La presión de las futbolistas que ha obligado a la FIFA a rechazar el patrocinio de Arabia Saudí para el Mundial
Hace solo cinco años que las mujeres de Arabia Saudí tenían prohibido acceder a los estadios de fútbol, pero a la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) le pareció buena idea considerar al país como posible patrocinador del próximo Mundial femenino, que se celebra este verano en Australia y Nueva Zelanda.
Sin embargo, las presiones han forzado a la FIFA a cambiar sus planes. Este jueves, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, ha confirmado que hubo conversaciones con “Visit Saudi” que no llegaron a un contrato. “Ha sido una tormenta en un vaso de agua”, ha añadido. Infantino ha criticado que “mientras [el comercio entre Australia y Arabia Saudí] no parece ser un problema, entre la FIFA y Visit Saudí, sí. Hay un doble rasero que no entiendo”.
La decisión fue recibida con el rechazo que activistas y organizaciones de derechos humanos echaron de menos cuando la FIFA designó a Catar como sede del último mundial masculino, cuando impidió que los capitanes de las selecciones portaran un brazalete con el símbolo de la bandera LGTBI y cuando se negó a condenar las sentencias a muerte contra manifestantes iraníes que protestaban por los derechos de las mujeres.
En este caso, esa protesta ha estado liderada por las jugadoras de las principales selecciones, que han criticado duramente a la FIFA, la organización presidida por Infantino. Y también lo han hecho los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda, que aseguran que la organización del mundial de fútbol no consultó con ellos en ningún momento la aprobación del patrocinador.
Si hubiera salido adelante, decenas de jugadoras, entre las que hay algunas que no podrían vivir legalmente en Arabia Saudí porque está prohibida la homosexualidad, habrían competido en un evento patrocinado por la campaña turística “Visit Saudi Arabia”.
“Es un país donde no tienes permitido ser quien eres, donde no eres aceptada como homosexual. Es el patrocinador de un torneo donde competirán 32 equipos de mujeres y en los que hay muchas jugadoras que no se arrepienten de su orientación sexual”, escribió en el diario holandés AD Vivanne Miedema, estrella de la selección holandesa y delantera de Arsenal. “Si no fuera un asunto tan serio, me reiría. Es así de hipócrita”.
Decenas de deportistas y sus parejas —que en algunos casos también juegan en el mundial— iban a competir en un evento patrocinado por un país que no reconoce la homosexualidad y la castiga con penas de prisión. Arabia Saudí, con un largo historial de violaciones de derechos humanos es además una de las 30 naciones que permite el castigo corporal en sus condenas.
“Si de verdad quieres impulsar el deporte femenino, queremos que sea con el apoyo de personas que comparten nuestra misma filosofía y nuestros valores como jugadoras y como deporte”, afirmaron en un comunicado conjunto las británicas Lucy Bronze y Keira Walsh, ambas campeonas de Europa, que visten esta temporada la camiseta del Fútbol Club Barcelona. Bronze y Walsh describen esos valores como “el apoyo a las mujeres, el deporte de calidad, el fútbol de calidad y totalmente inclusivo, aquí acogemos a todo el mundo”.
“Es totalmente raro que la FIFA haya querido este patrocinio para el Mundial femenino cuando a mí no se me apoyaría ni aceptaría en ese país, así que no lo entiendo”, declaró a Associated Press la estadounidense Alex Morgan, doble campeona del mundo. “Creo que lo que debería hacer Arabia Saudí es dedicar ese esfuerzo a su equipo femenino, que apenas tiene dos años. Ese sería mi consejo. Y espero que la FIFA haga lo correcto”.
La FIFA cuenta precisamente entre sus estatutos con el compromiso de “respetar todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente”, así como el de “promover la protección de estos derechos”. Pero esto no ha impedido que designe anteriormente a Qatar como sede del último Mundial de Fútbol masculino ni que haya elegido a Arabia Saudí como la sede del Mundial de Clubes que se celebra a finales de 2023.
Las jugadoras estadounidenses cuentan con el apoyo de su federación. “A pesar de que no podemos controlar cómo eligen otras organizaciones a sus patrocinadores, sí podemos manifestar nuestra preocupación y seguiremos apoyando a nuestras jugadoras”, afirmó en un comunicado.
Los organizadores del Mundial femenino, Australia y Nueva Zelanda, han manifestado públicamente que se sentían “defraudados” y acusaron a FIFA de no haber consultado con ellos esta decisión antes. En cuanto salió a la luz, las federaciones de Australia y Nueva Zelanda mandaron un escrito a la FIFA solicitando que aclarara “urgentemente” la situación.
La presidenta de la federación australiana calificó el posible acuerdo con Arabia Saudí de “hipócrita” y afirmó que constituye “otro ejemplo de la hipocresía de la FIFA y del fútbol mundial cuando se trata de los valores que dicen tener frente al origen del dinero que ingresan”.
Nuevas demandas a la FIFA
La protesta de varias jugadoras ante el patrocinio saudí coincide con iniciativas recientes con las que deportistas internacionales demostraban que están dispuestas a renunciar a un mundial para presionar a su federación para lograr cambios.
Primero lo anunció la noruega Ada Hegerberg (Balón de Oro en 2018). Después se arriesgaron 15 jugadoras de la selección española que ya negocian su regreso. Hace pocas semanas se plantaron las futbolistas de Canadá, que lograron un acuerdo con su federación tras amenazar con la huelga. Y después siguió la francesa Wendy Renard —junto con Marie Antoinette Katoto y Kadidiatou Diani—, que renunció al que puede ser su último mundial.
“Podrías tener un once increíble solo con las jugadoras que pueden estar ausentes en la Copa del Mundo y lo más triste es que ni siquiera faltarían por lesión”, ha lamentado la defensa británica Lucy Bronze en un artículo para Give Me Sport, en el que también hace referencia a Alexia Putellas. “Wendy y Alexia son dos de las mejores futbolistas del mundo pero están gastando su energía en pelear por algo que debería ser normal, como son las condiciones que les permitan competir al más alto nivel”.
Esta misma semana, el sindicato de jugadores Fifpro, que representa a más de 65.000 jugadores y jugadoras de todo el mundo, ha enviado una carta a Infantino en la que reivindican condiciones igualitarias con la competición masculina, así como igualar la cuantía de los premios, según ‘The Wall Street Journal’.
La misiva está firmada por 25 selecciones femeninas y ha sido enviada apenas cuatro meses antes de que comience el Mundial. En ella piden a la FIFA que establezca las mismas condiciones en la competición, desde los viajes y desplazamientos hasta la calidad de los hoteles, las sedes de entrenamiento y los recursos a los que tienen acceso las delegaciones.
Las 25 selecciones, entre las que se encuentran EEUU, Japón, Alemania o Noruega, también exigen que la FIFA garantice que las jugadoras reciben al menos el 30% del importe de los premios. En la actualidad, si las jugadoras que no tienen acuerdos oficiales con sus federaciones no reciben el importe del premio, que sí es enviado a la delegación nacional.
La cuantía otorgada a la selección vencedora seguirá siendo mucho más reducida que la del Mundial masculino. La FIFA ha anunciado este jueves que los premios del Mundial femenino acumularán 150 millones de dólares, en un claro aumento desde los 30 millones de la edición de 2019, aunque todavía lejos de los 440 millones de dólares repartidos entre las selecciones masculinas en Qatar el año pasado. Según la organización, ambas cifras deberían estar al mismo nivel para los mundiales de 2026 y 2027 respectivamente.
La igualdad entre el dinero de los premios, que las federaciones pueden invertir posteriormente en el desarrollo de los equipos y las competiciones, sigue siendo una de las principales reivindicaciones de las jugadoras. Como ya hizo EEUU tras hacerse con su cuarto Mundial en 2019, este año lo han hecho las jugadoras de Canadá tras lograr el último oro olímpico. También exigen mejores condiciones las profesionales de la selección española y las de la francesa.
A diferencia de lo ocurrido durante el Mundial de Qatar, cuando las selecciones masculinas de Alemania e Inglaterra accedieron a dejar en el vestuario el brazalete arcoiris de la campaña One Love, futbolistas de las principales selecciones han conseguido presionar a la máxima institución del fútbol para que cambie de opinión. Esta vez, la FIFA ha escuchado.
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