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Salirse de madre

Si eres de las personas que dividen su tiempo por cursos en vez de por años naturales, puede que haya momentos del mes de agosto en que te dé por hacer balance. Encuentros, desencuentros, trabajos que pudieron ser, otros que no, entregas malogradas, acogidas inesperadas, nuevas amistades, rechazos, noches locas, meses en lo que todo se torció, citas que nunca tuvieron lugar, fiestas, una enfermedad superada, conciertos, pérdidas... A lo mejor el capitalismo ese que llevamos dentro es lo que nos obliga a pasar a limpio el cuaderno del debe y el haber antes del nuevo curso. ¿Quién pillara unas vacaciones como las de antaño, tres meses de aburrimiento interminable y escolar o un mes completo (sin wi fi ni perrito que te ladre) al más puro estilo familia Alcántara? No, lo más seguro es que, aún si eres tan afortunado como para tener vacaciones (seguramente no pagadas, serán más bien un hueco hecho al fueralenguismo imperante) leas esto entre unos cuantos mails por contestar, la quemazón de la promesa de ponerte con esa movida para la que nunca sacas tiempo o una ristra de artículos, libros, discos o actividades favoritas que decidiste dejar (como las bicicletas) para el verano. Así es nuestra (a veces estúpida) vida contemporánea, en continuo diálogo (por no decir cotorreo) con el trabajo y el aprendizaje. No hay tiempo para no hacer, para no ser, para no estar aprendiendo, para no comunicarte.

Así que os voy a contar, a la vez que trabajo y cumplo la promesa de socializar (es bueno compartir) una de las cosas más divertidas e interesantes que tuve la suerte de hacer durante este año. Y lo que aprendí.

Participé en primavera en el ciclo Princesas y Darth Vaders, ofrecido por La Casa Encendida bajo el comisariado de Lucía Lijtmaer, donde se programaron a una serie de humoristas contemporáneas. A través de una genealogía de los últimos veinte años, se exploraron y visionaron monólogos punzantes de Sarah Huskins, Margaret Cho, Amy Schumer o Malena Pichot. El ciclo ponía el foco en mujeres que crean su propio discurso a tarvés del stand up comedy (o sus variantes digitales). Para preparar la presentación de Margaret Cho realicé una investigación que me llevó a algunos lugares interesantes. El más importante fue el descubrimiento de que yo misma quería ser humorista. OK. Había encontrado mi vocación. Quería ser Miguel Noguera en chica. ¿Se puede? Me di cuenta de que no, porque Miguel puede sustraerse de su género. Representa el sujeto universal, mientras que yo, de entrada, represento el objeto universal. ¿Podría yo hacer un monólogo obviando el hecho de que soy una mujer o estaba condenada a hacer humor femenino?

Pero, ¿existe el humor femenino? Según la campaña Monóloga de Ligeresa (de hecho, podemos llamar al humor femenino a partir de ahora Humor Ligeresa), sí. El Humor Ligeresa habla de dolores premenstruales, pesadillas de gimnasio, dietas fallidas y tíos que se desploman nada más correrse. En fin, una expresión más de lo que el adjetivo femenino suele significar dentro de la cultura occidental: las antípodas de lo relevante.

Humor feminista es aquel que tiene presente que “vivir en condiciones patriarcales daña a las mujeres y eso requiere atención” y a partir de ahí, redefine hasta poner en cuestión el concepto mismo de género. Bajo la idea del humor feminista subyace la proverbial sospecha: “Ah, pero, ¿las feministas tienen sentido del humor?”. Para desmentir esto, recomiendo el artículo Señoras que hacen Ja ja ja de Irene García Rubio. También es muy esclarecedor este otro artículo de Emilia Arias, donde leemos: “Esto es un sin vivir. A las mujeres feministas se nos pida que tengamos sentido del humor ante el patriarcado,que nos partimos de risa con los chistes machistas, pero cuando hacemos humor crítico y subversivo, el auditorio se queda mudo”.

Y ahora sí, paso a compartiros la chicha que espero engorde vuestro cerebro más que un temtempié Ligeresa. Para una de las sesiones del taller que se impartió dentro del marco del ciclo e inspirada por las humoristas que habíamos tenido la suerte de conocer durante el ciclo, escribí este decálogo, con la idea de empujar a cualquier tía que lo desee a subir a un escenario a hacer humor o cualquier cosa que le venga en gana:

Instrucciones para salirse de madre

1.- No hagas lo que se espera de ti (¡y si puedes, dales en la cara!)

Un ejemplo claro de esto es Lena Dunham. Después del aluvión de críticas acerca de la desfachatez de mostrar su cuerpo en la primera temporada de GIRLS, se marcó la escena del ping pong en tetas de la segunda temporada o el capítulo en el que su personaje pasa la totalidad del mismo en bikini en la tercera. Otro ejemplo de personaje humorístico que juega a saltarse los límites de lo que debe hacer/ser una chica es Rae Earl en My mad fat diary. Buscadla. Bebéosla.

Celia Amorós dice que la mujer ha de reivindicar su “derecho al mal”, lo cual no supone otra cosa que atreverse a contravenir los mandatos de género. De ahí el título de este decálogo y artículo: salirse de madre. Ser madre es el mandato más fuerte ante al que antes o después, por afirmación o negación, tendrás que situarte. Y, a veces, ante esa disyuntiva no apetece sino contestar, como haría el mítico personaje de Alicia Silverstone en Clueless: “As if!”. Algo así como: ¡ni de coña!

Otro documento imperdible para aprender a salirse de madre es The Punk Singer, la peli documental sobre sobre Kathleen Hannah, en especial la primera parte.

2.- Busca referentes

Este vídeo y este artículo visibilizan la necesidad de crear una Herstory (historia de las mujeres) de la tecnología.

¿Cómo sería entonces una Herstory del humor? Es importante vincularse con mujeres que ya se salieron de madre, tomaron el espacio público y exprimieron aquello de “Lo personal es político” hasta llegar a la conclusión de que todo lo público o lo político acaba siendo personal.

En mi árbol genealógico de mi herstory del humor encontré una mixtura de personajes tan insólita como la que forman: Mary Santpere, María Isbert, La Maña, Raquel Meller, Mayra Gómez Kemp, la Alaska de La Bola de Cristal, Rosa María Sardá, Roseanne Barr, Lina Morgan, Patricia Conde, Carol Burnett, La Bombi, Josele Román, Carmina Barrios, Malena Alterio, Carmen Machi, Thais Villa, Las Virtudes, Juanita Kin, Alicia Murillo. Kisten Schall, Chelsea Peretti, Mindy Kaling, Las Chicas de Oro, Leslie Knope, Liz Lemon... (Haz tu propio mapa de referencias, te sorprenderás).

En este sentido, descubrí que en nuestro país el stand up comedy había quedado muy fijado (antes de la implantación artificiosa de la mano de Emilio Aragón y Telecinco a partir de los 90 con El Club de la Comedia) a los géneros chicos del teatro considerados “picantes” como el cabaret, la revista, el music hall, representado en muchos casos por artistas asiduas a los teatros de El Paralelo barcelonés.

También descubrí que el humor reciente y reconocido por estos lares, la nueva comedia o el Posthumor, término acuñado por Jordi Costa y representado por Muchachada Nui, Venga Monjas o Miguel Noguera, era endémicamente masculino.

Lo más parecido que encontré a una posthumorista fue, una vez más fuera de casa, Charlyne Li. Ayuda mucho también apoyarse en generaciones posteriores, creando genealogías no solo del presente y del pasado sino también del futuro.

3.- Haz alianzas

Create una red de referentes y de personas con quien practicar la sororidad creativa. Mézclate, conspira en colectivo, en pareja, tríos, rinde tríbuto. La red es un lugar fantástico para encontrar aliadas. Un ejemplo magnífico de alianza es el homenaje de que el dúo de humoristas Tegan y Sarah le hacen aquí a Margaret Cho.

4.- Copia. Roba y mata

Copia a tus humoristas y a tus personajes de cabecera. Utiliza sus recursos, lenguaje y estilo hasta encontrar el tuyo propio. Yo he copiado mucho a Cristina Medina o Cristina Blanco, que trabajan con mucha retranca desde lo escénico. También he encontrado referentes humorísticos fuera del humor: grupos y cantantes como Les Biscuits Salés, Tu madre, Lorena Álvarez, Leli Loro de Los Ganglios, las Hardcute Ukelele. Todas ellas representan una suerte de posthumorismo que sí me representa.

5.- Hazte con técnicas que te den seguridad

Recursos, routines, las llaman en el stand up comedy, donde, bajo esa aparente naturalidad y espontaneidad, se detectan inmensidad de recursos escénicos y dramáticos en los que se apoyan continuamente sus ejecutantes. Dominan el sentido de la escena, del ritmo. El dominio de la técnica aporta libertad, es el punto artesano lo que catapulta o artístico.

Así que, pregútante: ¿qué sabes hacer?, ¿cuáles son tus puntos fuertes? Apóyate en ellos.

6.- Encuentra tus temas

Investiga. Encuentra correlatos concretos para hablar de esos temas tan abstractos que suelen preocuparnos. Pregúntate: ¿qué quieres plasmar en tu trabajo?, ¿qué temas te atraviesan?, ¿qué no quieres dejar fuera bajo ningún concepto?

7.- Huye del lugar común. O mejor, destrózalo

Decárale la guerra al tópico o haz una utilización transgesora de él. Ve más allá de lo obviamente incómodo. Busca la sombra. El humor empieza allí donde empieza lo oscuro. Amy Schumer, por ejemplo, es una maestra en el arte de incomodar: bajo la apariencia angélical del estereotipo de la cheerleader rubia/tonta mete bombas que dinamitan el inconsciente colectivo de los WASP.

8.- Muestra en vez de explicar

En cualquier narrativa, siempre es mejor una acción que una explicación. Construye escenas potentes que ilustren y huye del adoctrinamiento.

Este texto de la Filósofa Frívola es un muy buen ejemplo del uso del correlato, es capaz de contar con ejemplos concretos algo tan abstracto como la contradicción.

9.- Encuentra una voz (no, siquiera tiene que ser la tuya, simplemente, una).

Como dice el personaje de Hannah a sus padres en la famosa escena del primer capítulo de GIRLS: “Creo que puedo llegar a ser la voz de mi generación. O, por lo menos, una voz. De una generación”.

Solo encontrarás tu voz haciendo. Busca el error y la crítica en vez del aplauso. Sé valiente pero no temeraria, nos vuelve a decir al oído Lagarde (Marcela, no Christine). Todo el mundo tuvo un comienzo. Hasta Ellen Degeneres.

10.- Haz de tu trabajo un método de empoderamiento.

Siempre. Y ríete de ti misma. Este en verdad debería ser el punto número 1. Sin caer en la sátira destructiva ni la self deprecation, sé el primer blanco de todas tus mofas. De paso, te lo pasará pipa. Celebra. Al final del día, nuestras carcajadas son la mejor de las revanchas.

Participéen el ciclo Princesasy Darth Vaders,ofrecido en La Casa Encendida bajo el comisariado de Lucía Lijtmaer,donde se pretendía visibilizar voces nuevas femeninas en el humor. A través de una genealogía de los últimos veinte años, seexploraron y visionaron monólogos punzantes, divertidos y tremendamente contemporáneos, con las humoristas Sarah Huskins, Margaret Cho, Amy Schumer y Malena Pichot.

Si eres de las personas que dividen su tiempo por cursos en vez de por años naturales, puede que haya momentos del mes de agosto en que te dé por hacer balance. Encuentros, desencuentros, trabajos que pudieron ser, otros que no, entregas malogradas, acogidas inesperadas, nuevas amistades, rechazos, noches locas, meses en lo que todo se torció, citas que nunca tuvieron lugar, fiestas, una enfermedad superada, conciertos, pérdidas... A lo mejor el capitalismo ese que llevamos dentro es lo que nos obliga a pasar a limpio el cuaderno del debe y el haber antes del nuevo curso. ¿Quién pillara unas vacaciones como las de antaño, tres meses de aburrimiento interminable y escolar o un mes completo (sin wi fi ni perrito que te ladre) al más puro estilo familia Alcántara? No, lo más seguro es que, aún si eres tan afortunado como para tener vacaciones (seguramente no pagadas, serán más bien un hueco hecho al fueralenguismo imperante) leas esto entre unos cuantos mails por contestar, la quemazón de la promesa de ponerte con esa movida para la que nunca sacas tiempo o una ristra de artículos, libros, discos o actividades favoritas que decidiste dejar (como las bicicletas) para el verano. Así es nuestra (a veces estúpida) vida contemporánea, en continuo diálogo (por no decir cotorreo) con el trabajo y el aprendizaje. No hay tiempo para no hacer, para no ser, para no estar aprendiendo, para no comunicarte.

Así que os voy a contar, a la vez que trabajo y cumplo la promesa de socializar (es bueno compartir) una de las cosas más divertidas e interesantes que tuve la suerte de hacer durante este año. Y lo que aprendí.