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Trump pide mano dura contra las protestas y convierte la Casa Blanca en un 'búnker electoral'

Manifestantes lanzan fuegos artificiales en Washington DC.

Javier Biosca Azcoiti

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El viernes por la noche, tras una larga jornada de protestas en Washington DC, centenares de manifestantes se agolparon en las inmediaciones de la Casa Blanca. Gritaban contra el presidente y lanzaban algunos objetos. Los agentes del Servicio Secreto decidieron trasladar a Trump al búnker de la Casa Blanca, un refugio subterráneo utilizado en otras ocasiones de peligro, como los atentados del 11 de septiembre de 2001.

El episodio ayuda a comprender mejor sus tuits del día siguiente: “Gran trabajo anoche del Servicio Secreto en la Casa Blanca. Yo estaba dentro, vi cada movimiento y no me pude sentir más seguro. Dejaron a los ‘manifestantes’ protestar y gritar todo lo que querían, pero cuando alguno se pasaba de la raya, le daban duro”, afirmó. “Nadie estuvo cerca de pasar la valla y si lo hubiesen estado, les hubiesen recibido los perros más feroces y las peores armas que nunca he visto”.

Trump ha convertido la Casa Blanca en un búnker desde el cual fomenta el uso de la fuerza para reprimir las protestas y pide más mano dura contra los manifestantes que precisamente se han levantado contra el racismo y el abuso policial. De camino, ataca a sus rivales demócratas en año electoral. El comandante en jefe se ha convertido en ‘polarizador en jefe’, agitando las llamas de un país enfurecido tras la muerte de Geroge Floyd. Floyd murió tras ser asfixiado por un policía de Minneapolis que le hincó la rodilla en el cuello durante 8 minutos y no la levantó ni siquiera para tomarle el pulso cuando ya estaba desmayado.

Mark Bray, autor del libro ‘Antifa: el manual antifascista’ (Capitán Swing) sostiene que la estrategia del presidente “es distraer la atención de la rebelión con más alcance del último medio siglo y de los factores económicos, raciales y sociales que llevaron a la muerte Floyd y otras tantas personas”.

“En términos de su objetivo, está claro que mantenerse en el poder es su primera prioridad. Habiendo perdido el voto popular en las elecciones de 2016 y tras enemistarse con buena parte de su partido, su único camino a la victoria electoral es continuar radicalizando al aproximadamente 30% de la población que son sus seguidores más fieles”, sostiene Guy Emerson Mount, profesor de historia afroamericana en la Universidad de Auburn, Alabama. “Todo el Partido Republicano depende ahora de esta porción del electorado”.

Tras aquel rato de viernes noche en el búnker real de la Casa Blanca, Trump animó a sus seguidores a reunirse el sábado por la noche en el mismo lugar –con la confrontación previsible que eso hubiese provocado–: “¿Hoy tengo entendido que hay noche MAGA [Make America Great Again] en la Casa Blanca?”. Preguntado si estaba llamando a una contramanifestación, el presidente contestó: “No, no quiero. No me importa”. “Solo estaba preguntando, pero no tengo ni idea si van a estar aquí. Por cierto, ellos quieren a los afroamericanos, los quieren”.

“Panda de patanes”

Muchos han acusado a Trump de amenazar e incluso fomentar la violencia: “Cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”, tuiteó el viernes. Lejos de retractarse, desde entonces se ha reafirmado e incluso ha pedido más mano dura. Trump alega que aquella frase no era una declaración de intenciones, sino un simple hecho. Se le olvidó mencionar, sin embargo, que estaba parafraseando al jefe de la policía de Miami en 1967. “No nos importa ser acusados de brutalidad policial”, añadió el policía con un pasado polémico en materia de derechos civiles. 

“Tenéis que dominar. Si no domináis, estáis perdiendo el tiempo. Van a pasaros por encima y vais a parecer una panda de patanes” [jerks, en inglés, que también suele traducirse como 'gilipollas'], ha afirmado Trump este lunes en una videoconferencia con los gobernadores del país, según informa The New York Times, que ha tenido acceso a los audios. “Tenéis que arrestar a gente, juzgarla y tienen que ir a la cárcel durante mucho tiempo”, ha añadido.

El presidente advirtió durante el fin de semana que el Servicio Secreto, encargado de la protección del jefe del ejecutivo, está deseando entrar en acción. “Muchos agentes del servicio secreto están simplemente esperando a la acción”, tuiteó, añadiendo una frase que supuestamente le había dicho uno de ellos: “Ponemos a los más jóvenes en primera línea, señor. Les encanta”.

“Los alcaldes y gobernadores tienen que ponerse mucho más duros o, de lo contrario, el Gobierno federal intervendrá y hará lo que tiene que hacer, y eso incluye utilizar el poder sin límites de nuestro Ejército y muchas detenciones”, afirmó el sábado. Trump también ha animado a los gobernadores a hacer uso de la Guardia Nacional, una fuerza de reserva compuesta por voluntarios de los cuales ya hay desplegados 17.000 para luchar contra las manifestaciones.

En una perspectiva más amplia, Mount explica que la respuesta de Trump tampoco es tan diferente a la del resto de presidentes que se han tenido que enfrentar a protestas similares contra el racismo. “El manual de todos los presidentes estadounidenses es ignorar las cosas todo lo posible, condenar la brutalidad policial como una anomalía desafortunada y apuntar con el dedo a aquellos que piden un cambio en el sistema diciendo que su método de protesta es violento e injustificado”, sostiene.

No es la primera vez que Trump hace declaraciones polémicas sobre el uso de la fuerza por parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. “Por favor, no seáis demasiado amables”, afirmaba Trump en un acto con la Policía en julio de 2017. “Como cuando metéis a alguien en el coche y le protegéis la cabeza con la mano cuando acaban de matar a alguien... podéis quitar esa mano, ¿vale?”, añadió.

Por otro lado, el presidente también ha criminalizado a los manifestantes, acusándolos de estar organizados, llamándolos “matones” y amenazando con declarar Antifa organización terrorista. “Antifa es un movimiento descentralizado y social-revolucionaro de autodefensa contra la extrema derecha compuesto por un grupo de comunistas, anarquistas y socialistas. No es una organización. Yo suelo utilizar el ejemplo del socialismo: aunque haya organizaciones socialistas, el socialismo no es una organización por sí misma”, sostiene Bray. El objetivo final, según él, es criminalizar una amplia coalición de tendencias políticas a la izquierda del Partido Demócrata.

“Aunque no estés de acuerdo, el destrozo de propiedades nos fuerza a confrontar el legado de la supremacía blanca y brutalidad policial. Si cambias la narrativa de la brutalidad a una teoría de la conspiración hacia estos grupos, desvinculas la destrucción de la injusticia y haces desaparecer las condiciones que llevan a estas reivindicaciones”, sostiene Bray.

Mount sostiene que a pesar de las descripciones que hace el presidente, “esta revuelta no es una multitud de saqueadores sin cerebro. Los manifestantes están eligiendo objetivos calculados y simbólicos de injusticia histórica: comisarías, juzgados, tiendas de lujo, monumentos confederados y, quizá lo más significativo, un edificio usado para vender esclavos”.

Trump ha acusado este lunes al equipo de Joe Biden de pagar la fianza de los detenidos en las manifestaciones de Minneapolis. Miembros de campaña de Biden han donado dinero a la organización Freedom Fund, que lucha contra la institución de la fianza económica y que paga las fianzas de presos para evitar la prisión preventiva. “La gente del adormilado Joe Biden son tan radicales de izquierdas que están trabajando para sacar a los anarquistas de la cárcel. Joe no sabe nada de esto, no tiene ni idea, pero ellos serán el poder real y no Joe”.

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