Los líderes de la UE se enfrentan a una ‘supercumbre’ con la amenaza de Orbán de bloquear el espaldarazo a Ucrania

Irene Castro

Bruselas —

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Todas las miradas están puestas en Viktor Orbán. El primer ministro de Hungría amenaza con bloquear la 'supercumbre' que los líderes de la UE tenían marcada en rojo en el calendario desde hace muchos meses. El Consejo Europeo de 2023 era el momento en el que pretendían dar un espaldarazo a Ucrania, tras casi dos años de guerra, con la apertura de negociaciones para la adhesión al club, que requiere de la unanimidad de los actuales socios. Es un gesto simbólico, aún quedaría mucho trabajo por hacer durante años para una ampliación que los más optimistas sitúan en 2030; pero los 27 querían enviar un mensaje nítido de apoyo a Kiev. En las últimas semanas el líder ultranacionalista ha calentado, una vez más, la cita, a la que llega determinado a bloquear la apertura de las negociaciones, un paso que Volodímir Zelenski lleva rogando más de un año.

A las reuniones y contactos telefónicos que los líderes de la UE han mantenido con Orbán en las últimas semanas, se ha sumado una reunión a cinco este jueves por la mañana que ha obligado a retrasar el arranque del Consejo Europeo. A la cita han acudido el presidente, Charles Michel; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; y los jefes de Gobierno de Francia y Alemana, Emmanuel Macron y Olaf Scholz, además del propio Orbán, al que tratan de seducir para que no boicotee a Kiev.

“Es evidente que la propuesta de la Comisión Europea sobre la adhesión de Ucrania a la UE no tiene fundamento y está mal preparada”, expresó Orbán sobre el informe de progreso elaborado por el gobierno comunitario y que se da la circunstancia de que es responsabilidad del comisario húngaro, Olivér Várhelyi, que es el responsable de la cartera de Vecindad. “Nos gustaría que el Consejo Europeo siguiera las recomendaciones que hemos hecho”, señaló Várhelyi en una rueda de prensa este martes ante el veto que plantea su jefe de filas.

Los argumentos que usa Orbán, que ha caldeado el ambiente a través de cartas, apariciones en medios de comunicación y redes sociales, son variados: desde que Ucrania no cumple todos los requisitos hasta que las encuestas muestran el rechazo de los ciudadanos húngaros a esa decisión (que avaló hace un año y medio, cuando la UE concedió el estatus de candidato en tiempo récord al país). Pero Orbán ha dejado claro que su boicot a Ucrania tiene mucho que ver con un chantaje a sus socios al abrirse a apoyar la ayuda financiera, que también pretendía bloquear, si Bruselas libera todos los fondos que tiene en el congelador por su deriva autoritaria.

El nuevo chantaje de Orbán ha sentado muy mal al resto de socios. “No quiero ser provocativo, pero algunos países dicen que no quieren ampliar [la UE] porque cuesta mucho, pero quizás no serían hoy miembros de la UE si hubiera habido la misma reflexión cuando ellos eran candidatos. Todo el mundo debería conocer su propia historia”, apercibió Xavier Bettel, actual ministro de Exteriores y hasta hace poco primer ministro de Luxemburgo. “He oído que están preocupados por el estado de derecho en Ucrania”, reprocha una fuente diplomática en referencia a las quiebras que se producen en la Hungría de Orbán: “No han dicho que estén preocupados por las personas LGTBI, pero igual ese es el próximo argumento”. “Si fracasamos será un grave golpe diplomático, para la moral de las tropas, para los ucranianos...”, advierten desde otra delegación.

También Austria ha amagado con descolgarse del apoyo a la apertura de las negociaciones con Ucrania bajo el argumento de que goza de un proceso 'especial'. El informe de la Comisión Europea, que planteó en noviembre dar ese paso también con Moldavia, establecía que Kiev tenía que avanzar en cuatro de las siete condiciones previas. El ministro Dimitro Kuleba se reunión este lunes con sus homólogos y les aseguró que ese trabajo había quedado prácticamente finiquitado en este mes. La presión que están ejerciendo los denominados 'amigos de los Balcanes' es que no quede atrás Bosnia y Herzegovina, que lleva en la cola formalmente desde 2016. En el caso de ese país, Bruselas dejó la apertura de las negociaciones para cuando tuviera un grado de cumplimiento mayor en trece de los catorce requisitos que aún incumple. La próxima revisión será en marzo de 2024, pero Bosnia y Herzegovina sólo ha cumplido una de las condiciones desde 2019. “Se necesita bastante trabajo”, admiten fuentes comunitarias. “Ucrania tiene que hacer el 20%, Bosnia y Herzegovina tiene que hacer el 80%. Vemos bastante desequilibrio”, señala otro diplomático. 

Tijeretazo al 'dinero fresco'

Pero el otro motivo por el que los líderes europeos se preparan para una cumbre maratoniana es la revisión del Marco Financiero Plurianual. La Comisión Europea pidió a los Estados miembros 66.000 millones extra para hacer frente a las necesidades que no estaban previstas cuando se diseñó el presupuesto para el periodo 2021-2027, como la subida de tipos de interés que va a tener una repercusión importante en la financiación de los Planes de Recuperación. “Es una cantidad loca”, señalan desde uno de los denominados 'halcones', que abogan por que el dinero fresco que entre en las arcas comunitarias sea únicamente para la ayuda a Ucrania y que lo demás salga de recortes o de reasignaciones.

La revisión presupuestaria es una de las negociaciones más complicadas de la UE, porque toca los bolsillos de todos los Estados miembros y más en un momento en el que van a tener que apretarse el cinturón con la reactivación del Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Madrid, como presidencia rotatoria del Consejo de la UE, ha pilotado hasta ahora las conversaciones, pero la semana pasada tomó las riendas el gabinete del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, que puso sobre la mesa una propuesta que recorta en casi dos tercios las contribuciones que tendrían que hacer los Estados miembros. Frente a los 66.000 que quería la Comisión Europea, serían 22.500 millones. “La propuesta de la Comisión Europea era de un mundo ideal, pero ahora tenemos restricciones presupuestarias. Todo el mundo está teniendo que hacer ajustes. No hay dinero gratis”, explican fuentes comunitarias.

Los 26 piensan un 'plan B'

El planteamiento del gabinete de Michel es, además, recolocar algunas de las partidas, lo que incluye recortar los fondos de cohesión y la PAC, según El País. Tocar esas partidas era una las cosas que quería evitar a toda costa España y que revuelve a países como Francia. Con la última propuesta, la actualización presupuestaria se quedaría en 64.600 millones de euros frente a los 99.000 millones a los que aspiraba Bruselas y no contempla la financiación de los tipos de interés ni los aumentos de gasto en personal comunitario, informa la Agencia EFE. También contempla una reducción de los fondos previstos para la gestión migratoria.

A la ya de por sí compleja negociación, se suma la amenaza de bloqueo de Hungría también a esa revisión presupuestaria y, en concreto, al nuevo dinero para Ucrania. Para Orbán es insuficiente el desbloqueo de 10.200 millones de euros que Bruselas ha ejecutado apenas doce horas antes de la reunión de los líderes por la reforma judicial y quiere que descongele otros 22.000 (correspondientes a los fondos de cohesión y al primer desembolso del Plan de Recuperación) a cambio de su 'sí' a la ayuda extra para Ucrania.

Ante la posibilidad de que ese plan no salga, en Bruselas están pensando ya en otras opciones para garantizar que la ayuda financiera sigue fluyendo hacia Kiev en un momento en el que flaquea también la de Estados Unidos. Una opción que está sobre la mesa es mantener el sistema con el que se han enviado cerca de 30.000 millones hasta ahora y que puede ser una herramienta en la que no participen todos los Estados miembros, es decir, una solución a 26.