“Hemos sobrepasado los tres millones de vacunados en Chile. Esto nos debe llenar de orgullo y debemos dar las gracias a la atención primaria, a los alcaldes y a la capacidad que tiene el Estado de llevar a cabo esta hazaña”. Con estas palabras, el ministro de Salud chileno, Enrique Paris, celebró el martes el buen ritmo y funcionamiento del programa de vacunación del país sudamericano.
Según datos del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS), desde el inicio de la campaña, a finales de diciembre del año pasado, y hasta el 24 de febrero, se han administrado más de 3.123.000 dosis. Más del 20% de la población objetivo (15,2 millones) ha recibido al menos una de las dos dosis. Si bien solo 55.500 personas han recibido la doble dosis –un 0,4% del total–, los resultados alcanzados hasta ahora colocan a Chile a la cabeza de la inmunización de los países de América Latina y entre los más destacados del mundo.
Las estadísticas de Our World in Data de la Universidad de Oxford sitúan a Chile como el quinto país con más dosis puestas por cada 100 habitantes, solo por detrás de Israel, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido y Estados Unidos. En cuanto a la cifra absoluta de dosis aplicadas, Chile ocupa la octava posición en el mundo en un ranking liderado por Estados Unidos (65 millones), China (40,5), Reino Unido (19,5), Israel (7,6), Brasil (7,3), Emiratos Árabes Unidos (5,6) y Rusia (3,9).
Aunque Chile no ha destacado precisamente por una buena gestión de la pandemia (hay más de 20.000 fallecidos y 800.000 casos de contagios por COVID-19), analistas y expertos coinciden en subrayar, en cambio, el éxito de su proceso de vacunación. ¿La fórmula? Una red robusta de atención primaria, diversificar proveedores y apostar por la vacuna china antes que por las fabricadas en los principales laboratorios de Europa y Estados Unidos.
Apuesta por China
“Chile apuesta por una vacuna que no es la que elige la mayoría de los países desarrollados, que optan por los fabricantes tradicionales”, dice el académico de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile, Cristóbal Cuadrado. “Si bien inicialmente eso significó un mayor riesgo porque había incertidumbre sobre la eficacia de la vacuna de Sinovac respecto a otros fabricantes, ha sido un acierto que ha permitido el acceso a un mayor número de dosis de vacunas”, añade.
El remedio chino ha llegado en grandes cantidades a Chile también gracias a los ensayos clínicos que se realizaron a través de una colaboración con la Universidad Católica que fortaleció la posición negociadora de Chile y por la que Sinovac prometió el acceso temprano a las dosis y un mejor precio. También AstraZeneca, Johnson & Johnson y la chino-canadiense CanSino realizaron ensayos de fase 3 en el país.
“Algunas universidades del mundo privado mantienen redes con ciertas farmacéuticas e investigadores de China vinculados con el desarrollo de la vacuna y eso influyó”, apunta Cuadrado. Según él, una negociación anticipada y temprana del gobierno de Sebastián Piñera con distintos proveedores fue determinante para garantizar el suministro. En mayo las autoridades empezaron a hacer gestiones con distintos laboratorios del mundo, favorecidas por un modelo económico abierto al comercio exterior y al libre mercado. Los resultados llegaron con rapidez: los negociadores lograron cerrar acuerdos con cuatro fabricantes: Pfizer-BioNTech, Sinovac, AstraZeneca y Johnson & Johnson. Los dos primeros son los actuales suministradores.
Esta semana llegará al país el segundo envío de Sinovac, de casi cuatro millones de dosis. El miércoles se recibió el sexto cargamento de Pfizer, con otras 189.150 más. También se espera la llegada de cinco millones de dosis de Oxford/AstraZeneca para abril o mayo y Janssen –que ha comprometido otros cuatro millones– está tramitando los permisos para convertirse en la cuarta vacuna autorizada del país. Las autoridades sanitarias estudian, además, la posibilidad de comprar ocho millones de dosis de Sputnik V a los rusos. Según ha trascendido, si se llega a firmar ese contrato, los fármacos llegarían el segundo semestre de este año.
Un plan de vacunación “muy sólido”
“La logística ha demostrado que unas 200.000 personas pueden inocularse cada día en Chile”, asegura Cristóbal Cuadrado. Una cifra que se ha registrado durante varias jornadas desde el 3 de febrero, cuando empezó la vacunación masiva, y detrás de la cual está el trabajo de los equipos de atención primaria de todo el territorio, que llegan incluso a los lugares más recónditos. En la localidad de Laguna Blanca, por ejemplo, ubicada en el extremo sur, en la Región de Magallanes, ya se ha vacunado con la primera dosis a la totalidad de su población objetivo (poco más de 200 personas).
“La red de atención primaria, que depende de los ayuntamientos, ha permitido ofrecer un acceso equitativo a la población, no solo en grandes urbes, sino también en zonas más rurales”, dice el doctor Cuadrado. “Cuenta con trabajadores de todo el país que tienen una larga historia y experiencia en campañas de vacunación”, añade.
Chile tiene una tradición de más de 100 años en campañas de vacunación. El actual Programa Nacional de Inmunizaciones (PNI), que estableció el calendario de vacunas, data de 1978. “Tenemos un plan de inoculación muy sólido desde hace muchos años y existe una cultura de vacunarse”, dice la doctora Claudia Cortés, vicepresidenta de la Sociedad Chilena de Infectología. “Los programas de vacunación se empezaron a desarrollar de forma muy temprana desde que parte la viruela y el sistema de salud pública del país se estructuró a partir de las vacunaciones”, añade la académica. Para la infectóloga, las vacunas “son uno de los pocos –si no el único– acto absolutamente gratuito, igualitario y democrático” del sistema de salud chileno, caracterizado por una fuerte desigualdad de acceso y cobertura.
Polémicas
A pesar de los buenos resultados, un par de controversias han marcado las primeras semanas del proceso. La primera ocurrió cuando el ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Allamand, negó la vacuna a los extranjeros que están en el país en una situación irregular. En medio de las críticas, Allamand reculó.
La segunda tuvo lugar cuando trascendió que 37.000 personas habían recibido la inyección, aunque por edad no pertenecen a los grupos de riesgo priorizados por el Ministerio de Salud. Si bien no representa una transgresión a la normativa, la noticia suscitó críticas por parte del Colegio Médico y de buena parte de la ciudadanía. “Nadie se vacunó a escondidas ni ha habido listas especiales [de personas vacunadas], pero hubo variaciones respecto a las recomendaciones técnicas del Consejo Asesor de Vacunas e Inmunización (CAVEI) y se incorporó a un grupo de ‘trabajadores esenciales’ bajo una calificación que es bastante laxa y que ha generado ruido”, explica Claudia Cortés. Las críticas apuntan al hecho de que jóvenes o personas que están teletrabajando hayan recibido la vacuna antes que personas con enfermedades crónicas.
Más allá de las polémicas, Chile podría ser el primer país emergente en el mundo en lograr la inmunidad de rebaño contra la COVID-19. Así lo señala un informe reciente del banco de inversión neoyorquino JP Morgan. El proceso ha llamado la atención de los grandes inversores que observan en el país posibilidades de reabrir la economía e impulsar una recuperación más sólida. Hace semanas que Piñera subraya esta idea cuando habla en público sobre el éxito del proceso de vacunación. Un objetivo que, para el presidente, es primordial para mejorar su imagen y remontar una aprobación ciudadana que en los últimos meses se ha hundido en las encuestas.
Desafíos
A principios de marzo, Chile iniciará la segunda etapa de inmunización masiva con la inyección de la segunda dosis, lo que obligará a multiplicar el personal para mantener el ritmo que hasta ahora se ha alcanzado. Además, a mediados de mes también comenzará la campaña de vacunación contra la gripe, que el año pasado cubrió a ocho millones de personas.
La doctora Cortés considera que uno de los mayores desafíos pendientes ahora pasa por “rescatar a los mayores de 60 años que no se han vacunado”. Si bien este colectivo ya debería haber recibido su primera dosis en su totalidad, las cifras demuestran que no ha sido así. “Puede que algunos no quieran vacunarse y tenemos que invertir esfuerzos en convencerles de ello por su propio bien y el del resto de la población”, añade la académica. También recalca la importancia de vacunar a los enfermos crónicos cuanto antes y asegurar la llegada de suministro para no frenar el ritmo. “El principal reto es asegurar stock suficiente de nuevas vacunas porque esta es una complejidad que hay a nivel global”, coincide el doctor Cuadrado.
El Gobierno estableció como meta inmunizar a 5,8 millones de personas durante el primer trimestre de 2021 y llegar al 80% de la población objetivo, es decir, unos 15 millones de personas, a finales del primer semestre de 2021.