Decir Honduras es decir impunidad. Desde el golpe de Estado de 2009, que expulsó del Gobierno al presidente Manuel Zelaya, la violencia ha aumentado considerablemente. En los tres años del Gobierno de Porfirio Lobo han sido asesinadas 119 mujeres, 53 abogados, 35 periodistas, 84 taxistas, decenas de líderes comunitarios, y más de 100 campesinos que luchaban por sus derechos contra terratenientes locales.
De hecho, Honduras tiene el porcentaje de homicidios más alto del mundo. Es el país más violento de América Latina –por encima de México– y el más pobre, después de Haití. La tasa de crímenes mortales por cada 100.000 habitantes es de 86, cuando la media mundial es de 8,8.
Diversos informes vinculan a ciertos sectores policiales con la actividad de escuadrones de la muerte. A pesar de esto, Estados Unidos sigue aportando ayuda económica a las fuerzas militares y policiales hondureñas. Y se realizan operaciones conjuntas –EE.UU y Honduras–EE.UU y Honduras– contra el narcotráfico. Recientemente en una de estas operaciones se mató a cuatro civiles.
A la mayoría de los criminales ni se les detiene ni se les enjuicia. El 90% de los asesinatos quedan impunes. El propio Gobierno ha confesado que solo se investiga el 20% de los crímenes.
“Si dice eso, nos podemos imaginar cuál es el porcentaje real. Este país está sumido en la corrupción y la impunidad, y los gobernantes no hacen su trabajo. Ahora que comienza la campaña electoral la situación va a empeorar”, denuncia en un encuentro en Madrid con eldiario.es Bertha Oliva, coordinadora del Comité de Familiares Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH), una de las organizaciones de derechos humanos más representativas, en funcionamiento desde hace treinta años y fundada por mujeres.
Desde el golpe de Estado de 2009 los defensores de los derechos humanos están en el punto de mira.
“Si hacemos públicas las amenazas que recibimos y el nivel de acoso, hostilidad e indefensión en el que nos encontramos, ¿a quién va a acudir entonces la ciudadanía que está siendo atacada?”, se lamenta Bertha.
En los últimos meses la situación ha empeorado. Han sido asesinados más campesinos, abogados, activistas, ancianos.
“Hay una criminalización de la protesta. Y lo que se nos viene es peor de lo que estamos viviendo”, advierte Oliva.
Pregunta: En noviembre, si nada lo impide, se celebrarán elecciones en Honduras. Según las encuestas el Partido Libertad y Refundación, integrado por movimientos sociales y liderado por Xiomara Zelaya, la esposa del depuesto presidente Zelaya, sería el ganador. Sin embargo, en un escenario de semejante impunidad todo puede pasar.
Respuesta: Creo que vamos a vivir meses muy difíciles, casi más sangrientos de los que estamos sufriendo ahora. No dieron un golpe de Estado para entregar el poder cuatro años después. Por mucho que este partido lidere las encuestas, la realidad es la que es. Temo que ni siquiera haya elecciones, y creo que si finalmente se celebran, aunque el partido de Ximoara gane, el Tribunal Supremo electoral acomodará los resultados conforme a los acuerdos que se alcancen.
P: ¿Por qué dice que cree que se avecinan meses muy violentos?
Se abre ya la campaña electoral, esto va a ser una contienda política a sangre y fuego en la que necesitamos la solidaridad internacional. Que vengan ya los periodistas y observadores internacionales, que no esperen hasta las elecciones de noviembre, porque se van a dar ya violaciones despiadadas de los derechos humanos. Honduras es un laboratorio que tienen para ver cómo se pueden generar más golpes de estado en la región. Honduras está en guerra, es una guerra de militares uniformado contra un pueblo desarmado y que no es consciente de que hay una guerra. Vamos a vivir meses muy difíciles, más sangrientos, y vamos a ser objetivo porque no callamos, porque denunciamos.
Un mal síntoma es lo que ha pasado en el vecino Guatemala, con la suspensión de la condena al exdictador Ríos Montt. Esto vuelve a los impunes totalmente inmunes y ahora ya no se van ni a poner capucha, el mensaje es “no importa que te pillen violando derechos”. Que un poder económico se imponga ante la justicia de un país es un mal mensaje.
P: Usted misma ha sufrido persecución...
Convencida estoy de que quizá no me voy a morir como deseo, es decir, morir porque ya me toque descansar. No se respeta a nadie en este país. A mí me han demandado más de tres veces ante los tribunales, es más que posible que alguna de nosotras vayamos a la cárcel, esto da que pensar.
P: Me decía antes que la población hondureña está afectada emocionalmente.
Sí, porque la represión ha sido brutal. Pero al mismo tiempo es interesante observar cómo la gente no tuvo miedo tras el golpe de Estado. El trabajo de activismo y de defensa de los derechos humanos que muchos llevábamos a cabo desde hacía años tuvo sus consecuencias. Por eso cuando se produjo el golpe, la gente salió a la calle durante más de cien días a reivindicar sus derechos, a pesar de que nos disolvían con bombas lacrimógenas, de que nos arrestaban, de que el castigo era enorme. Pero por primera vez Honduras se defendía.
¿Quién participa en los sucesos violentos que se registran en Honduras?
Hay una especie de guerra en nombre del combate al narcotráfico, como sucedió en Colombia, pero lo que quieren es desarticular e intimidar a comunidades enteras e impulsar un proceso de invasión de territorios. No nos queda ninguna duda. Estamos al tanto de casos grotescos en los que operan la DEA (agencia antidrogas de EEUU), el Ejército de Honduras y las fuerzas policiales. Hay una invasión, se producen ataques a comunidades por parte de fuerzas combinadas.
P: ¿Por qué los campesinos son objetivo de tantos ataques?
Los campesinos están exigiendo sus tierras, las que les han quitado los terratenientes. Los campesinos del Aguam son los más movilizados y por eso van a por ellos. Allí ya son más de 98 campesinos asesinados en los dos últimos años y medio. Son los que hemos podido contar, pero hay más. Ellos luchan para recuperar lo que les han quitado los terratenientes de la zona.
Y la respuesta a su reivindicación ha traido asesinatos, desapariciones, torturas, violaciones a las compañeras vinculadas al movimiento campesino, también exilio y por supuesto militarización de la zona, donde convergen ya unidades especiales, hay sicarios, hay paramilitares, escuadrones de la muerte, y además presencia de guardias privados de seguridad de los empresarios, que son los que están en confrontación total con los campesinos.
P: El otro día mataron a un campesino de Buxa...
Sí, y esto significa que esta impunidad ya sale fuera del Aguán...
Una desaparición en su propia familia
Bertha conoce bien la impunidad de su país. En el año 1981 presenció el secuestro en su propia casa de su marido, Tomas Nativí, miembro fundador de la Unión Revolucionaria del Pueblo, cuando ella estaba embarazada de cuatro meses. Nunca lo volvió a ver. Lo hicieron desaparecer, como a tantos otros. También en Honduras, como en Argentina, las mujeres se reúnen mensualmente en una plaza de Tegucigalpa para reivindicar la memoria y la justicia.
“Cuando me inicié en la lucha por los derechos humanos estaba lejos de imaginarme que me enfrentaba a un territorio marcado por una desigualdad social terrible. Y a medida que fuimos descubriendo quiénes eran los detenidos desaparecidos nos vimos obligadas a tomar posiciones incluso ideológicas”, explica Oliva.
P: COFADEH fue fundado solo por mujeres, habéis sido símbolo de la defensa de los derechos humanos, usted ha sido premiada con el Premio Tulipán de los Derechos Humanos en La Haya. ¿El hecho de ser mujeres ha significado también impedimentos añadidos?
Yo me siento muy bien siendo mujer. Si fuera hombre quizá ya me habría acomodado. Pero también tiene su lado negativo. Ser mujer, y más aún ser mujer joven, es muy duro, porque la publicidad burguesa en contra de una es muy fuerte. Dicen cosas terribles contra nosotras para minarnos la moral. Cuando yo era joven me decían que andaba buscando novio para reemplazar a mi marido, por ejemplo. He soportado grandes campañas de desprestigio, en las que han usado mi condición de mujer para desprestigiarme. Pero yo no trabajo para agradarlos, sino que lucho contra el poder y me he preparado psicológicamente para ello. Ahora, a lo que me niego es a resignarme a que me peguen dos tiros.
P: ¿Qué hace el COFADEH para ayudar a las comunidades vulnerables?
Creamos comités en algunas comunidades para recoger denuncias, hemos instalados campamentos con integrantes internacionales para prevenir masacres y persecuciones, a modo de prevención, ha funcionado en parte, pero han encontrado otra estrategia que es la de intentar dividir a las propias comunidades, el divide y vencerás. Por ejemplo, empresas mineras que dan trabajo a algunos y estos se enfrentan a los líderes locales que luchan contra los proyectos mineros.
P: La lucha por la tierra está siendo intensa.
Creo que es la guerra de este siglo, la lucha por la tierra. En Honduras se ha visto que a partir del golpe militar la fuerza para desarticular el movimiento campesino y los sindicatos de enseñanza es muy fuerte. A los defensores de sus tierras y de sus recursos les acusan de cualquier cosa, los criminalizan, criminalizan la protesta y la reclamación social.
P: En el valle hondureño del Siria, por ejemplo, hay una intensa protesta contra la minería.
Sí, es un proyecto minero avalado por el Gobierno y que tiene duras consecuencias, los habitantes tienen llagas en su piel, se les cae el pelo a algunos, hay niños con deformaciones, abortos por el estado del agua que consumen, contaminada por la mina. Hemos llevado el caso a los tribunales. En este tipo de cuestiones no podemos ser neutras. Defender los derechos humanos a veces implica asumir posiciones políticas, no partidistas, pero sí políticas. No podemos ser neutrales cuando el país se desangra. A lo que sí estamos obligadas es a ser objetivas.