Luis Arce, el arquitecto del despegue económico de Bolivia que presidirá el país en la peor crisis en décadas
Los resultados oficiales de las elecciones en Bolivia han sido contundentes. Luis Arce, del partido de izquierdas Movimiento Al Socialismo (MAS), será el presidente que gobernará los próximos cinco años al superar a su rival Carlos Mesa con un 55% de los votos en el recuento, el margen necesario para evitar una segunda vuelta.
“Recuperamos la democracia y retomaremos la estabilidad y la paz social. Unidos, con dignidad y soberanía”, dijo en su primer mensaje en Twitter tras conocer los resultados de los sondeos que le daban como ganador.
De La Paz a Reino Unido
Arce, de 57 años y a quien sus allegados llaman 'Lucho', nació en La Paz en una familia de profesores. Tras estudiar Economía en su país y cursar después un máster en Reino Unido, comenzó su carrera profesional como funcionario público en el Banco Central de Bolivia e impartió cursos como docente en varias universidades.
Fue militante del Partido Socialista-1, cuyo fundador, Marcelo Quiroga Santa Cruz, inició en 1979 una denuncia para llevar a juicio al dictador Hugo Banzer Suárez (1971-1978) acusándole de graves violaciones a los derechos humanos. Entró a formar parte del MAS en 2005, el año en que Evo Morales ganó sus primeras elecciones, convirtiéndose en el primer presidente indígena del país.
Arce fue ministro de Economía y Finanzas durante casi todo el gobierno de Morales (2006-2019) y logró blindar la economía boliviana frente a los embates de la crisis internacional. Si bien los altos precios internacionales de las materias primas influyeron en el crecimiento económico del país hasta el 2014 –uno de los mejores de América Latina–, también funcionó el “modelo económico social comunitario productivo” centrado en el Estado, que fue obra de Arce y su equipo.
Este proyecto estatal, que se basó en la nacionalización de los recursos naturales, una elevada inversión pública y una redistribución de los ingresos, permitió a Bolivia aumentar su PIB (hasta un 6,8% en 2013) y los salarios, además de reducir la pobreza de un 60% a un 35%, según datos del Banco Mundial, en uno de los países más empobrecidos de la región. De esta forma, se crearon numerosas empresas estatales en sectores estratégicos como hidrocarburos, energía y telecomunicaciones.
Sin embargo la nación andina se encuentra ahora en una situación totalmente diferente a la de aquellos años de bonanza económica. Bolivia está sumida en una crisis política, económica y social, la más grave del último medio siglo y que está agravada por la pandemia del coronavirus.
Esa crisis multifactorial estalló tras los comicios de octubre de 2019, cuando el Tribunal Supremo electoral dio como ganador en primera vuelta a Evo Morales –que buscaba un controvertido cuarto mandato– entre acusaciones de fraude por parte de la oposición. En medio de unas violentas protestas y tras una cuestionada investigación de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la que se concluyó que hubo irregularidades en dichas elecciones, Morales se vio obligado a renunciar al cargo tras un golpe de Estado en noviembre y abandonó Bolivia.
Pocos días después de la marcha de Morales, la senadora ultraconservadora Jeanine Áñez se proclamaba presidenta. Su gobierno transitorio, muy criticado por su gestión frente a la pandemia, terminará en enero con el traspaso del mando a Arce.
La gestión económica, baza y desafío para Arce
El MAS nombró candidato a Arce –que también se marchó tras la renuncia de Morales, pero poco tiempo después retornó a Bolivia– el pasado enero, antes de la crisis del coronavirus. Ahora, heredará un país muy distinto.
El Banco Mundial ha advertido de que la recesión económica mundial, agravada por la fuerte caída de los precios del petróleo y las medidas de cierre, podría resultar en una contracción económica y un aumento de la pobreza en el país andino. Las últimas proyecciones del Fondo Monetario Internacional apuntan a una caída del PIB del 7,9% para Bolivia.
Una de sus promesas en campaña electoral ha sido la defensa de los recursos naturales y las empresas estatales. Si bien tiene a su favor sus años como ministro, ahora Arce deberá demostrar que es capaz de mantener esas empresas públicas en medio de esta nueva coyuntura.
El exsenador del MAS y sociólogo Adolfo Mendoza Leigue defiende que el presidente electo está en condiciones de poder lograrlo, porque aunque sea en menor medida, la demanda y la exportación de energía eléctrica y de hidrocarburos “van a continuar”, dice a elDiario.es. “Desde el golpe hasta ahora se ha frenado la inversión estatal en las empresas estratégicas y esto las ha debilitado. Y precisamente se han debilitado pensando en que se iba a incorporar un nuevo modelo basado en la lógica de la privatización. Arce tiene la responsabilidad de recuperar estas empresas estratégicas y de generar la inversión suficiente para que sigan brindando beneficios al país en un momento muy complicado en que se va a reducir sensiblemente la capacidad de inversión estatal”.
En términos económicos Arce también deberá afrontar el desafío de reducir el déficit fiscal, que se sitúa en torno al 7%, y bajar su deuda externa, pues el país cerró 2019 con la más alta de su historia: un 27% del PIB.
Durante su campaña electoral, Arce prometió recuperar la estabilidad económica y social para Bolivia. Pero el liderazgo ante la actual crisis requiere más allá de la experticia económica. “La conflictividad social o la problemática de las autonomías no forman parte del trabajo que hizo Arce y por tanto el equipo que lo acompañe debe ser integral y tendrá suplir las deficiencias que tuvo su propio equipo económico en su momento para vincularse con estos sectores de actividad”, apunta Mendoza Leigue.
Al ser el heredero de Morales, quien fue muy criticado por su afán de perpetuarse en el poder y por los casos de corrupción que hubo durante su mandato, Arce también tendrá que buscar su propia impronta. El economista es conocido por mantener un perfil bajo y hay analistas que destacan que no es “un tipo de 'hombre fuerte”, sino una persona que viene de la academia, lo que, a juicio de algunos expertos, puede ayudarle a curar las fuertes divisiones en el país.
Tras su elección, en una entrevista con El País, Arce dice que Morales no tendrá “ninguna participación” en su administración más allá de su influencia como líder del partido.
Al ser preguntado si ocupará algún cargo en el nuevo Gobierno, Morales ha recalcado que lo que quiere es ser “agricultor y pequeño productor” en la zona del Trópico de Cochambamba, donde pretenderse asentarse una vez vuelva a Bolivia. El cuándo es una de las actuales incógnitas de ese regreso. “Es cuestión de tiempo. Mi gran deseo es volver”, expresó el exmandatario en Buenos Aires.
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