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Las praderas de Posidonia, el 'pulmón del Mediterráneo', se reproducen de forma masiva para luchar por su supervivencia

Seguimiento en una pradera de posidonia oceánica en el Puerto de Sóller (Mallorca).

Esther Cabezas

Eivissa —
7 de diciembre de 2022 22:54 h

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La Posidonia oceanica, uno de los mayores tesoros del Mediterráneo, ha florecido este otoño de forma masiva, señal, según todos los expertos, de que el calentamiento global y, en particular, el calentamiento del mar Balear está teniendo efectos muy negativos sobre la biodiversidad. Cuando se produce lo que se llama estrés ambiental, esta especie tiende a defenderse utilizando la reproducción sexual para generar semillas y así asegurar su supervivencia.

En concreto, en Balears, donde se encuentra el 50% de las praderas de todo el país, el pasado verano la temperatura del mar, a 10 metros de profundidad, ha llegado a los 30 grados centígrados, lo que supone la muerte de muchas especies marinas y el riesgo de extinción de otras, entre ellas la responsable de la buena salud de las aguas mediterráneas y el refugio habitual de gran parte de la fauna marina que habita en ellas: la Posidonia.

Pero este fenómeno no es nuevo: “En los últimos veranos se ha llegado a temperaturas de 29 grados”, lo que supone la muerte de la planta que ocurre cuando pasa el umbral de los 28º, según cuenta a elDiario.es el biólogo marino Manu San Félix de la Asociación VellMarí, que ha visto florecer las praderas en Formentera e Eivissa cada final de verano desde 1993, año en el que se instaló en Las Pitiüses. Sin embargo, “entonces la floración, que era muy rara en el Mediterráneo, se asociaba en praderas sanas y bien conservadas como las de entorno de la isla de Formentera”.

En 1993 la temperatura máxima “fue de 25ºC, llegando unos días a 26ºC, que era la máxima total del Mediterráneo”. Veinte años después, el incremento es muy notable. La boya de Dragonera, operativa desde el verano de 2009, y que ya ostentaba el récord de temperatura del agua desde el año 2018, con un registro de 31,27 ºC, medía 31,34 ºC el 11 de agosto a las 15 h y 31,36 ºC el 24 de agosto a las 15 h, la temperatura más alta a la que ha llegado el agua, según datos de Puertos del Estado.

Investigadores del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA), que examinan la evolución temporal de la temperatura superficial máxima esperada durante el siglo XXI en el Mediterráneo Occidental, determinan que el agua superficial del mar balear en verano podría aumentar a finales de siglo en 3,4ºC, pero si las cosas continúan como hasta ahora esta cifra incluso podría ser superada. Según Manu San Félix, si la tendencia sigue así, “este calentamiento es tan rápido que no dará tiempo a adaptarse ni a la posidonia ni a ningún otro organismo, ni a nosotros mismos”.

“La adaptación a la evolución es un proceso a lo largo de miles de años”, añade. Con estas condiciones, “es frecuente en todos los organismos vivos la tendencia a reproducirse cuando perciben su mortalidad, es una forma de reaccionar para perpetuar su supervivencia”, explica San Félix, también explorador de National Geographic. No obstante, no podemos saber su resistencia al calentamiento ni si la floración y su posterior reproducción será suficiente para contrarrestar su mortandad. “Obviamente cuanto más sanas mantengamos nuestras praderas más opciones de sobrevivir tendrán”, puntualiza.

Es frecuente en todos los organismos vivos la tendencia a reproducirse cuando perciben su mortalidad, es una forma de reaccionar para perpetuar su supervivencia

Manu San Félix Biólogo

“Mucha gente ha encontrado flores de posidonia en todas las islas”

Investigadores de diferentes entidades relacionadas con la conservación del Mediterráneo aseguran que este otoño se ha podido constatar que la posidonia está floreciendo masivamente. Jorge Terrados, director del IMEDEA (Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados), ha relatado a elDiario.es cómo en la Bahía de Palma la floración es un hecho. “También en diferentes inmersiones en distintos puntos de la costa de Eivissa la hemos podido ver”, comenta.

Por su parte, Sandra Espeja, de la Fundación Marilles y coordinadora del programa de ciencia ciudadana marina Observadores del Mar en Balears, asegura que “hay mucha gente que ha encontrado flores de posidonia en todas las islas”. “Las primeras que vimos fueron en el levante de Mallorca a mitad de octubre, y de ahí, empezamos a recibir notificaciones, como un boom, por todos lados”, explica.

El proyecto Observadores del Mar, perteneciente a Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona, dependiente del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas), pretende conectar a los ciudadanos con la ciencia y utiliza esta recogida de datos de personas voluntarias para la realización de diferentes estudios, entre ellos los del estado y evolución de la Posidonia oceanica.

En peligro de extinción pese a su versatilidad reproductiva

La Posidonia es una planta, que no alga, que se reproduce fundamentalmente mediante reproducción asexual, es decir, se va extendiendo mediante rizomas que crean un único organismo genético de gran envergadura cuando las condiciones son favorables. Por ejemplo, una de las praderas de Posidonia que se encuentra entre Eivissa y Formentera se extiende por 8 km y tiene 100.000 años de vida, el ser vivo más grande y longevo que existe. 

Sin embargo, cuando las condiciones cambian, la especie se defiende mediante la reproducción sexual, generando semillas diferentes genéticamente para que alguno de ellos pueda sobrevivir; tal y como está sucediendo actualmente y como ya sucedió en los años 2009 y 2003, siendo la de este último la floración más grande que se ha visto ya que todas las praderas del Mediterráneo florecieron por entero y casi al mismo tiempo.

La flor de Posidonia es, en realidad, una inflorescencia, es decir, un conjunto de múltiples florecillas de distinto sexo que darán lugar a un fruto, de cuyo aspecto se deriva su nombre popular: oliva de mar. Sin embargo, este proceso no asegurará la reproducción de la Posidonia por la posibilidad de que las flores ser ingeridas por animales o porque los frutos no encuentren cómo enraizar. 

Así las cosas, esta planta marina, que en España podemos encontrar, además de en Balears, en todo el litoral mediterráneo, ya está en la lista de especies en peligro de extinción. Según el CSIC, esto se debe en un 67% a la presión del ser humano y en un 30% a causas naturales; entre estas últimas estaría la eutrofización de las aguas costeras por el crecimiento anormal de algunos tipos de algas. En cuanto a los efectos de las conductas humanas, la subida de la temperatura de las aguas marinas, provocada por el calentamiento global, es la causa fundamental de la extinción de la Posidonia.

El CSIC asegura que la extensión de las praderas de esta joya marina ha disminuido entre un 13% y un 38% desde la segunda mitad del siglo XX, perdiendo el 50% de su densidad en las zonas restantes en los últimos 20 años. Por su parte, el Mediterráneo pierde una densidad de posidonia del 7% anual. Si esta situación se mantiene, a mediados de este siglo la Posidonia oceanica habrá perdido el 90% de su superficie, lo que afectará irremediablemente a la vida y el equilibrio en el ecosistema de estas zonas del Mediterráneo, que dependen estrechamente de la supervivencia de esta planta y sus praderas.

Por otro lado, el vertido de aguas residuales al mar acecha también la supervivencia de esta joya marina. Por ejemplo, en las Pitiüses los emisarios, que son las grandes tuberías por las que se evacuan las aguas residuales de la depuradora, inundan de aguas fecales con deficiente tratamiento zonas protegidas como pueden ser la zona de Talamanca, en Eivissa, o el Calo de s´Oli, en la pitiusa del sur, que es Zona de Especial Conservación, así como otras zonas del Parque Natural de ses Salines de Eivissa y Formentera.

La presión demográfica y turística de las dos islas hace que las infraestructuras queden desfasadas y, sencillamente, no sean suficientes. Además, el deficiente estado de conservación de las infraestructuras lleva consigo fugas que a menudo contaminan tanto aguas como playas, destacando el caso de la de Talamanca, que año tras año ve disminuida la calidad de sus aguas, incluso para el baño. Según los expertos, estos vertidos de aguas fecales al mar sin el tratamiento adecuado son muy nocivos porque sus partículas propician la aparición y la proliferación de spirulina, una bacteria que vive en medios carentes de oxígeno y que la Posidonia necesita para sobrevivir.

Además, tanto el fondeo de grandes embarcaciones, que cada año aumenta su presencia en Eivissa y Formentera, como la contaminación por la quema de gasoil está siendo muy perjudicial para las praderas de esta planta marina: un yate de entre 50 y 150 metros de eslora tiene un ancla que puede pesar más de una tonelada de peso y que en su arrastre puede destruir importantes extensiones de Posidonia. Estos grandes yates consumen más de 800 litros por hora de combustible lo que contamina, año tras año, las aguas del mar Balear. 

Posidonia oceanica: la columna vertebral del Mediterráneo

La Posidonia oceanica, la especie vegetal más grande y longeva del planeta, es una planta marina endémica del mar Mediterráneo. La inmensa pradera que rodea el litoral de las Pitiüses fue declarada en el año 1999 patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es la responsable de la claridad de las aguas del mar Balear ya que las oxigena convirtiéndolas en las más cristalinas del Mediterráneo. Es la responsable también de proporcionar servicios ecosistémicos tan vitales para el planeta como la captación a gran escala de CO2, gas de efecto invernadero responsable del calentamiento global.

Además, esta especie es fundamental para el mantenimiento de los fondos marinos, amortigua el paso de las olas, provee de arena a las playas y sirve de refugio y alimento a los peces y otras especies de vertebrados e invertebrados. El caballito de mar, el pez mula, las morenas, las esponjas y una lista inmensa de animales marinos necesitan las praderas de Posidonia para su supervivencia, ya que los alevines de muchas especies se reproducen en ellas. Sin la Posidonia no habrá aguas cristalinas, ni habrá pesca, ni biodiversidad. Sin la Posidonia el Mediterráneo irá muriendo poco a poco, irremediablemente. En nuestras manos está escoger un nuevo rumbo.

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