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“Pa'trás, ni para tomar impulso”

El barrio 23 de enero de Caracas (Foto: Olga Rodríguez)

Olga Rodríguez

Caracas (Venezuela) —

El 23 de enero es un humilde barrio de Caracas construido sobre una colina poblada por pequeñas viviendas de ladrillo multicolores. Aquí se encuentra el Cuartel de la Montaña -en el que descansa el cuerpo de Hugo Chávez- y aquí buena parte del vecindario apoya a Chávez y a su sucesor, Nicolás Maduro.

Esta es una zona emblemática objeto de la inversión y las políticas sociales del gobierno, con centros de atención primaria y las llamadas ‘misiones’ educativas y culturales, financiadas con los beneficios de Pdvesa, la empresa estatal del petróleo.

En la plaza del Che Guevara, inaugurada hace un año, la misión cultural Corazón Abierto ofrecía ayer un recital de música y poesía y algunos vecinos hablaban entre ellos de política.

“No podemos permitirnos regresar al pasado”, dice Arquímedes, más conocido por Coco en el barrio.

“Aquí hay mucha gente que ha tenido acceso a la educación, sanidad y a una vivienda digna gracias a las misiones, con alojamiento para niños de la calle, psicólogos, cursos de agricultura o artesanía. Esto antes era un descampado donde la droga campaba a sus anchas”, indica.

“La droga no ha desaparecido, ni los chicos armados. Trabajas tú pero trabaja el traficante también. Pero ahora hay gente que se ha rehabilitado, tenemos nuestros espacios, que gestionamos nosotros, nuestro tejido social, nuestras ayudas, nuestros jardines”, añade.

El centro social

En el 23 de enero hay un centro social que en el año 2005 fue literalmente tomado por los vecinos. Antes era un cuartel policial.

“Esto era uno de los mayores centros de represión de Caracas. Lo fue durante 35 años, reprimía a los luchadores sociales. En el año 2005 a nosotros nos tocó meternos aquí. Quisimos hacerlo de otra manera, pero la policía nunca entendió, así que nos tocó sacar de aquí a 39 policías y ahí empezó nuestro proceso de transformación de este espacio”, dice Lupe, de la Coordinadora Simón Bolivar, señalando la fachada del centro, decorada con retratos pintados del Che Guevara y de Simón Bolivar.

“Aquí tenemos nuestra radio comunitaria, nuestra librería, nuestro centro informático con más de sesenta ordenadores, nuestra cafetería con café venezolano, nuestro lugar de encuentro donde realizamos charlas y foros y donde nos organizamos. Además tenemos las misiones educativas. Esto se lo debemos a la revolución. Ahorita tenemos espacios recuperados y humanizados, completamente gratis, y modos de seguir fortaleciéndonos. Podemos respirar, vivir tranquilos, sin represión”, señala.

“Hay gente que vivía en los cerros y que obtuvo vivienda gratis. La misión vivienda entrega casas a las familias. También se ha gestionado el tema de la recogida de basura”, cuenta Lupe.

Gente como ella representa uno de los perfiles de los defensores del chavismo que se movilizan para votar.

“Antes no éramos nadie. Yo no era nadie, no éramos nadie. Ahora no podemos permitirnos ir pa’trás ni para tomar impulso”, murmura Arquímedes.

El desabastecimiento

En algunos supermercados venezolanos es difícil encontrar determinados productos muy preciados, como la harina para hacer arepas, típicas de este país. El desabastecimiento ha sido uno de los puntos más abordados y criticados por la oposición en esta campaña electoral. En su cierre de campaña, Nicolás Maduro culpó a “la guerra de la burguesía” de la escasez de algunos productos y prometió controlarla.

Hablando con Arquímedes mientras paseamos por el 23 de enero, sale este tema.

“La harina que hace la arepa es como la vida de uno. Los que traen los productos de fuera, o los que distribuyen, la esconden, sacan un poquito solo. Eso mismo se lo hicieron a Allende. Es un manual que tienen ellos. Pero aquí la gente ha resistido. Lo que pasa es que a veces la gente no identifica que el culpable es el especulador”, explica Arquímedes, que habita en una de las casas amontonadas en la colina.

“Lo que aquí hay lo hemos hecho nosotros. El gobierno nos amparó pero la gestión y el espacio son nuestros. Esto es lo importante. Es nuestro logro, con un respaldo detrás que nos lo facilitó”, destaca Lupe.

Con las políticas sociales financiadas a través del petróleo venezolano se ha erradicado prácticamente el analfabetismo en el país, la pobreza se ha reducido y la desigualdad se ha situado en el nivel más bajo de toda Latinoamérica y el Caribe, según el coeficiento Gini. Esto explica en parte la popularidad de Hugo Chávez y de su legado.

“Es por ello que mucha gente del 23 de enero hemos votado por Maduro”, comentan los vecinos de este barrio. Tras ello se han reunido en la plaza Che Guevara para esperar los resultados. ‘Y celebrarlos“, dicen. Es a ellos a quienes el candidato chavista habla a menudo en mensajes como este, pronunciado el pasado jueves por Maduro en el cierre de campaña:

“Llamo a la clase obrera y a los campesinos y a los hombres y mujeres de los barrios, a sus grupos culturales, deportivos, colectivos: Alerta máxima, sin caer en provocaciones y en paz, pero alerta máxima porque les están preparando [en referencia a la oposición]”, advirtió Maduro. “Si nos buscan con un golpe de estado haremos una revolución más profunda que esta”.

“Chávez apostó por una revolución pacífica cuando muchos solo creíamos en la vía de la fuerza. Eso es muy importante”, confiesa un vecino del 23 de enero.

Arquímedes lo expresa así:

“Cuando fue el golpe en el año 2002 nosotros bajamos desde esta colina a mostrar nuestro apoyo, nos apuntaban con las armas los golpistas, pero fuimos en riadas sin más nada que nuestras manos y nuestra fuerza. Claro que aquí hay problemas serios, no todo es bonito, pero esto es una revolución y no podemos dejarla escapar”.

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