Las calles que se quedan sin hombres por una campaña rusa de reclutamiento forzoso

Emma Graham-Harrison/Vera Mironova

Kiev —

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Las calles de las zonas del este de Ucrania controladas por separatistas con apoyo de Moscú se han quedado sin hombres en edad militar por una intensa campaña de reclutamiento para mandarlos al frente. En un intento de librarse, muchos han decidido ocultarse.

Desesperadas por incorporar a nuevos combatientes, las autoridades prorrusas de Donetsk pasaron de 55 a 65 años el mínimo de edad para librarse del servicio militar obligatorio, según informaron los medios locales a finales de marzo. El pasado sábado 23 de abril también se anunció una llamada general a filas en la región de Jersón, en gran parte bajo dominio ruso desde el inicio de la guerra.

Los hombres que rechazan convertirse en carne de cañón de una guerra que no apoyan y contra Ucrania, un país que la mayoría sigue considerando el suyo, han pasado a la clandestinidad. La gente del lugar bromea diciendo que ahora es un pueblo de amazonas, gestionado por mujeres.

Maridos, hijos y hermanos viven en sótanos o encerrados en casas. No pueden alojarse en sus propias viviendas por los registros domiciliarios. En vez de eso, viven en casas de amigos o de familiares donde no figuren inscritos hombres en edad militar.

Algunos salen por la noche, cuando son menos frecuentes y hacen su descanso las patrullas que cercan a los reclutas involuntarios. “Cuando saco a pasear a mi perro a las once de la noche puedo ver siluetas de hombres fumando detrás de las cortinas, con la ventana abierta”, dice un residente contactado por teléfono que, como casi todos en Donetsk, pide que no se publique su nombre.

Durante el día, sus puestos de trabajo han sido asumidos por sus esposas, hermanas o amigas, o sencillamente han quedado vacantes. Según los lugareños, es casi imposible que te reparen un coche: la mayoría de los mecánicos de la ciudad son hombres a los que les afecta el reclutamiento forzoso.

“Por lo general tardaban 45 minutos en arreglar un problema con mis neumáticos y yo simplemente me tomaba un café cerca”, dice una mujer. “Pero la última vez me pidieron que dejara el coche el fin de semana para que pudieran traer a un hombre que lo arreglara por la noche”.

En el mercado, las tiendas de electrónica que solían ser atendidas por hombres ahora son gestionadas por mujeres de su familia. Cada vez que hay una consulta comunican a los clientes por teléfono con los propietarios. “Hablas con él todos los detalles técnicos y luego ella se limita a darte lo que querías y coger tu dinero”, dice un hombre que se libró del reclutamiento gracias a una enfermedad y a un pasaporte extranjero.

La República Popular de Donetsk, como se llama a sí misma esta región separatista respaldada y reconocida por Moscú, anunció el reclutamiento el 19 de febrero, unos días antes de la invasión del resto de Ucrania. Las exenciones deben ser autorizadas por altos cargos de su Gobierno (que, a su vez, representan uno de los pocos grupos que se ha librado del reclutamiento).

Muy pocos siguen en sus puestos de trabajo

La orden de reclutamiento se emitió con mucha antelación para evitar que huyeran los afectados. Entre ellos hay hombres procedentes de la región controlada por Ucrania que estaban de visita en el lado separatista. “Mi hijo había vuelto a nuestro pueblo natal para ver a su abuela dos días antes de que se anunciara el reclutamiento”, dice un hombre en el oeste de Ucrania. “Ahora está atrapado en la DNR [siglas en ruso de República Popular de Donetsk] y estoy muy preocupado”. El hombre, que está tratando de encontrar el dinero necesario para financiar la fuga de su hijo, añade: “Está escondido y no ha salido de casa desde hace dos meses, hay maneras de sacarlo de contrabando, pero solo hacia Rusia, y es muy caro y arriesgado”.

En entrevistas con residentes de la región, The Guardian solo encontró dos casos de hombres a los que se les había concedido permiso para seguir en sus puestos de trabajo. Uno de ellos es un anestesista. Aunque a otros médicos los obligaron a unirse al ejército, a él le permitieron seguir trabajando por ser uno de los dos especialistas que quedaban en la ciudad. El otro es un conductor formado en el manejo de complicados equipos de construcción.

Los sobornos funcionan, pero evadir el reclutamiento obligatorio cuesta 800 dólares (unos 760 euros), una cantidad exorbitante para casi todos en una zona que ya era pobre antes de que la guerra paralizara la economía.

Los hombres en el extremo superior del grupo de edad se han dejado crecer la barba tratando de parecer mayores, aunque el aumento a 65 años del mínimo de edad para librarse ha hecho que las canas dejen de ofrecer protección.

Desesperadas por encontrar soldados, las autoridades de la ciudad anunciaron en dos ocasiones que el reclutamiento había terminado para tratar de sacar a los hombres de sus escondites. Se difundieron por los canales de Telegram documentos que supuestamente eran filtraciones del Gobierno sobre un cambio en la política de reclutamiento. Los hombres que salieron de su escondite fueron capturados y forzados a entrar en el ejército.

Ahora los residentes del área dicen que no van a creer ninguna otra noticia sobre el fin del reclutamiento forzoso. “En dos ocasiones las autoridades trataron de engañarnos publicando información de que el reclutamiento había terminado, así que a la mañana siguiente empezaron a salir hombres y se los llevaron a todos”, cuenta un vecino. “Ahora todos se aprendieron la lección, si anuncian que el reclutamiento ha terminado nadie los va a creer”.

Traducción de Francisco de Zárate.

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