Entre gritos de “asesinos”, la Policía de Bolivia dispersó este jueves con gases lacrimógenos una multitudinaria marcha realizada en La Paz con los féretros de varios de los fallecidos en un operativo de las fuerzas del orden, en el marco de los disturbios y protestas contra el Gobierno interino.
Varios de los participantes declararon a Efe que se sentían “tratados como perros”, tras haber desarrollado “pacíficamente” su protesta para denunciar la intervención militar y policial del martes en El Alto.
La manifestación de miles de personas llegó hacia las 14.30 hora local (18.30 GMT) a la céntrica plaza paceña de San Francisco con los ataúdes de los fallecidos en el operativo del pasado martes en la vecina ciudad de El Alto, en el que murieron ocho civiles.
La multitud se había detenido en una avenida junto a la plaza, cuando agentes de la Policía Boliviana comenzaron a lanzar gases y los manifestantes se dispersaron por calles adyacentes.
Un grupo de la Unidad Táctica de Operaciones Policiales (UTOP), especializada en disturbios, intervino en motocicletas. “Hemos sido matados”, gritó una mujer, “y ahora somos gasificados”.
Algunos de los féretros fueron bajados al suelo en plena calle por los manifestantes, tras haber acompañado a los vehículos que los traían de El Alto, mientras pedían ayuda para atender a gente afectada por los gases.
El Alto es foco de protestas contra el Gobierno interino de Bolivia, que asumió el poder tras la renuncia de Evo Morales a la Presidencia, el pasado 10 de noviembre, y que califica las manifestaciones de actos de “terrorismo”, además de asegurar que en las acciones de respuesta no se ha disparado ni una bala por parte de los militares.
La Defensoría del Pueblo confirmó hoy que los ocho civiles fallecidos recibieron impactos de proyectiles de armas de fuego, cuya autoría se investiga.
El Gobierno interino de Bolivia mantiene que los disparos mortales no son de militares, pero por ahora no hay versión oficial sobre los autores.
El operativo militar y policial escoltaba un convoy de camiones cisterna desde la refinería de una empresa estatal a La Paz, donde escasean y están racionados combustibles como el gas y la gasolina.
Con los ocho fallecidos en El Alto, la cifra de muertos desde que estalló la crisis en Bolivia tras las fallidas elecciones del pasado 20 de octubre subió a 32.
El país está sumido en uno de los conflictos más graves de su historia reciente, desde que el día después de los comicios comenzaran las denuncias de fraude a favor de Evo Morales, quien fue proclamado vencedor para un cuarto mandato consecutivo por la autoridad electoral.
El 10 de noviembre la Organización de Estados Americanos (OEA) advirtió en un informe graves irregularidades en los comicios y horas después Morales anunció su renuncia tras casi 14 años en el poder, forzado por las Fuerzas Armadas, para al día siguiente salir hacia México, donde está asilado.
La renuncia de Morales ha sido calificada de “golpe de Estado” por varios Gobiernos y políticos latinoamericanos.
Otros países han reconocido al Ejecutivo interino de Jeanine Áñez, mientras que parte de la comunidad internacional ha instado al diálogo sin pronunciarse sobre la crisis política.