El lunes, a una semana de las elecciones presidenciales, la cotización del dólar batía su récord en años: 16,11 pesos argentinos. En realidad el cambio oficial del Banco Central sigue en los valores habituales, por debajo de los 10 pesos. Pero es que en Argentina el pulso de la economía (y de la política) lo marca el mercado ilegal. Y ante un panorama con más incógnitas que certezas sobre cómo será la era poskirchnerista, nadie sin nivel 'argentino avanzado' es capaz de leer las informaciones de la sección Economía de los periódicos. Aquí, algunas claves para acercarse a un país que convive con una decena de tipos de dólar y en el que todo puede cambiar a partir del domingo.
El 'cepo' y el 'gradualismo'
En 2011 el Gobierno estableció restricciones a la compra de divisa extranjera para atajar una creciente fuga de capitales. Así, de los creadores del corralito, el corralón y la cuasimoneda llegó el cepo cambiario, que es como los argentinos bautizaron a las medidas que exigen –todavía hoy– una autorización expresa de la agencia tributaria para hacerse con dólares. Rápidos no sólo para los nombres, los argentinos buscaron la forma de esquivar la regulación y nació el dólar blue, que actualmente es ya un mercado paralelo ilegal del que todo el mundo habla abiertamente y cuya cotización aparece incluso en los diarios.
Así empezaron a convivir dos tipos de cambio de divisas: el oficial y el blue. El primero lo marca el Banco Central y el otro, el mercado de la oferta y la demanda de 'verdes', alimentado por la arraigadísima costumbre argentina de acumular dólares. Una costumbre que puede ser resultado de una historia salpicada por debacles económicas, o porque la inflación –que supera el 25% anual– atenta contra el ahorro en pesos. Algunos catedráticos, como la investigadora de la UNGS, Mariana Luzzi, apuntan a una cuestión cultural, una “práctica en la que se han socializado al menos dos generaciones”. Sea por lo que sea, Argentina es uno de los países del mundo con más dólares per cápita circulando después de Estados Unidos.
Mil y un dólares
Si vivir con una moneda pero estar pendiente de la cotización de otra en el mercado negro no fuera suficiente complicación, a la ecuación cambiaria argentina se suman otros elementos: el dólar ahorro, el MET, el contado con liqui, el dólar tarjeta o turista, el dólar soja, el celeste… Cada uno con un valor diferente y fluctuante. Esta es una pequeña lista con los que recogen Alejandro Rebossio y Alejandro Bercovich en su libro Estoy verde. Dólar, una pasión argentina:
- Dólar oficial (cotización que marca el Banco Central Argentino)
- Dólar mayorista (para empresas que comercian con el extranjero)
- Dólar blue (se vende en el mercado negro, en las llamadas 'cuevas')
- Dólar green (el de los 'arbolitos', personas que venden moneda extrajera en la calle con una comisión)
- Dólar celeste (promedio del blanco u oficial y el blue, que se toma de referencia para pagar en pesos algunos bienes que cotizan en dólares, como inmuebles)
- Dólar ahorro (es el que el Gobierno autoriza a adquirir a las personas que justifican con ingresos su capacidad de ahorro, y es un poco más caro que el oficial)
- Dólar gris o “contado con liqui” (es una operación legal para fugar capitales, llamada internacionalmente blue chip, que consiste en comprar bonos o acciones con pesos, venderlos a algún inversor del exterior y cobrar los dólares en una cuenta en el extranjero, a un precio que varía por debajo o por arriba del blue)
- Dólar bolsa o MET (una operación similar a la de contado con liqui pero en la bolsa local, con papeles que coticen en pesos y dólares)
- Dólar soja (el oficial menos las retenciones a la exportación, que son del 35%)
- Dólar tarjeta o turista (que rige para comprar con plásticos en el exterior, incluido el comercio electrónico, y sobre el que pesa el recargo impositivo del 35% que se puede, en teoría, recuperar después en la declaración de la renta
- Dólar negro o cable (se usa esta denominación para identificar al dinero proveniente del lavado o a las operaciones que sirven para girar dinero sin justificar al exterior.
- Euro blue (la moneda europea mueve 1 de cada 10 operaciones ilegales; el resto está dominado por la norteamericana)
La mayoría de estos tipos de cambio alternativos podrían desaparecer de un día para el otro si el nuevo gobierno, que asumirá el 10 de diciembre, decide quitar el cepo. Los candidatos ya han anunciado que lo harán. La cuestión está en cómo, y en qué pasará cuando lo hagan. “El cepo es un corralito a la inversa –sostiene el economista Federico Poli, número dos del equipo económico que asumió tras el default de 2001– porque es otra forma de control de capitales. El corralito encerraba la demanda porque no podías extraer dinero, el cepo acorrala la oferta”.
Por eso él apunta a una salida gradual, como se hizo en aquel momento –a la que se apuntan el candidato del gobierno, Daniel Scioli, y el también peronista Sergio Massa– y no a un shock como propone Mauricio Macri, el candidato de corte más liberal. Otros apuntan a que el nuevo gobierno debe dar claras señales de cambio para evitar que la especulación dispare aún más la brecha cambiaria. El gradualismo se ha convertido en una de las palabras más mencionadas en la campaña electoral.
La brecha, la 'lechuga' y el delivery
La diferencia entre el dólar oficial y el blue es la brecha cambiaria, que este jueves (cambia cada día) se acercaba al 69%. Hay una cierta unanimidad entre los economistas en que el tipo de cambio oficial “está atrasado”; que es lo mismo que decir que el peso a argentino está sobrevaluado, lo que le ocasiona problemas de competitividad de cara a las exportaciones y lo que, sumado a la inflación, hace que en Buenos Aires comprar una Coca Cola en el supermercado sea más caro que en Madrid.
“Gane quien gane va a haber una devaluación del peso. Una más fuerte al principio y acomodamientos sucesivos a lo largo del tiempo, porque estamos ante un atraso cambiario similar al de final de la convertibilidad –en los 90 un peso valía un dólar-”, asegura Poli a eldiario.es. “Todo depende de la confianza que sea capaz de generar el nuevo gobierno, porque si hay perspectivas de nuevas devaluaciones la compra de dólares puede incrementarse para intentar preservar el valor del dinero”, contrapone Sabrina Corujo, especialista en finanzas.
“El panorama para el próximo gobierno es complejo, porque hay muy pocas reservas, pero también hay mucho margen de financiación porque el endeudamiento está en un nivel muy bajo”, opina Poli. Y resume los dos peligros que pueden acechar al próximo ministro de Economía: “Por un lado, puede ocurrir que los capitales no ingresen y haya mucha demanda interna de dólares por la liberación del cepo y se esfumen las reservas. Por otro, que las inversiones en empresas argentinas cuyas acciones están subvaluadas inunde el país de dólares atrasando aún más el tipo de cambio. Ninguno de los dos extremos es conveniente”. Por eso, a su criterio, hay que ir leyendo los cambios en el mercado y actuar en consecuencia.
“El cepo ha sido efectivo para evitar la fuga de capitales pero mucho más para impedir su entrada”, explica un diplomático de una embajada europea. Y asegura que la apertura traerá consigo inversores que podrían contribuir a mantener el nivel de empleo, que en este momento ronda el 94%.
“Tiene que haber señales que generen confianza. Por ejemplo, un acuerdo con los holdouts, una apertura a ciertas políticas, un mayor equilibrio fiscal. Se habla incluso de unas medidas de blanqueo de dinero para quienes lo tengan en el extranjero…”, enumera Corujo desde la mirada de los inversores. El próximo presidente deberá lidiar con ellos y también con millones de personas que rechazan medidas de ajuste como las que han convulsionado al poderoso vecino sudamericano, el Brasil de Dilma Rousseff.
Bercovich y Rebossio cuentan en su libro que con el cepo “desaparecieron de los bancos las colas de clientes que querían hacerse de lechuga, que es la forma popular con la que se ha conocido durante décadas al dólar en Argentina. Ahora que los mecanismos para conseguirla son más sofisticados, a alguien se le ocurrió bautizarla con el nombre de otra verdura menos vulgar: rúcula”, para la que incluso se instauró un sistema de 'delivery' (compra y venta de divisas a domicilio). ¿Qué pasará cuando desaparezca el cepo? Empezará a saberse a partir del domingo. Lo único que está claro es que, pase lo que pase, los argentinos encontrarán un buen nombre para bautizarlo.