De violinistas a jefas de Facebook: así son los amantes españoles de las 'hackathons'
HackathonLovers reúne desde 2013 a más de 2900 entusiastas de las ‘hackathons’. Lo hacen a través de un grupo en MeetUp, la plataforma que une a personas con intereses comunes. Organizan sus propios maratones de programación o acuden a los de otros. Gracias a su pasión se han desarrollado nuevas aplicaciones y muchos han podido demostrar su valía.
Por sus quedadas han pasado los perfiles más variopintos de programadores, desde futuros directivos de Facebook hasta mujeres de 50 años, un perfil no demasiado habitual. Entre tantas personas han picado mucho código, han creado muchas herramientas y, sobre todo, se han divertido.
Adolfo Sanz, Jorge Arévalo y Ángel VillalbaJorge ArévaloÁngel Villalba son los responsables del día a día en HackathonLovers, aunque cuando montan un evento cuentan con una docena de ayudantes. Sanz y Arévalo, de 39 y 37 años respectivamente, ya llevan a sus espaldas más de veinte quedadas como organizadores o coorganizadores y han participado en una docena de ellas. Villalba, el más joven (tiene 25 años), ha asistido tan solo a cuatro, una de ellas organizada en Berlín con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los refugiados.
A comienzos de la década, Sanz empezó a asistir como participante a estos encuentros. “Disfrutaba mucho de cada una de las experiencias. El problema es que se organizaban muy pocas 'hackathons', como mucho un par de ellas al año”, cuenta a HojaDeRouter.com.
Arévalo y él se conocieron en la 'hackathon' de un Codemotion. Coincidían “en gustos y filosofía”, nos cuenta el primero, y han seguido juntos hasta hoy. Así, han formado parte de los #hackaTrips organizados por Minube y Fitur o del concurso para niños y adolescentes #MajadaHackJunior, entre otros.
Violinistas, cervezas para adolescentes y mucha comida
Estos cuatro años han dado para 220 proyectos completados por sus participantes. Junto a ellos ha habido anécdotas de todo tipo, desde el comienzo. “A las primeras 'hackathons' que organizábamos acudía una mujer de unos 50-60 años a participar como programadora. Es un perfil muy raro de ver en una 'hackathon', por eso llamaba la atención de todo el mundo”, cuenta Arévalo.
En otra ocasión, él acudía como participante a uno en el que destacaban unos jóvenes que, según sus cálculos, no tendrían más de 14 años, y los organizadores estaban preocupados: “Entre las bebidas que ofrecían había cerveza, y temían que los chavales se emborracharan. Se portaron y solo tomaron refrescos, por suerte”. Estos “cracks”, como los define Arévalo, han seguido acudiendo a 'hackathons'. “Afortunadamente ya son mayores de edad, así que pueden tomar la cerveza que quieran”.
En otro de los eventos que organizaron “nos pasamos comprando comida y sobró bastante”. Como no sabían qué hacer con ella, salieron a la calle con cajas y empezaron a repartir bocadillos a las personas que pasaban por allí. “Al principio no se fiaban, pero acabamos repartiendo casi todo”. Lo que sobró se lo dieron a un equipo del SAMUR que se encontraron, para que siguiera repartiendo.
No solo van informáticos a las 'hackathons'. Además de la mujer quincuagenaria, han tenido participantes como exviolinistas y criminólogas, “dos perfiles muy diferentes a lo habitual” que ahora trabajan como programadoras. Contando anécdotas como esta pretenden animar a cualquier tipo de persona a asistir, “porque no es solo sitio para programadores”. Es más, echan en falta gente que sepa de diseño o de experiencia de usuario (UX/UI), porque las 'hackathons' no solo consisten en programar, sino en construir algo que la gente pueda utilizar.
Jesús Cuesta es otro de los miembros de la comunidad. Este programador, que actualmente trabaja en Inglaterra como arquitecto de 'software', crea aplicaciones, asiste a charlas, participa en 'hackathons' (“dos o tres al año”, cuenta a HojaDeRouter.com) y acude a 'meetups' en su tiempo libre. Hace cuatro años se mudó de su Alicante natal a Madrid y, poco a poco, empezó a meterse en el mundillo de las maratones de programación.
Su primer evento le pareció “muy divertido, primero porque podía conocer a más gente del sector; segundo, porque era un reto el enfrentarte a algo nuevo, y luego, a ver lo que cae”. Le pagaron el hotel y la cena: “Parecía como irse de fiesta, pero con los ordenadores programando”.
Cuesta recuerda “la euforia” de ganar un premio cuando no esperaban que su 'app' fuera tan buena, pero también la presión cuando un miembro del equipo les falló en una ocasión y hubo que hacer un esfuerzo extra para sacar el trabajo. “Conseguir hacer piña en 24-48 horas con un equipo y el pasártelo bien no es tan sencillo”.
En algunas 'hackathons' ha ganado premios o la posibilidad de montar una empresa, que no ha fundado porque está contento con su trabajo actual, pero valora más “las cosas que he aprendido a nivel de ‘startup’, de metodologías a la hora de montar proyectos y el apuntarme solo. Parece una tontería, pero las veces que he ido con algún amigo vas más seguro pero te quita de conocer a personas y de trabajar en equipos donde no conoces a gente”.
Por ello, recomienda a todo el mundo que asista a uno, aunque vaya sin acompañante: “Por experiencia propia, yo me lo he pasado mejor. Puedes conocer gente maja y reírte mucho, sobre todo si vas a divertirte y a aprender cosas nuevas”. Para él, “lo importante no es ganar, sino el ir, aprender y pasártelo bien”. Ahora quiere seguir participando en Reino Unido, donde se organizan eventos con participantes de todo el mundo. “Si encima ya puedes hacer equipo con personas de otros países y con videoconferencia debe de ser la leche”.
Con Cuesta, entre los participantes de HackathonLovers también se encuentran Álvaro Gómez Martín, que gracias a un evento encontró trabajo en Google, donde ahora es consultor estratégico; y Elena Álvarez, exdirectiva en Popular Payments y ahora responsable de Soluciones de Marketing en Facebook.
'Hacklabs' para el futuro
Además de las 'hackathons’, han organizado dos 'hacklabs'. “La idea es juntarse varias personas interesadas en un tema e intentar desarrollar alguna aplicación sencilla, o dar charlas sobre ese tema”, explica Arévalo. “Es decir, compartir conocimiento sin más. Eso forma parte del ADN de HackathonLovers desde el día uno”. Los tres asisten a otros eventos y charlas del sector, e incluso Villalba es voluntario en eventos para enseñar a programar a legos en la materia.
La idea para el futuro es seguir promocionando la comunidad y buscar más organizadores de eventos, ya que ellos tres también tienen que cumplir con sus compromisos profesionales y familiares, además de potenciar los ‘hacklabs’, “El día a día y la falta de respaldo por parte de más miembros de la comunidad hace que esta tarea sea ardua”, se lamenta Sanz.
“Que se anime todo el mundo”, resume Cuesta. “Lo importante no es el premio, porque al final cuando vas con cinco o seis personas se queda en nada, sino el enfrentarte a un reto diferente y conocer gente nueva. Abre las miras para trabajar con diferentes tecnologías y diferentes personalidades”. Arévalo y Sanz, por cierto, ya han tenido hijas. “¿Futuras programadoras?”, se pregunta Arévalo. Quién sabe. Dicen que de casta le viene al galgo.
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Las imágenes son propiedad, por orden de aparición, de HackathonLovers (1, 2, 4) y Jesús Cuesta (3)