Los últimos del Montesión: el incierto destino de los 10 ancianos jesuitas de uno de los colegios más antiguos del mundo
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“El 'Proyecto Montesión', el gran engaño de la Compañía de Jesús”. Así tachan los antiguos alumnos de uno de los primeros colegios jesuitas del mundo, el Montesión, a la operación que durante estas semanas sobrevuela este histórico inmueble ubicado en pleno centro de Palma: tras más de 400 años, la institución religiosa ha decidido ceder las instalaciones, durante los próximos 70 años, para su presumible reconversión en un centro asistencial de carácter privado. La controversia radica en que, con esta decisión, una decena de ancianos jesuitas serán “expulsados” de las instalaciones –como señalan los exalumnos– y trasladados a distintas residencias de la Península. Son la única comunidad jesuita que queda en Mallorca, donde los primeros miembros de la orden se implantaron en 1561.
Los estudiantes que durante estas últimas décadas han pasado por las aulas del colegio Montesión, cuna de, entre otros, políticos como Gabriel Cañellas, arquitectos como José Ferragut i reconocidos médicos, notarios y abogados de la isla, no han tardado en alzarse en pie de guerra contra lo que consideran un “oscuro” y grave“ engaño” al servicio de la “especulación inmobiliaria”. Si el plan inicialmente anunciado contemplaba la instalación de una residencia en este histórico edificio, conservando su iglesia y su claustro para habilitarlo como zona museística –y sin que en ningún caso los miembros de la comunidad religiosa se vieran abocados a abandonar el inmueble–, la propuesta prevé materializarse en un macroproyecto que no escapará de los tentáculos de la privatización sanitaria.
“Lo que más nos duele a los antiguos alumnos es que, en todo este oculto proceso, y sin ningún escrúpulo, los actuales dirigentes de la Compañía de Jesús han utilizado y manipulado a gente honrada, honesta y confiada en la Compañía, ocultándole sus verdaderas intenciones, para que les sirvieran de 'peones' a la hora de contener y convencer a la opinión pública sobre la operación inmobiliaria de la 'Manzana de Montesión'”, lamentan en una dura carta remitida Enric Puigrós, Provincial de la Compañía de Jesús en España, a la que ha tenido acceso elDiario.es.
En la misiva, los exalumnos lanzan varias advertencias: “No dude de que haremos todo lo posible para movilizarnos y realizar todo tipo de actuaciones para defender tanto un patrimonio, que ustedes no defienden, como para evitar la maniobra del traslado de San Alonso [la estatua de quien fuese portero del colegio en el siglo XVI] a la Catedral, que no es más que una descabellada idea producto de cierto tipo de intereses económicos ocultos”. En otro comunicado, señalan: “Los antiguos alumnos sólo queremos que no se nos engañe y conocer la verdad. No tengan miedo a comunicarla. Sólo el ocultismo y el engaño favorecen la creación de bulos y resquemores”.
La cúpula jesuita: “Los compañeros van a estar mejor atendidos”
Desde la Compañía de Jesús apuntan, sin embargo, que en los últimos años se han producido otros cierres en el resto de España, dentro de la “realidad actual de la Iglesia”, sin que se haya suscitado “tanta polémica” como en el caso del colegio Montesión, tal como subrayan en declaraciones a este medio. Asimismo, respecto al destino de los diez jesuitas, defienden que la organización religiosa incluye en su estructura la existencia de 'enfermerías': como explican, se trata de residencias para los jesuitas mayores que “después de numerosos años trabajando en la misión evangélica merecen y necesitan ser cuidados a nivel físico y espiritual en los últimos años de su vida”.
La Compañía de Jesús señala cuenta con 'enfermerías' en varios puntos de España para los jesuitas mayores que 'después de numerosos años trabajando en la misión evangélica merecen y necesitan ser cuidados a nivel físico y espiritual' en los últimos años de su vida
La Compañía de Jesús cuenta con seis 'enfermerías' en España localizadas en Alcalá de Henares, Barcelona, Loyola, Salamanca, València y Villagarcía de Campos. Las mismas fuentes abundan en que estas residencias no sólo se atiende la salud física a través de médicos y enfermeros, sino también “la salud espiritual y se garantizan dimensiones habituales de un religioso jesuita” como son la vida en comunidad con otros, la oración diaria, la eucaristía diaria o la relación con el superior.
“Cuando se produce un cierre de una comunidad, los jesuitas que residen en ella son destinados a otra misión/ciudad o a una enfermería si su salud/misión así lo requiere. Así ha sucedido (o va a suceder) este año cuando se han cerrado las comunidades de Valladolid, Gijón, Palma y Madrid”, recalcan los jesuitas, quienes inciden en que “los cierres de comunidades son parte del proceso de estructuración que está llevando a cabo la Provincia de España [la principal unidad administrativa de la Compañía] para poder afrontar el presente y preparar el futuro”. “Y la movilidad de los jesuitas a lo largo de su vida es algo intrínseco a su identidad y misión; es habitual que a lo largo de su vida residan en varias localidades/ciudades/países”, añaden.
En un comunicado, la Compañía de Jesús incide en que la cesión se produce “como consecuencia de varios factores que hacen inaplazable y necesario dar este paso”, como la “necesidad de atender a compañeros que, con muy avanzada edad (es la comunidad con la mayor edad media de la Provincia), y en varios casos con precario estado de salud, van a estar mejor atendidos y cuidados en las comunidades que la compañía tiene preparadas para ello”. Desde la orden religiosa apuntan, además, a la imposibilidad “en estos momentos” de destinar a jesuitas más jóvenes a reforzar la comunidad.
En concreto, los diez jesuitas que se verán afectados por la cesión, y que no pueden hacer declaraciones a los medios por voto de obediencia –aunque fuentes de su entorno señalan que se encuentran “destrozados”–, son Norberto Alcover, Judas Moreno, Jaume Mairata, Bernardí Seguí, Joan Jaume, considerado uno de los primeros curas obreros de las islas, Nicolau Pons, Manuel Fortuny, Miguel Garau y los hermanos Miguel Llauger y Guillem Riera. Junto a la salida forzosa de los diez ancianos, el claustro y la iglesia de Montesión perderán su carácter público mientras que los restos de San Alonso serán trasladados a la Catedral de Palma.
Concentración y recogida de firmas
Por su parte, más de 300 antiguos alumnos llevaron a cabo este miércoles una concentración frente al colegio “para que el legado de 464 años [fue fundado en 1561] no desaparezca”. También han impulsado una petición en Change.org en la que tildan de “irresponsabilidad” que la Compañía de Jesús “no haya sabido mantener y cuidar un patrimonio de edificaciones antiguas, de gran peso histórico de la Compañía en Mallorca, y ahora, en vez de asumir su restauración, y con la excusa de que la Compañía de Jesús no tiene dinero –a ver quién se lo cree–, acudan a un tercero, alquilándole toda la 'Manzana de Montesión', nada menos que por 70 años, en una pura operación especulativa inmobiliaria”.
Más de 300 exalumnos se concentraron este miércoles frente al colegio "para que el legado de 464 años no desaparezca". También han impulsado una petición en Change.org en la que tildan de "irresponsabilidad" que la Compañía de Jesús "no haya sabido mantener y cuidar un patrimonio de edificaciones antiguas, de gran peso histórico de la Compañía en Mallorca
El traspaso, que prevé materializarse en 2025, ha movilizado también a entidades conservacionistas como la Asociación para la Rehabilitación de los Centros Antiguos (ARCA), que, en su caso, reclaman que el edificio sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y que tanto Consell de Mallorca como Ajuntament de Palma, en la actualidad gobernados ambos por el PP con el apoyo de Vox, realicen un inventario del patrimonio cultural existente en el convento y la iglesia de Montesión.
Desde la entidad cívica aseguran sentirse “engañados y desinformados completamente”, dado que desconocen el programa de restauración y rehabilitación que se llevará a cabo en el inmueble. “Hasta ahora ARCA no se había opuesto en los planes planteados, incluido el traslado del colegio. No obstante, ante la ausencia de transparencia y el engaño que suponemos los últimos acontecimientos, consideramos que se tienen que encender las alarmas y evitar cualquier pérdida de Patrimonio, y por eso se tienen que activar las instituciones locales e insulares”, recalcan desde la asociación.
Los jesuitas llegan a Mallorca
De acuerdo a las investigaciones llevadas a cabo por el historiador Miguel Ferrer, fue en 1561 cuando los primeros jesuitas llegaron a Palma de la mano del religioso mallorquín Jerónimo Nadal, estrecho colaborador del fundador de la Compañía, San Ignacio de Loyola, quien apenas 20 años antes había impulsado la orden como un movimiento contrarreformista. La orden no tardó en expandirse por el resto de España y por Europa. A principios del siglo XVII, la comunidad jesuítica mallorquina contaba ya con 40 miembros, quienes se dedicaban principalmente a impartir cursos de Gramática y Filosofía y Teología Moral, además de llevar a cabo, siguiendo los principios pedagógicos de la Ratio Studiorum, festividades escolares, certámenes académicos o representaciones teatrales a los que asistían autoridades reales, altos cargos eclesiásticos e integrantes de la aristocracia.
Como explican, por su parte, los investigadores de la Universitat de les Illes Balears (UIB) Sergi Moll y Bernat Sureda en su estudio La Generación de Capital Social y la Conformación de Identidades en los Colegios de la Posguerra Española (1939- 1945), la Compañía de Jesús vivió episodios convulsos como la suspensión de sus actividades en 1767 por orden de Carlos III, la supresión de la orden en 1773 por parte del Papa Clemente XIV o la expulsión sufrida durante el Trienio Liberal (1820-1823). No fue hasta la Restauración Monárquica (1874-1931) cuando los jesuitas pudieron volver a desarrollar sus tareas con normalidad y recuperar sus propiedades.
Los historiadores señalan que, durante la Restauración, la mayoría de órdenes y congregaciones religiosas consolidaron y aumentaron su red de centros escolares, una tendencia que se rompió con la proclamación de la II República, que devolvió a la comunidad jesuítica de Mallorca al ostracismo. Apenas unos años después, el golpe militar de 1936 –que en Mallorca triunfó desde sus inicios– dio pie a un período de estabilidad y de notable expansión para la educación confesional y, más específicamente, para la escuela jesuita de Palma, que en 1938 volvió a abrir sus puertas con 120 alumnos matriculados.
El golpe militar de 1936 –que en Mallorca triunfó desde sus inicios– dio pie a un período de estabilidad y de notable expansión para la educación confesional y, más específicamente, para la escuela jesuita de Palma, que en 1938 volvió a abrir sus puertas con 120 alumnos matriculados
“Durante la Posguerra y los años posteriores del franquismo, las instituciones públicas renunciaron a garantizar la escolarización de los niños y aplicaron una política subsidiaria en la que tan sólo se intervino si la iniciativa privada no era suficiente, lo que favoreció aún más al predominio de las entidades religiosas en el campo de la enseñanza”, recuerdan Moll y Sureda con base a las investigaciones del catedrático de Política de la Educación Manuel de Puelles. En este contexto, explican cómo el colegio de Montesión, desde el inicio de la dictadura franquista, vio crecer de forma exponencial las nuevas matrículas, lo que propició la realización de numerosas reformas y ampliaciones en el edificio original así como la construcción de diversos pabellones y recintos deportivos a las afueras de Palma.
Entre los hitos que tuvieron lugar tras la reapertura del colegio en plena Guerra Civil fue la creación, en 1941, de la revista Montesión. Según ambos historiadores, esta publicación se convirtió en “una pieza más del entramado comunicativo y propagandístico que los jesuitas crearon en Mallorca”. No en vano, añaden, uno de los objetivos de la publicación era “modelar y moldear al alumnado en una identidad masculina específica, la cual estaba conformada por tres elementos fundamentales: un perfil académico–laboral elitista (se encaminaba a los estudios superiores tanto universitarios como militares), una moral y cultura católica (con matices propios de la Compañía de Jesús) y, finalmente, una orientación ideológica basada en el conservadurismo político y el nacionalismo español”.
En la actualidad, el colegio cuenta con dos sedes: la propia de la calle Montesión, en el centro de Palma, con ocho unidades de bachillerato y cuatro aulas de ciclos formativos de Grado Medio, y las instalaciones puestas en marcha en las proximidades del estadio Mallorca Son Moix, con 24 unidades de Educación Primaria y 12 de Educación Secundaria Obligatoria. Además de dejar atrás la separación de los alumnos por sexo -en la actualidad requisito imprescindible para acceder al concierto educativo-, en los últimos años el colegio Montesión ha ido transformando sus espacios y ha incorporado nuevas metodologías de aprendizaje con la mirada puesta en una mejor atención de la diversidad, la innovación, el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo cooperativo. En 2023, el centro educativo se proclamó campeón del Escape Room: Misión Ocupación organizado por el Ajuntament de Palma con el objetivo de orientar a los jóvenes en el terreno laboral.
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