El día se que detuvo a Puigdemont en Alemania me enteré por un avance informativo en la tele. Rápidamente me fui a Twitter y comencé a leer. No suelo seguir ningún patrón en estos casos. Voy mezclando comentarios de gente que aparece en mi timeline y al cabo de un rato de lectura random acudo a voces que considero autorizadas.
No creo que mi timeline de Twitter sea el colmo de la pluralidad. Pero aunque hay una mayoría no conservadora y comprometida socialmente, incluso algún votante del PP creo que debe haber. Mi postura no es muy relevante en esta historia, pero diré simplemente que aunque no me apasiona ninguna clase de nacionalismo, que creo en el derecho a decidir y que considero que vivimos una época de déficit democrático.
El caso es que esa misma noche hubo movilizaciones y hubo cargas. A cualquier persona con un mínimo de empatía y por más que esté en contra de la forma en que se ha gestionado lo de Catalunya por parte de los agentes independentistas le debe entristecer que la ciudadanía sea golpeada por la policía. Por eso, cuando vi este tuit me indigné mucho y lo retuiteé.
A la mañana siguiente cuando llegué a la oficina vi que tenía varios varias interacciones al tuit. Me sentí reconfortado. Un puñado de RTs y de FAVs siempre te recuerdan quién eres. Pero entonces me entró una duda técnica con respecto al vídeo que había visto una sola vez. ¿Cómo podía saber qué realmente había sucedido en ese momento? Busqué el tuit original en el que había sido publicado. Me encontré con este tuit de la ex-diputada de la CUP Mireia Boya.
Busqué otros y me encontré con estos dos:
Me llamaba la atención que dos personas de ideologías dispares usaran el mismo contenido para reforzar sus posiciones. Mi desconfianza iba en aumento. Entonces decidí buscar la fuente del vídeo...y no fui capaz de encontrar suficientes referencias fiables en medios que corroborasen que el vídeo realmente se había producido en el momento en el que se decía. Nació Digital y Periodista Digital no me bastaban. Con mucho mal cuerpo y sintiéndome fatal, deshice el RT inicial y todo lo que eran certezas sobre el mal gusto de las imágenes que había visto ahora se tornaban en dudas y desconfianza hacia tuits como el que había retuiteado, dejando clara una cosa: había reenviado una noticia falsa. Ya sé que no es lo mismo redactarla (releed la de Periodista Digital, ni siquiera tiene una nota de disculpa como la de Nació Digital) que reenviarla en Twitter. Pero estaba MAL por mi parte.
Si analizamos formalmente el vídeo y los tuits que lo acompañan, hay varias cosas que están claras. Lo primero es que plantean una situación verídica. ¿Pudo haber personas celebrando la detención de Puigdemont? Sí. ¿Podrían esas personas brindar con champán, mientras alguno hace un saludo fascista y cantan la canción de Manolo Escobar? Quizás. ¿Sucedió eso en Baqueira Beret mientras la ciudadanía recibía golpes de la policía en Catalunya? Pues no.
Al día siguiente, es decir, más de 24 horas más tarde de que el vídeo comenzara a difundirse, los compañeros de Maldito Bulo desmontaron por fin la noticia falsa. El vídeo original ya había sido publicado en Diciembre de 2017, con lo que era imposible que se hubiera producido al mismo tiempo que la detención de Puigdemont. Y esto desata las siguientes reflexiones, que comparto esperando que sean de utilidad a otras personas:
1. Las noticias falsas no son un ente ajeno que solo cometen quienes no piensan como nosotros. Queriendo o sin querer, nosotros y las personas con las que compartimos afinidad política podemos participar de la viralización de una noticia falsa. Una buena salud democrática debe pasar por un ambiente que propicie la lectura crítica de las imágenes que consumimos y para eso hace falta estar alerta y no darle más trabajo a Maldito Bulo.
2. En redes sociales diera la sensación de que a veces es más importante reafirmar quiénes somos que cuestionarlo. Un puñado de likes, favs y retuits pueden ser un refuerzo vacío de nuestra identidad si se trata de una noticia falsa. Está claro que un saludo fascista en Baqueira Beret no es un ambiente en el que yo fuera a encontrar muchos amigos. Pero es muy distinto ver el vídeo pensando que todos los presentes están brindando por la detención de Puigdemont que simplemente disfrutando de una festividad cualquiera.
3. Podemos no seguir la inercia de los algoritmos que guían nuestra identidad digital. Últimamente se debate mucho sobre algoritmos y polarización del debate político. Diera la sensación de que lo que pensamos está previamente enmarcado porque estamos monitorizados y porque nuestro rastro digital nos hace previsibles. Pero no debemos caer en ceder la construcción de nuestra subjetividad a una máquina. Debemos combatir la inercia de nuestros entornos de afinidad política y tratar de hacer un esfuerzo por cultivar el pensamiento crítico, la rigurosidad y las reflexiones pausadas.
Como dijo Aaron Swartz en una de sus últimas entrevistas: “Hay dos tipos de perspectivas antagónicas. Todo es genial e Internet creó toda esta libertad y todo será fantástico…o todo es terrible, Internet creó todas esas herramientas para perseguirte y espiarte y controlar lo que decimos. Y la cosa es que ambas son ciertas. Internet creó ambas y ambas son sorprendentes y extraordinarias. Y cuál de las dos triunfará en el largo plazo dependerá de nosotros”.
El día se que detuvo a Puigdemont en Alemania me enteré por un avance informativo en la tele. Rápidamente me fui a Twitter y comencé a leer. No suelo seguir ningún patrón en estos casos. Voy mezclando comentarios de gente que aparece en mi timeline y al cabo de un rato de lectura random acudo a voces que considero autorizadas.
No creo que mi timeline de Twitter sea el colmo de la pluralidad. Pero aunque hay una mayoría no conservadora y comprometida socialmente, incluso algún votante del PP creo que debe haber. Mi postura no es muy relevante en esta historia, pero diré simplemente que aunque no me apasiona ninguna clase de nacionalismo, que creo en el derecho a decidir y que considero que vivimos una época de déficit democrático.