El votante republicano y la Administración Trump conviven en una simbiosis casi absoluta. El presidente entra en la Convención Nacional Republicana de este lunes con una popularidad del 90% entre el electorado conservador estadounidense, según recoge una reciente encuesta de Gallup. A pesar de sus excentricidades, Trump se ha hecho con el control del partido, pero aún quedan bastiones conservadores rebeldes que están peleando estos días por frustrar la reelección del presidente en noviembre: de los viejos miembros del partido que han participado en la convención demócrata, los conservadores que han organizado una convención contra Trump paralela a la republicana y otros grupos como el Lincoln Project, que ha conseguido recaudar más de 16 millones de dólares para invertirlos contra el presidente.
Desde su cuenta de Twitter, Trump arremete contra disidentes y dubitativos mientras intenta reducir, como ocurrió en 2016, la distancia en las encuestas con el candidato demócrata a la presidencia Joe Biden, que actualmente tiene una ventaja de casi ocho puntos en la media de encuestas realizada por Real Clear Politics. “Todos estuvieron equivocados en 2016. Han estado equivocados en cada una de las encuestas que he visto”“, recordaba recientemente el presidente. ”Los cuatro republicanos que participaron en la convención demócrata son solo los tontos útiles de la izquierda radical“, afirmó la campaña del presidente, que añadía una breve y descarnada descripción de cada uno de ellos.
Misión: derrotar a Trump
En un contexto de escasez propositiva en el espectro republicano, un grupo de conservadores ha iniciado una campaña contra el actual presidente de Estados Unidos. Bajo el lema “Nunca Trump”, The Lincoln Project ha conseguido recaudar más de 16 millones de dólares, según datos de la Comisión de Elecciones Federales, que ha empleado en campañas publicitarias en redes sociales contra el presidente. Open Secrets ha tasado el gasto en publicidad contra Trump y su equipo en más de 10,5 millones de dólares. Los anuncios reciben centenares de miles de visitas y ya han despertado la ira del presidente. “Son todos unos perdedores”, aseguraba Trump en Twitter.
The Lincoln Project es un comité de acción política fundado por conservadores que “ha pasado más de 200 años eligiendo republicanos”. Ahora, lejos de casar con las ideas del gabinete de la Casa Blanca, tiene la misión de “derrotar al presidente Trump”. Apelando a la figura del que fuera presidente de los Estados Unidos y personaje fundamental para comprender el proceso político del país, la plataforma ha declarado que el “trumpismo” es un “peligro para la Constitución y la República”, y por ello han iniciado una campaña, también, contra los miembros republicanos que han “copiado la crueldad de Trump y defendido, incluso adoptado, su corrupción”.
Varios senadores republicanos también están en la diana de la organización. The Lincoln Project ha gastado cerca de 7 millones de dólares en campañas contra Donald Trump y otros tres millones en publicidad crítica con Susan Collins, Mitch McConnell, Joni Ernst y hasta 11 republicanos más.
En su empeño por derrotar al actual presidente en las próximas elecciones de noviembre, la plataforma ha decidido apoyar abierta y económicamente al candidato demócrata y principal rival de Trump, Joe Biden, uniéndose así a otros comités de acción política del arco conservador que han apostado por el que fuera vicepresidente de Barack Obama.
La escuela de los Bush contra el “Make America Great Again”
Tras el Lincoln Project se encuentran ocho antiguos miembros del Partido Republicano, entre los que destacan George Conway, abogado republicano, Steve Schmidt y Reed Galen, estrategas políticos que trabajaron para las campañas de George W. Bush, y Rick Wilson, “Field Director” de la campaña de H.W. Bush en 1988. Muchos de los principales activistas de la plataforma han estado ligados, de una u otra forma, a las administraciones de la familia Bush y, algunos, incluso, se han alejado del Partido Republicano tras la victoria e imposición del discurso Trumpista.
“Hemos sido, y somos, abiertamente conservadores (o liberales) en nuestras políticas”, aseguran desde la plataforma en una carta de presentación en la que destacan también que sus “diferencias” con el Partido Demócrata no prevalecen sobre su “fidelidad a la Constitución”.
La ironía y la mofa protagonizan la estrategia propagandística con la que The Lincoln Project carga contra el presidente, quien, en otras ocasiones, ya se ha mostrado volátil y fácilmente irritable. “Nuestros esfuerzos se centran en persuadir a los conservadores descontentos (…) y garantizar una victoria y unas mayorías que impidan violaciones a la Constitución”, proclaman desde el comité.
Guerra en las convenciones
Este lunes, coincidiendo con la apertura de la Convención Nacional Republicana, arranca también la Convención sobre los Principios Fundadores, organizada contra el presidente. Las fechas no han sido elegidas al azar, ya que el evento está diseñado para contraprogramar la más que probable reelección de Trump como candidato a presidente y de Mike Pence como vicepresidente. Ambas convenciones se desarrollarán del 24 al 27 de agosto.
Entre los conferenciantes de la convención paralela destaca la presencia de políticos y representantes republicanos que, lejos de casar con los ideales del trumpismo, se han posicionado abiertamente en contra de su discurso. Es aquí donde encontramos a Mark Sanford, excandidato y rival republicano de Trump, a Carlos Gutiérrez, antiguo secretario de Comercio durante la presidencia de George W. Bush y a Christine Todd Whitman, exgobernadora republicana de Nueva Jersey, entre otros. Anthony Scaramucci, director de comunicación de la Casa Blanca durante once días en agosto de 2019, será una de las voces principales.
En el evento contra el presidente también participarán James Comey, antiguo director del FBI, y Michael Hayden, exdirector de la CIA y la NSA. El papel del primero en las investigaciones sobre los emails de Hillary Clinton, las interferencias rusas en las elecciones presidenciales de 2016 y cómo todo ello pudo afectar a la victoria de Donald Trump acabaron costándole el puesto en una decisión que el presidente justificó acogiéndose a la “politización” de la investigación. El caso planteó y sigue planteando dudas acerca de la independencia que ciertos organismos federales mantienen con la administración de Trump.
Durante la convención demócrata del pasado 17 de agosto también se pudieron escuchar voces del espectro republicano críticas con la gestión de Donald Trump y que ya han manifestado su apoyo a la candidatura de Joe Biden. Es el caso de John Kasich, exgobernador de Ohio, Meg Whitman, excandidata a gobernadora de California, o la que fuera gobernadora de Nueva Jersey, Christine Todd Whitman, quien aseguró que el país necesita “una persona que pueda trabajar para todos. Republicanos y demócratas” y que “Donald Trump no es esa persona, Joe Biden sí”.
Kasich, durante su intervención, admitió que ninguno de los partidos tiene “las respuestas a todas las preguntas”, pero que “la experiencia, la sabiduría y la decencia” de Biden podría ayudar a encontrar una solución más amplia.
El turno de los republicanos lo cerró Susan Molinari, la excongresista, que mantiene cierta amistad con Biden, tildó la gestión de Trump de “decepcionante” al tiempo que aseguró que el candidato demócrata es “exactamente lo que necesita la nación ahora mismo”.
Trump, contra los pesos pesados del partido
El carácter tajante del presidente de Estados Unidos dificulta la irrupción de voces críticas con la gestión realizada desde 2016. El apoyo casi homogéneo que despierta Trump y la falta de líderes en el espectro conservador plantean dudas sobre el futuro del partido si se pierde la reelección. Y es que ha sido el presidente quien ha tratado de acallar las voces discordantes de, incluso, pesos pesados del Partido Republicano como John McCain y Mitt Romney, entre otros.
John McCain, candidato republicano que se enfrentó a Obama en las presidenciales de 2008 y antiguo prisionero de guerra, mantuvo varios enfrentamientos con Trump, quien llegó a cuestionar el papel del primero en la guerra de Vietnam. “A mí me gustan las personas que no fueron capturadas”, aseguró el actual presidente. McCain fue apresado y torturado durante cinco años y medio y es considerado un “héroe de guerra”. Aquel episodio despertó una enemistad entre ambos que acabó tornándose en un conflicto abierto dentro del Partido Republicano cuando McCain criticó a Trump por felicitar la victoria electoral de Putin en Rusia. “Un presidente no debe felicitar a los dictadores”, aseguró el exmilitar antes de fallecer en 2018.
Mitt Romney votó a favor del impeachment contra Trump en diciembre de 2019, pero el conflicto es anterior. El exgobernador de Massachusetts calificó al actual líder del Partido Republicano de “fraude” en 2016, antes de que la victoria de Trump estableciera una tregua que ha venido respetándose hasta finales de 2019. El alto el fuego terminó después de que el jefe del ejecutivo estadounidense animase a investigar a Joe Biden. Entonces Romney catalogó los comentarios de Trump de “equivocados y vergonzosos”, a lo que el presidente respondió llamando “pomposo” al político republicano.
Scaramucci criticó públicamente los comentarios “racistas e inaceptables” que profirió el presidente contra la congresista demócrata negra Ilhan Omar. Tras este primer episodio, Anthony Scaramucci acabó desmarcándose definitivamente del discurso de Trump al señalar la falta de empatía que había mostrado el presidente durante un mitin que realizó en El Paso tras el tiroteo que acabó con la vida de 22 personas. Considerado íntimo amigo de Donald Trump hasta su salida de la administración republicana, el exmiembro del gabinete se ha declarado abiertamente contrario al rumbo tomado en los últimos meses por el presidente y su séquito.
Sea apelando a la figura de Abraham Lincoln y en un tono satírico o “contraprogamando” una convención, los republicanos anti-Trump han comenzado a crear espacios críticos con la administración del presidente, lugares donde no cabe el racismo, la desigualdad y el machismo que muchas veces se esconden tras el “Make America Great Again”. Y es que la grandeza de un país puede determinarse, también, por la tolerancia de sus líderes.