Tuvo que venir un cómico para romper la división geopolítica de Ucrania
El mapa de resultados electorales en Ucrania dibuja históricamente un país partido en dos mitades: el este, más afín a candidatos calificados de prorrusos, y el oeste, con resultados más favorables para candidatos cercanos a Europa y Estados Unidos.
Sin embargo, Volodymyr Zelenski, el actor y cómico convertido en nuevo presidente, ha vencido en todas las regiones del país, menos en Lviv, bastión del nacionalismo ucraniano. Zelenski ha reventado el eje este-oeste aprovechándose de la indignación generalizada de la población con la clase política, las oligarquías y la corrupción.
Su rival y hasta ahora presidente del país, Petro Poroshenko, había agitado el sentimiento nacionalista bajo el lema 'ejército, lengua y fe' y había retratado a Zelenski como un candidato blando frente a Moscú. Pero esta vez la fuerza movilizadora no ha sido el sentimiento patrio como pretendía Poroshenko, sino el hartazgo.
“Creo que la razón principal por la que Zelensky ha ganado en todas las regiones del país excepto Lviv, incluido en el oeste, es el gran apetito de la gente por cambios radicales en el sistema político, incluida la eliminación de la corrupción y la influencia de los oligarcas”, afirma Alex Kokcharov, analista principal de seguridad especializado en Rusia y Ucrania para la consultora IHS Markit.
“Zelenski ha hecho carrera en la industria del entretenimiento en ruso. Durante la campaña ha hablado principalmente en ruso, incluido en entrevistas de prensa y eventos públicos. No ha demostrado compromiso con la identidad ucraniana, la lengua y la cultura”, añade Kokcharov. Y, aun así, ha arrasado a su rival con el 73% de los votos. La lectura más extendida es que la población está cansada. Ucrania es el país con menos renta per cápita de Europa (2.964 dólares), incluso por debajo de Moldavia. Respecto a la corrupción, Transparencia Internacional sitúa a Ucrania en el puesto 120 de 180 países indexados.
Anders Åslund, investigador del think tank Atlantic Council especializado en la región, discrepa con Kokcharov: “Vladimir Putin ha sido quien ha unido a la nación ucraniana. Las diferencias por el idioma se han convertido en mucho menos importantes, dado que la nacionalidad ucraniana ha adoptado otro significado. Es bueno para Ucrania que el país se haya unido y se haya vuelto mucho más consciente de su identidad nacional”.
División geopolítica en siete elecciones
Con la votación del domingo, Ucrania ha celebrado siete elecciones presidenciales desde su independencia. En las primeras, celebradas en 1991, Leonid Kravchuk venció en prácticamente todo el país, excepto en tres regiones del este del país. El mismo día se celebró el referéndum de independencia. Sin embargo, en la siguiente votación (1994) ya era perceptible la división entre este y oeste. Leonid Kuchma venció en todas las provincias del este del país y el entonces presidente Kravchuk ganó en la región occidental. Finalmente Kuchma se hizó con la presidencia con un 52% de los votos.
En 1999 Kuchma salió reelegido frente a Petró Symonenko, candidato del Partido Comunista. Aunque Kuchma recibió un fuerte apoyo en las regiones de la parte occidental, llegando incluso al 92%, volvió a disolverse la clara línea divisoria de las elecciones anteriores. “Kuchma ganó en el este en 1994, pero fue reelegido en el oeste en 1999. Ambas elecciones tuvieron una fuerte división regional”, señala Åslund.
En las elecciones presidenciales de 2004 regresó la clara partición geográfica este-oeste. Viktor Yúshchenko se enfrentó a Viktor Yanukóvych, candidato del Partido de las Regiones, una formación del este del país defensora de los derechos de la población rusa que reside en Ucrania. En un principio venció el candidato prorruso, pero tras la protestas por supuesto amaño electoral –la conocida como Revolución Naranja–, el Tribunal Supremo ordenó la repetición de los comicios y esta vez Yúshchenko se hizo con el 52% de los votos.
En los siguientes comicios, celebrados en 2010, Yanukóvych lo volvió a intentar y venció a Yulia Timoshenko con un 49% frente a un 45%. Ambos con bastiones en el este y en el oeste, respectivamente.
2014 fue una excepción. Las elecciones se celebraron poco después de la dimisión de Yanukóvych, provocada por las protestas del Euromaidán contra Yanukóvych, que estallaron en noviembre de 2013, tan solo un día después de la suspensión por parte del Gobierno de la firma del acuerdo de asociación y de libre comercio con la UE. Con la crisis del Partido de las Regiones y el auge nacionalista, Petró Poroshenko venció en la primera ronda de las elecciones (54,6%). El expresidente venció en prácticamente todas las provincias, pero la participación en el este fue muy escasa y en el oeste, muy elevada. En algunas regiones la movilización en la parte occidental duplicó a la oriental.
“En 2014, Poroshenko fue un ganador accidental. Las nuevas fuerzas del Maidán no estaban preparadas y Poroshenko era el viejo oligarca más aceptable. Era el oligarca que estuvo en Maidán. También es un buen orador”, señala Åslund. “Ahora a Poroshenko se le identifica con la corrupción y la vieja élite corrupta. Ha intentado escapar de esa trampa a través del nacionalismo, pero eso ha acabado siendo otra trampa para él”, añade.
Ucrania vive una revuelta separatista prorrusa en Lugansk y Donetsk que ha dejado cerca de 13.000 muertos, según la ONU. A ello se suma la anexión a Rusia de la península de Crimea. Zelensky se ha mostrado favorable al diálogo para alcanzar la paz.
Con todo, las tensiones geopolíticas han pasado a un segundo plano en estos comicios. “La corrupción ha sido el factor dominante. Los malos resultados de Poroshenko se deben principalmente al descontento por sus esfuerzos insuficientes para acabar con la corrupción”, indica Kokcharov.