En lugar de que varias empresas desarrollen el mismo tipo de software a la vez e intenten venderlo por su cuenta (programas que probablemente sean incompatibles entre sí), firmas como Red Hat se nutren de un conocimiento común que comparten constantemente. Cada una lo implementa y lo vende a su manera, con su propia marca. De este modo, y pese a que algunas compañías ofrecen exactamente el mismo producto, el cliente elegirá cuál va a ser su proveedor en función de la confianza que le otorgue, la calidad de su servicio y la profesionalidad. La consecuencia es que un número mayor de empresas pueden competir en el mismo mercado, con productos compatibles entre sí y, por consiguiente, ofrecer mejores servicios al existir una mayor competencia entre ellas. Justo lo contrario que ocurre, por ejemplo, en el mercado de los sistemas operativos privativos como Windows o Mac.

Un modelo de negocio al margen de la piratería

Los gobiernos están muy preocupados por lo que ellos llaman “piratería”. La industrial del cine, la música, el software privativo... Todos ellos acusan a los usuarios que descargan ese contenido de la Red de robar esos productos que tanto les ha costado desarrollar. Red Hat no tiene ese problema: 'piratear' un sistema operativo basado en software libre se conoce simplemente como 'copiar'. Y copiar software libre es perfectamente legal.

Gracias al código abierto, Red Hat no necesita preocuparse por la piratería o las copias 'ilegales' de sus software, porque simplemente no existen. El modelo de negocio de esta empresa propone una distribución al margen de las licencias privativas y los derechos de autor tradicionales, demostrando además que se pueden hacer negocios de una manera diferente y sin perjudicar a nadie.