El Rhosus –el origen de la catástrofe de Beirut– es solo uno de los cientos de buques abandonados que existen actualmente en todo el mundo. Su historia de deudas, embargos, marineros descontentos y averías es un relato que se repite desde hace décadas.
El 23 de septiembre de 2013, el Rhosus zarpó de Batumi, Georgia, con destino a Beira, Mozambique, transportando 2.750 toneladas de nitrato de amonio, según The Arrest News, un boletín que recoge información sobre barcos bloqueados en puerto. En octubre, el buque se vio obligado a desembarcar en Beirut por razones todavía sin aclarar, pero fue detenido por las autoridades portuarias. Parte de la tripulación fue repatriada y el propietario se declaró en quiebra y abandonó el barco. El resto de la tripulación del Rhosus se quedó pronto sin provisiones, pero no pudo desembarcar debido a restricciones de inmigración, según Baroudi & Associates, el bufete de abogados que representa a los acreedores del Rhosus. Los abogados dicen haber argumentado a favor de la repatriación de la tripulación, debido al peligro que representaba la carga, y un juez en Beirut permitió su regreso a casa después de haber estado atrapados a bordo del barco durante un año. La carga fue llevada a tierra en 2014 y colocada en un edificio, Hangar 12, en el puerto, de conformidad con una orden judicial. Allí permaneció hasta que el pasado martes explotó. Ahora el país vive un cruce de acusaciones buscando a los responsables últimos de la tragedia.
El fenómeno de los barcos abandonados (la mayor parte de las veces con cargas y marineros a bordo) es bien conocido. Hasta 2018 había casi 5.000 marinos –la mayoría hombres— en un total de 336 buques registrados como abandonados desde 2004 por la Organización Marítima Internacional (OMI). Tanto es así que existe una novela sobre este tema (The ordinary seaman, de Francisco Goldman).
Cuando se abandona a la gente de mar, a menudo está a merced de organizaciones benéficas, que actúan como intermediarios y ayudan a sus familias, como The Mission to Seafarers y Human Rights at Sea. En algunas ocasiones, estas personas permanecen años en puertos en los que no pueden desembarcar por falta de papeles. En poco tiempo, la tripulación se queda sin alimentos, agua y combustible; entretanto, sus salarios sin pagar se van acumulando. El marinero indio Vikash Mishra, por ejemplo, se pasó 39 meses abandonado en los Emiratos Árabes Unidos.
Aunque el Rhosus no aparece en la lista de barcos abandonados de la Organización Mundial del Trabajo, sí lo hace otro barco que estaba en la misma situación en el puerto de Beirut. Se trata de una embarcación con bandera de Malta, llamada Captain Nagdaliyev, abandonada el 13 de marzo de 2020, y reportada por la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte (conocida en inglés como ITF). El informe de la ITF dice: “A la tripulación no se le ha pagado durante 6 meses y tiene suministros limitados de alimentos y provisiones. Ha habido agua dulce a bordo desde el 5 de julio. Toda la tripulación permanece abordo”. En España hay una veintena de buques abandonados, repartidos por diversos puertos, según la misma fuente.
En muchos casos se trata de barcos registrados con banderas de conveniencia (que aceptan naves cuyos operadores y empresas propietarias no tienen relación con el estado de registro). Estos registros típicamente ejercen un escaso control sobre las actividades del barco. Según Marine Traffic, el Rhosus era un barco de carga construido en 1986 que navegaba bajo la bandera de Moldavia (una bandera de conveniencia de un país que no tiene siquiera costas marinas). El Rhosus cambió de propietarios y nombres varias veces. Se llamaba en 2005 Seokjung No.505; en 2007, New Legend Glory, y en 2012 adquirió su nombre actual, primero bajo la bandera de Georgia y luego bajo la de Moldavia.
El número de buques varados y olvidados no ha hecho sino aumentar en los últimos meses a consecuencia de la pandemia de COVID-19. En todo el mundo, decenas de miles de marinos quedaron de repente atrapados a bordo de sus barcos porque no pudieron desembarcar o volar a casa debido a las restricciones para viajar. La Organización Marítima Internacional tuvo que elaborar un plan para repatriar a las tripulaciones de los barcos abandonados.
Más del 90% del comercio mundial se realiza por vía marítima, lo que proporciona trabajo a 1,5 millones de marinos y marinas. El transporte marítimo es una industria internacional: no es raro que una nave sea de propiedad griega, esté registrada en Liberia, navegue bajo las órdenes de oficiales de la India y tenga una tripulación mixta procedente de Tailandia, Indonesia, Paquistán y Filipinas. Sin embargo, también es una de las ocupaciones más peligrosas del mundo, amenazadas por la piratería, el naufragio, los accidentes y el abandono.