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Este exgobernador sobrevivió a la infidelidad más ridícula de EEUU y ahora quiere acabar con Trump

Mark Sanford, ex congresista y gobernador republicano, habla en una convención en Washington, DC en 2015.

Carlos Hernández-Echevarría

Si no fuera absolutamente imposible, sería una bonita historia que el hombre que acabara con la presidencia de Donald Trump fuera precisamente Mark Sanford. El entonces gobernador de Carolina del Sur se hizo famoso en 2009 por desaparecer de la faz de la tierra durante una semana. Sus guardaespaldas no sabían dónde estaba, sus ministros no sabían dónde estaba y su mujer no sabía dónde estaba. Sus asesores contaban que estaba “haciendo senderismo en los Apalaches”, pero una periodista lo encontró bajándose de un avión que venía de Buenos Aires, Argentina, donde el muy conservador y muy religioso Sanford había pasado la semana con su amante argentina. Desde entonces la expresión “hacer senderismo en los Apalaches” es para muchos una forma de decir “tener una aventura”.

Si no hubieran pasado 135 años desde que un presidente fue derrotado en las primarias de su propio partido, estaría muy bien que fuera precisamente Mark Sanford quien lo lograra. Porque Sanford puede ser un hipócrita y un (ex) marido cuestionable, pero no es alguien que se rinda fácilmente. Cuando su semanita en Buenos Aires le costó el matrimonio y la reputación, cuando pasó de ser un serio candidato a presentarse a la presidencia en 2012 a convertirse en el chiste favorito de todos los cómicos de televisión, no se rindió. Su propio partido intentó convencerle de que dimitiera, pero no lo hizo porque entendía que sus asuntos de faldas poco tenían que ver con su capacidad de gobernar. Y cuando finalmente acabó su mandato, se recorrió el estado de Carolina del Sur pueblo a pueblo pidiendo disculpas y consiguió que lo eligieran como congresista. Y cuando llegó a Washington, se atrevió a hacer lo que casi ningún republicano ha hecho en los últimos dos años: enfrentarse a Donald Trump.

Porque a Mark Sanford solo hay una cosa que le gusta más que unas vacaciones en Buenos Aires y esa cosa es la llamada “responsabilidad fiscal”. Para quien no la conozca, es esa profunda preocupación que tienen los republicanos estadounidenses con el gasto público y la deuda nacional, pero que solo les dura mientras están en la oposición. En cuanto hay un republicano en la Casa Blanca, les da igual que gaste lo que haya que gastar y se endeude lo que haya que endeudarse porque el dinero va para los suyos. Sin embargo, hay un republicano al que el déficit le preocupa igual gobierne quien gobierne y ese republicano es Mark Sanford. Cuando Trump presumía de los aranceles a los productos chinos, Sanford le recordaba que quien los paga son los americanos. Cuando el presidente anunciaba predicciones económicas de color de rosa, Sanford era el único republicano al que no le salían los números. Y cada vez que se hablaba del déficit... allí estaba, dando caña.

El presidente tiene poca paciencia con las críticas en general y más aún con las que vienen de “los suyos”. Por eso, el mismo día en que Sanford se la jugaba en las primarias republicanas, Trump irrumpió con un tuit en el que apoyaba a su rival y se permitía una puñalada bajera diciendo que “estaría mejor en Argentina”. Trump, dando lecciones morales sobre la infidelidad matrimonial. Trump, el hombre que pagó a dos actrices porno para que no revelaran que habían tenido relaciones con él días después de que su mujer diera a luz a su hijo pequeño... ese Trump.

Lo cierto es que el presidente tiene mucho tirón en las bases republicanas y su intervención probablemente hizo que Mark Sanford perdiera las primarias y su escaño. No contento con eso, Trump le humilló una semana después en una reunión con congresistas. Poco importó que fuera una mala decisión para los republicanos, que con una candidata mucho peor perdieron el escaño en la elección general. Lo relevante es que Trump se había cobrado su venganza.

Ahora Sanford quiere devolvérsela, o tal vez no. Tal vez es solo que está genuinamente preocupado por el déficit. Él es el primero que sabe que es casi imposible que gane, pero espera al menos obligar al presidente a preocuparse un poco por la deuda pública y hablar del tema. Trump, por supuesto, le ha recibido con la elegancia que es habitual en el presidente: recordándole a Sanford que “se fue a Argentina por malos motivos” y estrenando un mote para su rival: “Míster Senderismo por los Apalaches”, dice Trump, el tres veces casado y marido modelo.

Sanford no está muy interesado en hablar de su vida íntima, pero ha respondido: “En contraste con un presidente que dice que no se arrepiente de nada ni pide perdón por nada, yo sí que me disculpo profundamente por todo aquello”. Con un 90% entre los votantes republicanos, es imposible que ni Sanford ni nadie le arrebate a Trump la candidatura del partido a la Casa Blanca, pero sería una bonita historia que quien lo lograra fuera precisamente “Míster Senderismo por los Apalaches”.

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