La portada de mañana
Acceder
Israel no da respiro a la población de Gaza mientras se dilatan las negociaciones
Los salarios más altos aportarán una “cuota de solidaridad” para pensiones
Opinión - Por el WhatsApp muere el pez. Por Isaac Rosa

¿Quién es el blanco predilecto de ISIS?

Rawan Awad era una joven de origen libanés de 22 años y compaginaba su trabajo como profesora de inglés con el estudio de un doctorado en educación especial en la Universidad Libanesa de Beirut. Uno de sus sueños era crear un centro escolar para niños con problemas en el aprendizaje. Terminó el instituto con tan solo 16 años. Su mente privilegiada hizo que sus profesores la adelantaran dos cursos con respecto al resto de sus compañeros.

Murió hace apenas dos semanas en los atentados de Bourj al Barajne, un barrio de mayoría chií de los suburbios del sur de Beirut. Este lugar ha sufrido ataque en muchas ocasiones. Es un feudo del partido Hizbolá y ha sido castigado duramente por los yihadistas por ser uno de los principales apoyos del régimen sirio desde que comenzó la guerra siria en 2011. Entre julio de 2013 y febrero de 2014, se cometieron nueve atentados en barrios adeptos al partido. La mayoría de las víctimas eran civiles.

El día que falleció Rawan se quedó hasta tarde en la escuela. Tenía que terminar de corregir algunos exámenes. Al salir, dos miembros de ISIS hicieron estallar sus cinturones con explosivos. Rawan murió igual que otras 41 personas. 320 resultaron heridas.

Su madre y sus dos hermanas la llamaron al móvil. Un trabajador de los equipos de rescate respondió y les dijo que había encontrado el teléfono entre los escombros. La buscaron en varios hospitales hasta que encontraron que una persona llamada Rawan iba a ser operada de urgencia. “Esperamos un rato que se nos hizo eterno hasta que nos confirmaron que no era ella”, cuenta su hermana.

Todavía no pueden creerse que su niña, la de la eterna sonrisa según dicen, ya no esté. Critican que los medios de comunicación internacionales relacionen el Islam, la fe que tanto Rawan como su familia profesan, con el terrorismo. Según ellas, esto es consecuencia “del profundo desconocimiento e ignorancia que la gente tiene de su religión y su verdadero espíritu”.

El ejército acordonó la zona y cuatro grupos de la Cruz Roja Libanesa fueron a socorrer a las víctimas. Jazmina, que trabaja como voluntaria desde hace varios años para la organización pasó mucho miedo: “Fue un caos total. Es un sitio muy pequeño. Con muchísima gente concentrada. Los terroristas siempre meten el primer bombazo y cuando acude la muchedumbre, explota el siguiente. Mis compañeros fueron a socorrer a un hombre que había muerto antes de inmolarse, pudieron ver su cinturón”, dice.

Según la cooperante libanesa, los soldados disparaban al aire para dispersar a la multitud por temor a un tercer atentado. “También temíamos que nos cayeran los casquillos en la cabeza, fue horrible”. Su grupo consiguió trasladar al hospital a cuatro heridos. “Tardábamos mucho en salir. Las avalanchas de gente huyendo, gritando de un lado a otro desesperada buscando a algún familiar entre los muertos nos impedían el paso hacia fuera y ralentizaban la ayuda”.

Miedo al terror en París y Oriente Medio

Tras los atentados de París, comenzaron las ceremonias y los actos conmemorativos. Los perfiles de Facebook con los colores de la bandera francófona. Los mensajes de apoyo incondicional a las víctimas. Aunque por otro lado, muchos a través de las redes sociales han manifestado su enfado. Se preguntan por qué las víctimas de otros lugares no reciben ese calor y apoyo. Algunos se preguntan si es que acaso es menos horrible cuando los yihadistas destruyen un lugar que en otro.

“Nací en Líbano y me mudé con 21 años a Francia. Mis raíces son árabes. Sin embargo, profesionalmente he crecido en París y también siento que pertenezco a este lugar. El pueblo francés me ha demostrado que lo más importante no es de dónde provengo sino quién soy”, cuenta Samer Yammine.

Este ingeniero franco-libanés no se ha sentido rechazado personalmente por sus orígenes. Sí le han dolido los comentarios racistas que ha podido leer en las redes sociales. Ha estado doblemente afectado por ambos atentados aunque reconoce que el de París le ha impactado mucho más. “Desafortunadamente no me sorprende lo que ocurrió en Beirut, estamos demasiado acostumbrados a ello”.

Opina que los medios internacionales están enormemente influenciados por los países del primer mundo como es el caso de Francia. De eso no tiene duda. Sin embargo, asegura que “los medios buscan que el espectador consuma lo que producen. A nadie le interesa un atentado en Beirut. Pasa con bastante frecuencia. Pero un atentado en París es tan inusual que llama la atención del público”.

Su crítica va más allá. “Los países desarrollados obtienen petróleo muchas veces a través de la financiación indirecta a organizaciones terroristas. La economía funciona así. Por ejemplo el armamento pesado que se utiliza en Siria o Irak fue facilitado por Estados Unidos para derrotar al régimen sirio”, afirma con rotundidad.

La islamofobia crece en Europa

En Francia viven más de cinco millones de musulmanes. Una de las consecuencias más inmediatas de lo sucedido es la oleada de islamofobia que crece en los países europeos, y especialmente en Francia. Según un informe del Consejo de Europa en 2005, el término significa “el temor o los prejuicios hacia el Islam, los musulmanes y todo lo relacionado con ellos. Ya tome la forma de manifestaciones cotidianas de racismo y discriminación u otras formas más violentas, la islamofobia constituye una violación de los derechos humanos y una amenaza para la cohesión social”.

Houssein Amazoule es español de origen marroquí. Ha pasado gran parte de su vida en España y hace un tiempo que se ha mudado a Orleans, a algo más de cien kilómetros de París. Es soldador. Cuando ocurrieron los atentados él se encontraba en España visitando a su familia. Desde su regreso, ha notado el rechazo y la discriminación de sus vecinos: “Cuando cojo el autobús o el metro siento como todo el mundo me mira con asco. Escucho los murmullos. Supongo que será el miedo. Intento explicarles que el Islam no tiene nada que ver con el terrorismo, pero aquí hay mucha ignorancia”, cuenta.

Se ha planteado volver a Madrid donde dice encontrarse más tranquilo y menos señalado. “La situación que estamos viviendo aquí los musulmanes es muy desagradable”. Aun así, se siente afortunado con sus compañeros de trabajo franceses que según el joven le han ayudado mucho. No quiere generalizar. A algunos de ellos los considera verdaderos amigos y les agradece su apoyo desde el primer momento. “He tenido muchísima suerte. Desde que llegué a Francia, ellos me acogieron como a uno más”.

Pablo Sapag es profesor investigador de la Universidad Complutense de Madrid y del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile. Conoce muy bien la realidad de Oriente Medio. Ha sido también corresponsal en muchos de los países de la zona.

Sapag considera deshonesta la forma en la que se está tratando la información. Se ha justificado la excesiva difusión de los atentados en Paris por una cuestión de cercanía cultural. El profesor no opina lo mismo: “Se parece más Líbano a España que España a Francia o a EEUU, que además está mucho más lejos geográficamente. Sin embargo, esa cercanía con un país mediterráneo como Líbano o Siria se oculta en los medios. Se trabaja con tópicos y con ideas preconcebidas, con lo que el gran pensador Edward Said llamaba orientalismo. Yo me atrevería a decir que incluso hay racismo informativo. Es un escándalo”.

El experto en relaciones internacionales afirma que la opinión pública está siendo engañada por los gobiernos y los medios de comunicación. “No se quiere decir que la mayoría de los miembros del Estado Islámico son europeos. Se sigue presentando al Estado Islámico como una organización territorializada en Irak y Siria cuando en realidad es global. Por eso estos días gobiernos y medios de comunicación insisten en llamarle ISIS, ISIL o DAESH, cuando dejó de responder a esas siglas en junio de 2014. El Estado Islámico, que así se llama, tiene vocación global y no territorial. Mientras eso se siga ocultando, poco o nada se podrá hacer para abordar la amenaza que conlleva”.