Dirigentes de la izquierda alemana lanzan un movimiento transversal dirigido a los votantes ultras de AfD
Una conferencia de prensa con representantes del partido de izquierda Die Linke, los Verdes (Die Grüne) y los socialdemócratas del SPD que presenten un proyecto conjunto no ocurre todos los días. En la mañana del martes, la copresidenta del grupo parlamentario de Die Linke, Sahra Wagenknecht, así como la alcaldesa de Flensburg, Simone Lange, del SPD, junto al exministro de Exteriores de los Verdes, Ludger Volmer, han presentado en Berlín su iniciativa, llamada Aufstehen, que quiere decir 'en pie' o 'levantarse'. En el podio también estaban un escritor y un experto en comunicación.
La plataforma nace con la pretensión de formar un frente uniendo a todas las sensibilidades de la izquierda alemana y se viene anunciando desde agosto. “Hasta hoy a las ocho de la mañana teníamos 101.700 registros”, anunciaba Wagenknecht, “es decir, ya contamos con más de 100.000 personas y todas ellas son miembros fundadores de nuestro movimiento”.
Sin embargo, como explicaba la sección Faktenfinder (el buscador de hechos) de la televisión pública ARD, hasta mediados de agosto los “registros” eran simplemente a la newsletter que tenían en la web, con lo cual periodistas u otros interesados podrían formar parte de dicho número. Aufstehen se ha registrado como asociación, pero aún no es posible ser miembro de derecho. Las dudas ante el número de miembros vienen además de que, según el ente público, “Die Grüne, Die Linke y el partido FDP tienen alrededor de 63.000 miembros, la AfD unos 27.500”. De ahí que resulte raro que este movimiento de repente tenga más miembros que Die Linke y la Alternativa por Alemania (AfD) juntos.
Lo que está claro es que unas 80 personalidades influyentes del mundo de la política y la cultura apoyan la iniciativa. Simone Lange del SPD, por ejemplo, no es una miembro del partido más, sino que fue la rival de la actual presidenta del partido y ministra de Trabajo, Andrea Nahles, en las primarias en las que sacó el 26% de los votos. “Hoy estoy aquí como madre”, aseguró Lange en la presentación de Aufstehen, movimiento del que afirma formar parte con la intención de parar los pies a la extrema derecha.
El papel de Oskar Lafontaine
Otra de las figuras más visibles del movimiento es el marido de Wagenknecht, Oskar Lafontaine, que fue candidato a canciller, secretario general del SPD y ministro de Finanzas del canciller Gerhard Schröder. Tras pasarse a Die Linke, fue copresidente del grupo parlamentario de dicho partido y hoy es presidente del partido en el Estado de Sarre. La prensa alemana lo considera el ideólogo del movimiento. “Queremos apelar a los votantes que no se sienten representados”, explicó Lafontaine en la televisión. En otros medios habla abiertamente de volver a ganar a los votantes de Alternativa por Alemania, de los que su mujer aseguraba hoy que “no son todos nazis”.
“La democracia no funciona”, dijo Wagenknecht en la presentación. Dio como ejemplo las protestas de la extrema derecha en Chemnitz. Según ella, entre los manifestantes hubo no solo extremistas, sino también personas que se han ido apartando de la política oficial porque no ven satisfechas sus peticiones. “Quiero llegar a todos aquellos que en los últimos años se han sentido abandonados por los políticos”, declaró el día anterior a la ARD.
De ahí que el nuevo movimiento pretenda dar la imagen de una mayor participación en la toma de decisiones políticas. Wagenknecht repite una y otra vez que quiere una “democracia real”, con la esperanza de que se traduzca en personas llenando plazas reclamándola.
Aún no han presentado un programa concreto, ya que aseguran querer elaborarlo en discusión con sus seguidores. Para ello han decidido utilizar la plataforma Pol.is, que según la web de Aufstehen es utilizada por los gobiernos de Taiwan, Canadá, Singapur y Nueva Zelanda para “alcanzar mayorías de opinión y encontrar compromisos comunes”. En la web se encuentran tan solo unos principios generales que los fundadores han enunciado. Entre ellos se nombran términos como justicia, cohesión social, paz o desarme. Los propulsores destacan que Alemania es “un país lleno de contradicciones” en el que “se construyen coches y máquinas demandados internacionalmente al tiempo que mandamos a nuestros niños a escuelas ruinosas en las cuales faltan profesores”. Critican que los salarios y las pensiones son muy bajos.
Rechazo de la inmigración
Uno de los puntos mas discutidos sobre el movimiento es la política migratoria. En el texto presentado se asegura que “el desarrollo de la política de asilo ha provocado una inseguridad adicional (…) Muchos ven en la inmigración sobre todo una mayor competición por los trabajos mal pagados”.
Sarah Wagenknecht ha sido criticada en sus propias filas desde hace meses por sus comentarios en el tema migratorio. Habló de una “cultura de la bienvenida sin límites” o de repensar el “derecho a la hospitalidad” hacia determinados inmigrantes y se la llegó a comparar con su rival por la derecha en la AfD, Frauke Petry. El enfado por esos comentarios, que la política ha reiterado en varias ocasiones en diferentes medios, llegó incluso al último congreso del partido.
Lafontaine explicaba en el Tagesschau, el informativo del primer canal alemán, que “quieren un acento internacional en la política migratoria”, es decir, que se invierta más en los campos de inmigrantes y en “los países hambrientos” en lugar de hacer una “política vergonzosa por la cual gastamos mucho en una minoría dejando a la mayoría muriendo de hambre”, en relación a los refugiados que Alemania ha acogido y que son el tema con el cual la AfD pudo captar más votos en las últimas elecciones, llegando a ser la tercera fuerza en el Bundestag.
Críticas desde los otros partidos
El secretario general del partido socialdemócrata, Lars Klingbeil, rechazó una posible cooperación de su partido con el nuevo movimiento en una entrevista con el diario Westdeutsche Allgemeine Zeitung y declaró que “lo que hacen Wagenknecht y Lafontaine no es un movimiento, sino una lucha por el poder dentro de Die Linke”.
La copresidenta de Los Verdes, Annalena Baerbock, aseguraba que “aquellos que ahora han iniciado la plataforma Aufstehen no estuvieron en las calles y por ello no es mi plataforma”, en referencia al concierto contra la extrema derecha que tuvo lugar en Chemnitz el lunes, al que no asistieron Wagenknecht ni las otras figuras del movimiento, según sus críticos porque a la manifestación de la extrema derecha habrían acudido muchos de los votantes indecisos que la iniciativa quiere rescatar.
Die Linke ha emitido una nota firmada por su director ejecutivo federal Jörg Schindler en la que recalca que el movimiento Aufstehen es “un proyecto de personas individuales” y no del propio partido. Más allá de esta aclaración, en el comunicado se limita a asegurar que la extrema derecha está ganando terreno, que hay que hacerle frente y que Die Linke trabajará en ese sentido. Ni una palabra más sobre la relación que tendrá el partido con dicho movimiento. Bern Riexinger, copresidente de Die Linke había avisado de que “si vemos (en el movimiento Aufstehen) un competidor, nos opondremos a ello”.
Sin embargo hoy la copresidenta de dicho partido Katja Kipping hablaba de “dar una oportunidad” al movimiento, aunque aseguraba que ella misma no formaría parte del mismo. Asimismo se alegraba de “cualquier iniciativa” que sea capaz de crear “mayorías progresistas de izquierdas más allá de la CDU y la AfD”. El presidente de Turingia, Bodo Ramelow, de Die Linke, cree que se corre el riesgo de dividir a la izquierda: “un movimiento tiene que surgir de abajo y no en un partido”. Para él, Aufstehen “no polariza en la sociedad, sino en la izquierda como partido”.