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Espacio de opinión de la delegación de elDiario.es en Illes Balears. Las asociaciones políticas, sociales, económicas y culturales de las islas debaten sobre los distintos temas que afectan al archipiélago. Puedes enviar tu opinión a illesbalears@eldiario.es en castellano o catalán y sin límite ni máximo de caracteres.

Tiburoff

Imagen de una tintorera
30 de julio de 2024 17:22 h

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Mi, Fa, Mi, Fa, Mi, Fa. Esas dos notas le bastaron al compositor John Williams para atemorizarnos a muchos durante 2 horas en la película “Tiburón” (“Jaws”, en inglés). La icónica película de Steven Spielberg generó en mucha gente un enorme terror que aún dura hoy en día, a la par que una talasofobia difícil de solucionar. Este tipo de películas no se quedó ahí. Posteriormente vinieron otras como Deep Blue Sea (1999) que, como se ve en su título, combinan a la perfección el terror que “generan” los tiburones con la talasofobia. La fórmula parece que fuera un éxito puesto que hoy en día se siguen haciendo largometrajes semejantes como Megalodon (2018) o, este mismo año, En las profundidades del Sena (2024) estrenada en Netflix (supongo que era una gran oportunidad aprovechar el hecho de que en los Juegos Olímpicos de París de este mismo año haya pruebas olímpicas precisamente en las aguas del Sena). Así, con un machaqueo constante de sensacionalismo, el mar y uno de sus seres más maravillosos pasaron a ser el horror diurno y seguramente nocturno de demasiadas personas.

La realidad, no obstante, es opuesta y los que tienen terror son ellos, pero de nosotros, los humanos. Los tiburones están en peligro en el Mediterráneo. Concretamente, de las 47 especies de tiburones y las 32 de rayas presentes en este mar (el otro “superorden” que, junto con los tiburones, compone a los elasmobranquios) el 42% están amenazadas o en peligro de extinción. Esta situación no se debe a “megalodones” que se los comen, sino, principalmente, a la sobrepesca y, en menor medida, a la degradación de sus hábitats y a la contaminación. El megalodón, en todo caso, somos nosotros.

Si focalizamos en el mar Balear, nos encontramos una situación similar. De las 59 especies de elasmobranquios detectadas en el mar Balear, 28 se encuentran amenazadas y tres se consideran ya extintas: el pez sierra peine (Pristis pectinata), el pez sierra común (Pristis pristis) y la tremielga (Torpedo torpedo). La principal causa, de nuevo, la sobrepesca. Y es que, pese a que algunas especies se encuentran protegidas dentro de las reservas marinas, como el gatvaire o alitán (Scyliorhinus stellaris) o mussoles (Mustelus spp.), otras muchas se siguen comercializando. No es de extrañar que haya que protegerlas, puesto que para casos como el de la musola la mayoría de los ejemplares capturados entre 2009 y 2021 no cumplían el estado de madurez sexual. Además, la presión sobre las distintas especies de elasmobranquios no es la misma, es decir, no todas las especies se pescan por igual: por ejemplo, la raya común (Raja clavata) supuso en 2021 el 50% de todas las capturas de elasmobranquios. El arte pesquero también es importante, por ejemplo, el 100% de las capturas de tintorera (Prionace glauca) se realizan mediante palangre. En su totalidad, las capturas provienen en un 65% de la flota de arrastre y en un 35% de la flota artesanal.

Pese a la rotundidad de estos datos, uno puede adivinar fácilmente que esta situación es francamente compleja de afrontar, dada la “mala prensa” (mala “televisión”, diría yo) que tienen estos animales. Cuando mucha gente oye hablar de proteger a los tiburones se lleva las manos a la cabeza, como se ha hecho siempre en tierra firme con las mal llamadas “alimañas”. ¿Por qué proteger algo tan peligroso?, piensan. Y es que no se ha explicado lo suficiente su papel clave en el buen funcionamiento de los ecosistemas marinos. Gracias a los tiburones, se eliminan organismos débiles y/o enfermos de los ecosistemas, lo que favorece los procesos de competición y garantiza la diversidad de especies.

Hay muchas medidas para recuperar estas especies, como no consumir especies protegidas, amenazadas o en peligro de extinción, aunque pueda resultar sorprendente, hay especies de tiburones y rayas amenazadas y que no están protegidas). Además, es necesarioproteger a algunas fuera de las reservas marinas, crear nuevos espacios marinos protegidos para protegerlos o fomentar la colaboración con el sector pesquero para facilitar la liberación de estos organismos una vez pescados, de manera no intencionada, y aún pueden devolverse al medio. Los tiburones y rayas de la mar Balear merecen recuperar su plenitud. Garantizando una mejora de las condiciones de los ecosistemas marinos de Baleares. Cuentan que, antiguamente, se podrían ver grupos de tiburones martillo (Família Sphyrnidae) en la Bahía de Palma desde lo alto de la muralla. Tal vez podamos volver a verlo.

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