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Dentro de un búnker en Copenhague: Dinamarca desempolva sus antiguos refugios por la amenaza rusa

La entrada de un búnker en el barrio de
Vesterbro, en Copenhague, junto a un parque infantil

Òscar Gelis Pons

Copenhague —
15 de agosto de 2024 21:43 h

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Bajo parques, plazas y calles de Copenhague yacen, prácticamente inadvertidas, reliquias del pasado que el Gobierno de Dinamarca ha empezado a desempolvar. Una de ellas se encuentra en el patio de una escuela en el barrio de Vesterbro, escondida entre las malas hierbas y cubierta de grafitis. Una puerta metálica situada a pie de calle se abre y da lugar a un agujero con unas empinadas escaleras subterráneas.

Dentro del búnker la oscuridad es total y la humedad deja mojadas las gruesas paredes de sólido hormigón. El techo tiene dos metros y medio de alto y el espacio es de 30 metros cuadrados. En caso de que hubiera un ataque del que resguardarse, las comodidades son mínimas.

Este refugio antibombas está pensado para 50 personas, es decir, menos de un metro cuadrado por cada una. En el centro de la sala hay unos bancos, y en el techo una salida de emergencia. El búnker fue construido en el año 1942, en plena Guerra Mundial. Más tarde, durante la Guerra Fría, se instaló un filtro de arena para proteger de la radicación nuclear.

Podría parecer que los refugios antiaéreos son una página del pasado de la capital danesa. Sin embargo, tras la invasión rusa a gran escala de Ucrania, el Parlamento de Dinamarca pidió el recuento de todos los refugios antiaéreos que hay en el país para saber cuántos están hoy operativos. La última vez que se hizo este inventario fue en 2002, poco después de los atentados del 11-S en Estados Unidos. El Ministerio de Defensa subraya que no existe ahora una amenaza militar convencional contra Dinamarca, pero las autoridades han empezado a dar pasos para aumentar la preparación de los ciudadanos en caso de una crisis o una guerra en el país nórdico.

Refugio para 3,6 millones de ciudadanos

La Agencia Danesa de Gestión de Emergencias ha tardado dos años en elaborar el recuento, y concluye que hay búnkers para dar refugio a 3,6 millones de personas, lo que supone un 61% de la población actual del país.

En el informe se distingue entre dos tipos de refugios. Los primeros son los “Sikringsrum” (salas de seguridad), de obligada construcción entre 1950 y 1994 en todos los edificios. En tiempo de paz, estas salas en los sótanos de las casas se utilizan como trasteros, lavanderías o espacios para guardar las bicicletas. Pero, si hay una emergencia, deben ser vaciadas en un plazo de 24 a 48 horas, según establezca el Ministerio de Defensa. El informe describe que hay 3,4 millones de plazas en este tipo de refugios.

El segundo tipo son los búnkers públicos, como el de Vesterbro, situados en el subsuelo de las ciudades y pensados para proteger a los ciudadanos mientras estén fuera de sus casas. Estos búnkers están gestionados por el Servicio de Emergencias, que ha informado de que en Copenhague quedan 1.000 refugios de los 6.000 que se construyeron originalmente.

A pesar de que las paredes de estos búnkers tienen ya más de 70 años, Tim Ole Simonsen, jefe de operaciones del Servicio de Emergencia en la región de la capital, cree que las construcciones aún podrían resistir el estallido de las bombas con el armamento actual. Sin embargo, señala que el mayor problema es que “algunos búnkers hay que limpiarlos, ya que pueden estar llenos de agua, de ratas muertas o con moho en las paredes, pero de momento faltan los recursos para hacer ese trabajo”. En otros casos, según Simonsen, los búnkers sirven a los vecinos para realizar todo tipo de actividades, desde cabinas de ensayo para músicos, galerías de exposiciones de arte y hasta un club de catadores de vino, “por lo que, en caso de necesitarlos, se deberían vaciar para poder utilizarlos otra vez como refugios”.

Otro de los problemas que señala el jefe de emergencias es la localización de esta red de antiguos refugios, ya que fueron construidos en los lugares más concurridos de la ciudad hace décadas, como las estaciones de los desaparecidos tranvías: “Ahora la ciudad ha cambiado mucho y en los nuevos barrios donde vive mucha gente no existen búnkers”, explica Simonsen.

Cómo sobrevivir tres días en casa  

En paralelo al recuento de los refugios antiaéreos, el Ministerio de Defensa hizo en junio un llamamiento sorprendente. El viceprimer ministro y ministro de Defensa, Troels Lund Poulsen, pidió a los ciudadanos que se prepararan en casa para “valerse por sí mismos durante tres días en una situación de crisis”. De este modo, las autoridades recomendaron a la población que almacenase agua embotellada, comida en lata y medicamentos, así como radios y pilas para seguir la información en caso de una emergencia. El Ministerio explicó que estas recomendaciones se basaban en las informaciones de los servicios secretos daneses, que meses atrás habían alertado en su evaluación de riesgos de que las amenazas contra el país son las más graves en los últimos 30 años. El informe hace referencia a la invasión rusa de Ucrania y a los ciberataques de Rusia y China, además del terrorismo y la inestabilidad en Oriente Próximo.

La preocupación del Ministerio de Defensa viene dada sobre todo por una guerra híbrida lanzada por Rusia, con algunos incidentes alarmantes, y a raíz del papel protagonista del país nórdico en la donación de armamento para Ucrania. En mayo de 2023, 22 empresas danesas del sector de la energía fueron víctimas de un ciberataque que afectó al suministro de 100.000 hogares. Al mismo tiempo, se han registrado varios episodios con drones de origen desconocido sobrevolando los yacimientos de gas y petróleo daneses en el Mar del Norte. Además, apuntan los informes de Defensa, en una sociedad altamente digitalizada y cada día más dependiente de la red de energía eléctrica, se han creado nuevas vulnerabilidades en las infraestructuras que podrían dejar el país paralizado.

El hecho de que en los medios de comunicación y en el Parlamento se vuelva a hablar de búnkers antiaéreos y de preparación para sobrevivir a crisis ha levantado el debate sobre si medidas como estas crean un alarmismo injustificado.

Tim Ole Simonsen constata el interés creciente sobre los refugios antiaéreos: “Desde que empezó la guerra en Ucrania, hemos recibido más de 1.000 preguntas de ciudadanos relacionadas con los búnkers”, dice. Según Lene Sandberg, investigadora sobre seguridad y protección social en la Universidad de Copenhague, “es normal que los ciudadanos sientan curiosidad y quieran saber qué recomiendan las autoridades. Es importante que la comunicación sea abierta y transparente, ya que, en algunos grupos, la falta de información puede generar incertidumbre”.

En medios de comunicación también se ha apuntado que países vecinos como Suecia y Finlandia hace años que cuentan con protocolos de actuación y campañas de preparación para los ciudadanos en caso de todo tipo de emergencias, un aspecto en el que Dinamarca se ha quedado atrás. En una entrevista para el diario Berlingske, el experto en seguridad y supervivencia Tim Ustrup dice: “Al fin y al cabo, no tenemos que olvidar que la resiliencia de los ciudadanos es uno de los requisitos que los estados miembros de la OTAN deben cumplir”.

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