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Italia despide a Berlusconi, cuya larga sombra mediática y política llegó hasta la España de Aznar

Berlusconi saluda a Aznar, durante la reunión de trabajo del Consejo Europeo en Atenas en abril de 2003.

Francesca Cicardi

Milán (Italia) —
12 de junio de 2023 20:49 h

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Silvio Berlusconi (1936-2023) ha muerto este lunes en el hospital de Milán donde había pasado varias semanas de forma intermitente desde el pasado abril, cuando se descubrió que sufría desde hacía tiempo leucemia mielomonocítica crónica. El exprimer ministro italiano había ingresado de nuevo el viernes para unos controles ordinarios, pero la preocupación por su delicado estado de salud y su avanzada edad era máxima, también de cara a la sucesión de Il Cavaliere al frente del partido que fundó, Forza Italia (FI), y del imperio económico que levantó a través del fútbol y de la televisión.

Ese poderío, hizo que saltara a la política y también que tuviera influencia más allá de Italia, en varios países europeos como España, adonde llevó su Canale 5 (en España como Telecinco) con formatos que le habían proporcionado éxito y una herramienta para dirigir la opinión pública en Italia.

Además de Canale 5, Rete 4 e Italia 1 fueron los primeros canales privados de Italia, que revolucionaron el panorama mediático. Ahora, el grupo Mediaset forma parte de la miríada de empresas creadas o adquiridas por Berlusconi, cuyo facturado conjunto es de unos 5.000 millones de euros y cuya plantilla supera los 20.000 empleados. El núcleo del patrimonio familiar es el conglomerado Fininvest, presidido por su hija Marina, la primogénita y más poderosa. Está integrado por siete holdings y más del 60% de las participaciones de cuatro de ellos están vinculadas al propio Berlusconi; cada uno de sus cinco hijos e hijas posee distintos porcentajes en los restantes tres.

Marina, Pier Silvio, Barbara, Luigi y Eleonora Berlusconi fueron los primeros en llegar el lunes por la mañana al hospital San Raffaele, después de que las condiciones del exprimer ministro italiano empeoraran notablemente durante la madrugada del domingo al lunes. La noticia de su muerte se conoció a media mañana en Italia y fue confirmada por las cadenas de televisión de Mediaset, una de cuyas presentadoras no pudo contener las lágrimas al anunciar que “Berlusconi ha muerto”. Unas horas después apareció en la torre de antenas de retransmisión de Mediaset un mensaje: “Adiós, papá. Gracias, Silvio”.

Precisamente en la sede de Mediaset iba a celebrarse la capilla ardiente este martes, sin embargo, el grupo dijo ayer por la tarde que no acogería la capilla ardiente en los estudios situados en la localidad de Cologno monzese, por motivos de “orden público”. El funeral tendrá lugar el miércoles en el Duomo de Milán, la catedral más importante de su ciudad natal, donde pocos han tenido el honor de ser despedidos y menos en un funeral de Estado que contará con los máximos honores.

Condolencias y pocas críticas

Desde todos los partidos italianos, de cualquier signo político, y de muchos otros países han llegado las condolencias por la muerte de Il Cavaliere, cuyas amistades internacionales fueron muy criticadas a lo largo de sus años al frente del Gobierno de Italia y más allá. Recientemente, su amistad con el presidente ruso Vladímir Putin estuvo en el centro de tensiones políticas, que él mismo alimentó con declaraciones consideradas poco oportunas en medio de la guerra en Ucrania. En ocasión de su 86 cumpleaños, edad a la que murió este lunes, Putin le habría enviado 20 botellas de vodka y una carta “muy dulce”.

También hizo muy buenas migas con los presidentes estadounidenses más polémicos, como George W. Bush, que en 2001 lo consideró un “amigo personal”, sobre el cual ejercía bastante influencia. Aunque no apareció en la foto de las Azores junto a Bush, José María Aznar y Tony Blair, apoyó la invasión de Iraq por parte de EE.UU. y quiso que Italia se sumara, y fraguar una alianza privilegiada con Washington. En aquellos años, entabló una buena relación con el entonces presidente del Gobierno español, ya que ambos coincidieron en el cargo durante varios años en la década de los 90 y la primera del siglo XXI. Su forma de hacer política, sobre todo cuando obtuvo mayoría absoluta y controló el Legislativo en base a sus intereses empresariales y personales, inspiró a Aznar en su segunda etapa al frente del Gobierno español –Berlusconi, por su parte, logró hasta en cuatro ocasiones los apoyos para ser primer ministro–.

Más allá de sus relaciones a nivel institucional, también compartieron amistad y momentos más íntimos, hasta tal punto que fue testigo de la boda de su hija Ana Aznar con Alejandro Agag en 2002. El expresidente del Gobierno español estuvo entre los invitados a la lujosa residencia de verano en Cerdeña, adonde Berlusconi llevaba a sus aliados políticos o aquellos de los que quería ganarse el favor. Sin duda, Berlusconi se había ganado el aprecio de Aznar y le debía algún favor, ya que el entonces presidente del PP español ayudó a Forza Italia a entrar en el PPE, que también ha llorado la marcha de la figura más destacada del centroderecha italiano desde los 90.

El líder del PPE, Manfred Weber, ha asegurado a través de Twitter que desde Bruselas no olvidarán “la energía y dedicación con la que trabajó para su querida Italia, por su familia política y sus ideales europeos”. Precisamente, Weber respaldó hace pocos días en Roma al hombre cuyo nombre suena entre los candidatos a suceder a Berlusconi: Antonio Tajani, actual ministro de Exteriores italiano y coordinador nacional de FI, además de vicepresidente del PPE.

Tajani, que supo de la muerte de su líder y mentor durante un viaje oficial a Estados Unidos, dijo en declaraciones recogidas por la agencia de noticias pública ANSA que su partido debe continuar el legado del fundador: “Debemos seguir adelante, desde Forza Italia, aunque estemos heridos. Lo haremos con su guía moral y espiritual, y seguiremos trabajando según sus indicaciones”, afirmó desde Washington, de donde regresará antes de lo previsto.

Dudas sobre la continuidad de Forza Italia

Existen dudas sobre si el partido de Berlusconi puede sobrevivir a su muerte y mantener el papel central que ha tenido hasta ahora en la escena política italiana, incluida la formación del actual Gobierno de la primera ministra, Giorgia Meloni, del que es el socio minoritario tras lograr menos del 10% de los votos en las elecciones generales.

El coordinador de FI en Sicilia, Gianfranco Miccichè, ha vaticinado el final de la formación tras la marcha del que ha sido el alma de la misma desde el primer momento: “Ya no existirá Forza Italia, muere con Berlusconi”, ha afirmado a la agencia de noticias Adnkronos, transmitiendo su tristeza tras el fallecimiento del que ha definido “como un familiar, incluso más”. “Nuestro partido no es un partido de congresos (...) Asistiremos a una pelea en torno a quién es el propietario del símbolo y quién no. Ya sé cómo acabará”, ha lamentado.

Mientras, desde el Gobierno italiano, el vicepresidente y ministro de Transportes, Matteo Salvini, quiso mandar un mensaje de continuidad, al menos de la coalición integrada por su partido, la Liga Norte, la formación de Meloni (Fratelli d'Italia) y la de Berlusconi, quien logró sumarse a esa alianza e influir en las decisiones del Ejecutivo, e incluso plantarle cara a la propia primera ministra, antes de que su salud le alejara de la primera línea de la política. Salvini ha prometido que intentarán seguir adelante “con humildad” parte del “enorme trabajo” que había emprendido Berlusconi, aunque admitió: “Será más difícil, porque conseguía que nos pusiéramos todos de acuerdo y que hubiera sintonía entre todos”.

Il Cavaliere llevaba tiempo siendo amigo y socio de la Liga Norte, mientras que con Meloni la relación era más tensa por el fuerte carácter de ambos y sus deseos de protagonismo. A Berlusconi le costó hasta el último momento echarse a un lado y aceptar que él ya no era ese líder carismático y con autoridad, y que una mujer joven le había sustituido. La primera ministra ha reconocido su coraje y determinación, y que con él ha “luchado, ganado y perdido muchas batallas”. Ahora, “también por él, conseguiros los objetivos que juntos nos habíamos fijado”, ha prometido Meloni.

Pocas horas después de su muerte, empezaban las especulaciones sobre el futuro de FI. Massimo Cacciari, escritor y filósofo italiano, profesor de la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Milán y exalcalde de Venecia, consideró que el partido de Berlusconi aguantará unido al menos hasta las elecciones europeas de 2024, en una entrevista en el canal La7, uno de los pocos no alineados con el Gobierno. Asimismo, dijo que FI seguirá ejerciendo su papel de “transbordador” de los partidos de la derecha más extrema (como el de Meloni y el de Salvini) hacia Europa y hacia la aceptación de estas formaciones en torno a las que había muchas dudas por su ideario antiinmigración y antieuropeísta.

Tajani y el propio Berlusconi aportaron la cara más conocida al Ejecutivo italiano ante los socios comunitarios y la comunidad internacional, hasta tal punto que el PPE está dispuesto a aliarse con los conservadores europeos, encabezados por Meloni. Pero incluso mucho antes, Berlusconi había blanqueado otras formaciones consideradas neofascistas, como Alianza Nacional de Gianfranco Fini, del que procede la misma Meloni.

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