Poco importa lo que diga la papeleta. Da igual la pregunta. ¿Quién va a votar el domingo en Grecia sobre la conveniencia o no de la última propuesta formal de la troika? En realidad, en Grecia se va a votar una papeleta que dice lo contrario de lo que se desea: el no significa un sí al Gobierno, a un modo de entender la construcción europea sin recortes que puede trasladarse a otros países; y el sí significa una censura a Tsipras y lo que representa.
Y en esa carrera se están utilizando todas las armas disponibles. El martes, al día siguiente de la demostración de fuerza de Syriza en la plaza Syntagma, los partidarios del sí se envolvieron en la bandera de Europa, en la misma línea de los numerosos dirigentes europeos que afirman que un triunfo del no el domingo significará la salida de Grecia del euro. Automáticamente.
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, intervino 24 horas después en la televisión pública para afirmar: “Los que dicen eso mienten a sabiendas. Votar no no significa salir del euro. Significa dar más poder al Gobierno para negociar un mejor acuerdo para el pueblo griego”.
Los partidarios del sí piden la dimisión del Ejecutivo y tienen en su punto de mira a Yanis Varufakis, que ya ha dicho que dimitirá si el Gobierno pierde el referéndum. Pero es que si el Gobierno pierde el referéndum, se da por descontado que convocará elecciones. Y, lo que es más paradójico, dado que Tsipras es el político griego más popular, podría volver a ganarlas.
Las encuestas, no obstante, publicadas por medios partidarios del sí, muestran una evolución a la baja del no y una tendencia al alza del sí. Para dar un penúltimo empujón al no, Tsipras ha anunciado este jueves que participará en un acto este viernes. Se lo juega todo este domingo. De acuerdo con la encuesta de GPO publicada este jueves en los medios –que más tarde la empresa desautorizó por haberse publicado “parcialmente” y sin su “autorización”– el no ha pasado del 57% al 43%; y el sí del 30% al 47%.
División social
En esa carrera por apuntalar al Gobierno o derribarlo, lo que se está percibiendo es una división social creciente en Grecia. “La tensión es muy grande, y me da miedo que de la división se haya pasado a la polarización y, de ahí, se llegue a episodios de violencia”, asegura el politólogo Dimitris Christopoulos, profesor de Ciencia Política en la Universidad Panteion de Atenas, vicepresidente de la Federación Internacional de Derechos Humanos, y asesor del Gobierno en asuntos sociales.
Christopoulos afirma que en estos días está saliendo a la superficie esa fractura que tienen algunas sociedades, como la griega y la española, cuyos regímenes democráticos surgieron de una transición reciente de una dictadura heredada de una guerra civil y cuyas heridas se han intentado enterrar debajo de la alfombra. Durante un tiempo funciona la amnesia, pero más adelante el pegamento de la reconciliación forzosa se gasta. “No hacía falta escarbar mucho, a diez centímetros encontramos de dónde venimos: de una guerra civil en los años cuarenta y de una junta militar en los 60 y los 70”, afirma.
Esa guerra civil surge cuando los partisanos, de la resistencia a la ocupación nazi, la mayoría comunistas, empiezan a operar como un Gobierno sobre el terreno. Y el Gobierno en el exilio regresa y, con el apoyo de los aliados –que lo interpretan como el primer episodio de guerra fría–, los combate. Resultado: 100.000 muertos y la exclusión práctica del sistema político de todos los que están a la izquierda de la socialdemocracia durante tres décadas. Hoy, esas izquierdas, encarnadas en Syriza –y el KKE, pero el KKE sigue siendo prosoviético– están en el Gobierno por primera vez. En Grecia y en Europa. Y aquellos fantasmas, según Dimitris, se están apareciendo después de llevar encerrados en el armario desde 1974.
“Quieren acabar con Tsipras y, acabando con Tsipras, con la posibilidad de una alternativa”, afirma Stavros Karagkounis, asesor del ministro del Estado griego. Como reconoce Karagkounis, Grecia se encuentra sola en el panorama europeo: “Es verdad, no tenemos Gobiernos aliados, cómplices. Por eso para nosotros es tan importante que se produzcan cambios en otros países, como España”.
Impacto en España
En España sus aliados también son conscientes de que el domingo hay en juego mucho más que el sí o el no a un memorándum. Y se están movilizando a favor del Gobierno griego: el eurodiputado de Podemos Miguel Urbán está en Atenas participando en la campaña de Syriza, y este viernes, en un acto presentado por el actor Juan Diego Botto, participan Ahora Madrid (Rommy Arce, consejala); Compromís (Joan Baldoví, diputado), Equo (Juan López de Uralde), ICV (Ernest Urtasun, eurodiputado), IU (Alberto Garzón, diputado), Podemos (Jaime Pastor, consejo ciudadano autonómico) y François Ralle Andreoli (Front de Gauche). Xosé Manuel Beiras (Anova) enviará una intervención por vídeo. Además, han convocado a una vigilia el viernes por la tarde en Madrid y actos en diferentes ciudades durante todo el fin de semana.
El Gobierno de Tsipras, que lleva apenas cinco meses en la residencia Maximou, es el primero con esas posiciones políticas en Europa, el primero que representa una enmienda a la construcción europea fundamentada en Maastricht, a las políticas de austeridad aplicadas en todo el continente desde 2008 y a lo que significa la troika –ente no orgánico formado por FMI, BCE y Comisión Europea que no figura en ningún tratado como institución europea pero que, como acreedores, marca las políticas económicas comunitarias–.
Y eso que el Gobierno, como demuestra la carta enviada por Tsipras el martes por la noche, está aceptando parte de las exigencias de la troika. “El Ejecutivo podría haber sacado el informe independiente de la auditoría de la deuda, que es un arma de gran valor, y negarse a pagar”, explica Leonidas Vatikiotis, analista, profesor de Política Económica en la Universidad Libre de Varna en Chipre y coautor del documental sobre la crisis griega Debtocracy, “pero no lo ha hecho. Está negociando, porque el ala derecha de Syriza quiere pactar con la UE y los acreedores. Nuestro principal problema es la deuda y los movimientos del Gobierno del martes por la noche son contradictorios, desorientan a la gente hacen perder fuerza al no”.
El día siguiente
¿Y a partir del lunes? “Grecia no será expulsada del euro porque el plan de Alemania está basado en el euro. Pero no está claro qué pasará. El problema es que, después de cerrar los bancos es muy difícil volver a abrirlos y volver a la situación previa. Habrá que hacerlo paulatinamente, paso a paso, y será largo. Pero la situación ahora ya era insostenible: se han rebajado las pensiones un 50% en los últimos cinco años, el 66% de los 2,2 millones de jubilados cobra 500 euros al mes”.
“El Gobierno hizo mal en no medir sus fuerzas”, sugiere Christopoulos, “Varufakis ha ido a negociar como si no supiera que tenía una pistola apuntándole a la cabeza. Han abusado de voluntarismo, algo muy propio de la izquierda, y, cuando han visto que no ha funcionado, no han sabido qué hacer. Ya era demasiado tarde y estaban contra la pared con un enemigo que se está cebando. Están machacando al Gobierno griego”.
¿Fue un error no haber pagado al FMI? “¿Cómo va a ser un error?”, responde Dimitris: “Es como si alguien te pide 100 euros y no los tienes. ¿Qué vas a hacer? Pues no pagar. Si no hay dinero, ¿cómo vamos a pagar?”.
Fuentes de Syriza reconocen que no todos en el partido tienen el mismo convencimiento sobre la conveniencia del referéndum. El propio viceprimer ministro Dragasakis reconoció haberle dicho a Tsipras que cogiera la última oferta de la troika, si bien luego matizó sus palabras. Y en el Gobierno hay quien piensa que, si se lograra un acuerdo, lo mejor sería retirar el referéndum. No obstante, el acuerdo parece muy improbable, después de que las negociaciones el martes por la noche se estancaran y el Eurogrupo decidiera no volver a reunirse hasta después de la consulta.
Pero si el Gobierno la pierde, tiene asumido que irá a elecciones anticipadas. “Las elecciones anticipadas serán sí o sí, y Syriza corre el riesgo de dividirse”, afirma Christopoulos: “Si pierde el Gobierno, en agosto, y, si gana, a final de año. A partir de ahí, puede haber un regreso a la tecnocracia o un nuevo Ejecutivo con aliados distintos. La polarización está siendo tan grande que no se va a apaciguar el país a partir del lunes”.
Lo que sí parece cierto es que el domingo hay en juego mucho más que un sí o un no a un documento de la troika: se decide el futuro de Tsipras y el de un modelo alternativo para Europa.