“Como cirujanos humanitarios pensábamos que habíamos visto todas las formas de crueldad en el mundo, pero ninguno de nosotros ha experimentado nunca nada parecido a lo que encontramos al llegar a Gaza”, relatan dos médicos estadounidenses, Mark Pearlmutter y Feroze Sidhwa, que viajaron a la Franja el pasado 25 de marzo para ayudar en el Hospital Europeo –uno de los pocos que sigue ofreciendo servicios básicos, en la ciudad de Jan Yunis, en el sur del enclave palestino–.
Al llegar “caminamos a través de las salas e inmediatamente encontramos evidencias de una violencia horrible dirigida deliberadamente contra los civiles, incluso, niños. Un niño de tres años con un disparo en la cabeza, una niña de 12 años con un disparo en el pecho, una enfermera de la UCI con un disparo en el abdomen; todos [heridos] por algunos de los tiradores mejor entrenados del mundo”, cuentan los dos cirujanos, que tienen una amplia experiencia en situaciones de conflicto y emergencias, como los atentados del 11-S en Estados Unidos, el terremoto que azotó Haití en 2010 o la guerra de Ucrania.
Aparte de los numerosos pacientes que se agolpan en el Hospital Europeo, “cada centímetro cuadrado del suelo está ocupado por tiendas de campaña improvisadas donde viven las familias desplazadas. Son los cientos de afortunados que consiguen vivir bajo un techo, a diferencia de las decenas de miles que se refugian en el exterior” del hospital, porque esperan que sea más seguro estar en los alrededores de un centro médico.
“Cuando nos pusimos a trabajar nos quedamos impactados por la violencia infligida a la gente. Explosivos increíblemente poderosos que destrozan rocas, pisos y paredes, y arrojan [los fragmentos] contra los cuerpos humanos, penetrando la piel con olas de tierra y escombros. Con el entorno literalmente incrustado en los cuerpos de nuestros pacientes, hemos descubierto que el control de infecciones es imposible”, admiten. Y añaden: “Ninguna atención médica podría jamás compensar el daño que se está infligiendo aquí”.
“Como cirujanos de Trauma, ambos hemos visto un sufrimiento increíble”, afirman el doctor Pearlmutter y el doctor Sidhwa en un testimonio directo que ellos mismos han redactado y distribuido. “Juntos hemos trabajado en más de 40 misiones quirúrgicas en países en desarrollo en tres continentes, en nuestros 57 años combinados de voluntariado. Esta larga experiencia nos enseñó que no hay mayor dolor como cirujano humanitario que no poder brindar la atención necesaria a un paciente. Pero eso fue antes de llegar a Gaza”.
“Ahora conocemos el dolor de no poder tratar adecuadamente a una niña que morirá lentamente, y también lo hará sola porque es la única superviviente de toda su familia. No hemos tenido el valor de contarles a estos niños cómo murieron sus familias: quemados hasta que parecían más bien salchichas con ampollas que seres humanos, desmenuzados de tal manera que sólo pudieron ser enterrados en fosas comunes o, simplemente, sepultados bajo sus antiguos edificios de apartamentos para morir lentamente de asfixia y sepsis”.
“Nosotros, como estadounidenses, somos responsables”
Tras haber presenciado estos horrores, los dos cirujanos critican a su país, Estados Unidos, por apoyar política y militarmente a Israel en esta guerra, en la que ya han fallecido más de 33.000 personas, de las cuales más de 14.000 eran niños.
“Los dos seguimos esperando contra todo pronóstico que los políticos estadounidenses y, especialmente, el presidente Joe Biden, abandonen su apoyo a la guerra de Israel contra los palestinos. Si no lo hacen, entonces no habremos aprendido nada de la historia de los últimos cien años. Voltaire bromeó diciendo que 'ningún copo de nieve se siente responsable de la avalancha', pero nosotros, como estadounidenses, debemos reconocer que somos responsables de este crimen contra la humanidad que está teniendo lugar ante el mundo entero”.
“La sangre en el suelo de la sala de traumatología y del quirófano gotea de nuestras propias manos, mientras proporcionamos la financiación, las armas y el apoyo diplomático cruciales para un ataque genocida sobre una población indefensa”, agregan los médicos, uno especializado en ortopedia de mano y otro en traumatología y cuidados intensivos.
“Llegamos a Gaza como dos 'copos de nieve' individuales intentando detener esta avalancha de muerte y horror y, sin embargo, también nos sentimos responsables de ello. Instamos a cualquiera que lea esto a oponerse públicamente al envío de armas a Israel mientras continúe este genocidio”, dicen en su escrito, en el que agregan que Israel ha lanzado tantos artefactos estadounidenses sobre Gaza que, en su conjunto, superan “la fuerza explosiva de la bomba atómica que destruyó Hiroshima” (Japón) en la Segunda Guerra Mundial.
“Ningún conflicto de cualquier magnitud en la historia ha sido tan mortal para periodistas, trabajadores sanitarios o paramédicos. De hecho, nosotros y todo nuestro equipo vivimos con el temor constante de que Israel ataque directamente este hospital, como lo ha hecho con tantos otros” en la Franja de Gaza.
Esta misma semana, las tropas israelíes se retiraron del Hospital Al Shifa, que era el mayor de Gaza antes del conflicto y que ha quedado reducido a escombros después de semanas de asedio y ataques. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sólo diez hospitales de los 36 que hay en la Franja siguen operativos. Las autoridades locales cifran en 484 los trabajadores sanitarios fallecidos en los pasados seis meses, además de 126 ambulancias que han sido blanco de ataques del Ejército israelí.