Los servicios de inteligencia de EEUU creen que partes del Gobierno ucraniano autorizaron el atentado que el pasado mes de agosto mató a las afueras de Moscú a Daria Dugina, hija del famoso líder ultranacionalista ruso Alexander Dugin, según ha informado The New York Times.
Washington niega haber participado en el ataque y asegura que no conocía los planes de la operación, informa el periódico citando a fuentes del Gobierno estadounidenses. De haber sido consultados se habrían opuesto al atentado, señalan las mismas fuentes. EEUU reprendió a Ucrania por lo sucedido.
Los servicios de inteligencia estadounidenses compartieron con el Gobierno sus conclusiones sobre el atentado la semana pasada. Hasta ahora Ucrania ha negado haber participado en el ataque.
The New York times señala que miembros de la Administración Biden están “frustrados” por la falta de transparencia de Ucrania sobre sus planes encubiertos y temen que estas operaciones, que no tienen mucho impacto sobre el campo de batalla, desencadenen ataques rusos contra altos cargos de Ucrania.
Acusaciones del FSB
Tan solo dos días después del ataque, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia acusó a los servicios secretos de Ucrania de llevar a cabo el atentado. Entonces Kiev negó enérgicamente las acusaciones: “Ucrania no tiene absolutamente nada que ver con esto porque no somos un Estado criminal ni terrorista como Rusia”, dijo Mijailo Podoliak, asesor de Zelenski.
Según el comunicado del FSB, el atentado fue llevado a cabo por una ciudadana ucraniana, identificada como Natalia Vovk, de 43 años. El servicio de inteligencia ruso afirma que Vovk llegó a Rusia el 23 de julio junto con su hija de 12 años, Sofia, y alquiló un apartamento en el mismo edificio de viviendas donde residía Dugina. Después de cometer el crimen, la autora material del mismo “salió a Estonia a través de la región de Pskov”.
El FSB dice que Vovk llegó al país en un coche con la matrícula de la autoproclamada república popular de Donetsk, se movió por Moscú con matrícula kazaja y salió de Rusia usando una matrícula ucraniana. “El día del asesinato Vovk y Sofia se encontraban en el festival literario-musical 'Tradición' al que Dúguina acudió en calidad de invitada de honor”, señalan.
Alexander Dugin ha descrito la muerte de su hija como un “acto terrorista del régimen nazi ucraniano”. El ideólogo ha dicho que su hija “nunca llamó a la violencia ni a la guerra” y que “los enemigos de Rusia la mataron sigilosamente”.
Después del comunicado del FSB, el presidente Vladímir Putin condenó el ataque y lo calificó como un “crimen despreciable y cruel”, a través de un comunicado publicado por el Kremlin. El presidente dio las condolencias a la familia y se refirió a la periodista como una persona “brillante y talentosa con un verdadero corazón ruso”, y que había demostrado con hechos lo que significaba ser “un patriota de Rusia”.
Alexander Dugin
Dugin es uno de los ideólogos más conocidos de Rusia. En varias ocasiones ha sido descrito como “el cerebro de Putin” o “el Rasputín de Putin”, aunque la influencia que ejerce sobre el presidente ruso sigue siendo objeto de acalorados debates.
Nacido en 1962 en el seno de una familia de alto rango militar, Dugin vivió su primera juventud como disidente anticomunista uniéndose a varios excéntricos colectivos de vanguardia. Surgidos en las dos últimas décadas de la Unión Soviética, Dugin era conocido dentro de ellos por sus coqueteos con la política de la Alemania nazi.
En la década de los noventa se dio a conocer a nivel nacional escribiendo para el periódico de extrema derecha Den. En un manifiesto publicado por dicho periódico en 1991, Dugin expuso por primera vez la visión ultranacionalista y antiliberal que tenía para Rusia, un país que según él estaba destinado a enfrentarse a un Occidente individualista y materialista.
La visión del mundo de Dugin se articuló más claramente en su libro 'Los fundamentos de la geopolítica', publicado en 1997. Aparentemente el texto llegó a ser uno de los manuales de la academia del Estado Mayor ruso y sirvió para reafirmar su transición de disidente a pilar destacado del establishment conservador.
En el libro, Dugin expone su visión para dividir el mundo: Rusia debería reconstruir su esfera de influencia mediante anexiones y alianzas; y Ucrania no debería ser un Estado soberano. “Ucrania como Estado no tiene ningún significado geopolítico, ninguna importancia cultural particular o significado universal, ninguna singularidad geográfica, ninguna exclusividad étnica”, escribió. “Sus inequívocas ambiciones territoriales representan un peligro enorme para toda Eurasia y sin una solución para el problema ucraniano, en general, no tiene sentido hablar de política continental”.