Debate
El primer cara a cara entre Harris y Trump: un test para la demócrata y una oportunidad para el republicano de cambiar las tornas
A ocho martes de las elecciones presidenciales, la candidata demócrata, Kamala Harris, y el republicano, Donald Trump, se verán las caras por primera vez este martes a las nueve de la noche (hora local, 3.00 a.m., hora peninsular española) en el National Constitution Center de Filadelfia. Se tratará de 90 minutos cruciales, organizados por la cadena ABC News, que pueden ser decisivos para elegir quién es el próximo presidente de Estados Unidos.
El domingo, una nueva encuesta del New York Times mostraba cómo Harris y Trump llegan al duelo en una carrera ajustada, con un 47% de los apoyos para la demócrata frente a un 48% para el republicano.
Mientras que la mayoría de los ciudadanos ya han visto debatir a Trump y saben qué pueden esperar de él, Harris se estrenará bajo el ojo escrutador del público. Su actuación en el debate durante las primarias demócratas contra Joe Biden en 2019 o el debate contra el candidato a la vicepresidencia Mike Pence en 2020 quedan lejos en la memoria colectiva.
Algo muy diferente si se compara con Trump, donde el recuerdo de cómo arrolló a Biden –a menudo con mentiras– en el debate de la CNN el pasado 26 de junio sigue fresco. Especialmente para los demócratas, que intentan ahora dar de su propia medicina a Trump.
Gran parte de la estrategia que siguió el republicano durante su duelo televisivo contra Bien consistió en resaltar su “juventud” frente a la vejez de su rival –tan solo se llevan tres años de diferencia–.
Se trata de una carta que ya estuvo jugando durante toda la campaña y que ganó fuerza con los tartamudeos y la voz ronca de Biden en el plató de la CNN.
Ahora, cuando Trump y Harris aparezcan en las pantallas televisivas de los norteamericanos, de poco le servirá el bronceado al magnate para camuflar lo evidente: Trump se ha convertido en el candidato anciano frente a Harris, quien tiene 59 años y es 19 años más joven que él.
Para dejar atrás la imagen de candidato frágil de Biden, Harris probablemente se muestre dura e intentará revivir escenas como la que protagonizó contra Mike Pence.
Cuando el vicepresidenciable republicano intentó interrumpirla durante el debate de 2020, Harris no se dejó pisar y lo cortó con un seco “Estoy hablando yo”.
Igual que ha hecho desde el inicio de la campaña, la candidata demócrata también explotará al máximo la narrativa de la fiscal contra el candidato convicto. Harris, que hasta ahora había hecho la mayoría de apariciones públicas en espacios “seguros” y con discursos preparados, tendrá que demostrar su capacidad de reacción e improvisación ante la imprevisibilidad de Trump.
El debate contra Trump también será un momento de oro para Harris a la hora de hacer llegar sus propuestas al resto del país. Igual que los votantes saben qué esperar del republicano en su actuación, también ya conocen sus propuestas. Por contra, Harris tan solo lleva un mes de campaña a sus espaldas y los electores ya han hecho notar en la encuesta del New York Times que sienten que aún les falta información sobre la demócrata.
Concretamente, un 28% dice que necesita saber más sobre Harris para poder tomar una decisión sobre su voto. Solo un 9% tiene esa misma sensación con Trump.
Que los votantes sientan que quieren conocer más sobre Harris es síntoma de una campaña que la mayoría del tiempo ha pivotado sobre la euforia generada, sin profundizar mucho en las propuestas. A 56 días de las elecciones, esto supone una mayor presión para la demócrata a la hora de articular su agenda, pero también una ventaja para mantener el foco de interés sobre ella frente a un Trump que no lleva bien quedar relegado en un segundo plano.
El interés que suscita la candidatura de Harris y el factor de novedad que supondrá verla tras el atril contra Trump amplificará sus palabras y gestos, para bien y para mal.
Trump resiste a pesar de la euforia demócrata
A pesar de que Trump parezca haber quedado eclipsado por el entusiasmo que genera Harris no se puede desestimar el hecho de que sigue manteniéndole un pulso muy ajustado en las encuestas. El foco sobre el republicano puede haber disminuido, pero no sus apoyos, como han mostrado los últimos sondeos publicados. Esto aún es más destacable, teniendo en cuenta el nerviosismo y las salidas de tono de Trump en las últimas semanas.
En la mayoría de encuestas que Harris ha estado liderando desde que encabeza el ticket electoral, Trump iba por detrás pisándole los talones. En la última del New York Times el magnate es quien se sitúa por delante de la vicepresidenta por tan solo un punto porcentual y rompe la racha de tres semanas seguidas con Harris liderando. Además, cuando los sondeos hacían preguntas más concretas sobre cuestiones clave en estas elecciones, como la frontera o la economía, Trump seguía teniendo ventaja sobre Harris.
No se puede olvidar que Trump es un animal televisivo y a pesar de que ya no podrá jugar su carta preferida (la de la edad) es posible que se decante por atacar Harris en sus puntos débiles: la economía y la gestión de la frontera. Algo que ya viene haciendo desde que la vicepresidenta se ha convertido en su rival. En el debate contra Biden, Trump hizo una aparición mucho más comedida y con menos aspavientos que en sus mítines para poder dar una pátina de moderación a sus mentiras xenófobas. El martes será interesante ver cómo se traducirá en los gestos de Trump la intranquilidad que le provoca la euforia generada por Harris.
Cuestiones clave: aborto, economía y frontera
No se puede decir que las recientes contradicciones de Trump sobre el aborto sean fruto del nerviosismo frente a Harris, pero sí que se han acentuado en medio de la desorientación provocada por esta. A principios de año, Trump sacaba pecho de haber conseguido que se derogara la sentencia de Roe contra Wade que protegía el derecho al aborto a nivel federal. Pero, así como esta cuestión se ha ido dibujando como uno de los temas clave de cara a estas elecciones, Trump no ha hecho más que dar volantazos. Se trata de un asunto que le resulta incómodo.
En marzo ya estuvo en el punto de mira del sector más conservador del partido después de decir que no apoyaría una prohibición del aborto a nivel federal. Justificó su postura alegando a que son los estados quienes tienen que decidir, y probablemente sea el comodín que use durante el debate contra Harris. Aunque este comodín quedó en entredicho cuando hace poco se pronunció sobre el referéndum para abolir la ley en Florida que limita el aborto a las primeras seis semanas: dijo que le parecía un plazo demasiado corto. Una vez más, las críticas lo hicieron recular y poco después dijo que votaría en contra de derogar la ley.
Trump ha llegado a decir que su presidencia será buena para los “derechos reproductivos”, un argumento que puede ser un caramelo para Harris a la hora de contraatacar. Restaurar el derecho al aborto a nivel federal ha sido la principal cartera de Harris como vicepresidenta de Biden y también es el principal reclamo de su campaña. Por lo que intentara hacer aflorar las contradicciones de Trump en esta cuestión.
El gran tema por excelencia, sin embargo, será la economía. Hay un 18% de votantes de los swing states que aún no han decidido su voto según las últimas encuestas y, entre ese grupo, lo que prima es el precio del carro de la compra. A pesar de que la administración Biden ha conseguido buenos resultados macroeconómicos después de la pandemia, muchos ciudadanos de pie solo ven como el precio de la vida cuotidiana se ha encarecido.
Harris ya presentó su plan para crear una “economía de la oportunidad” con la promesa de prohibir la especulación sobre el precio de los alimentos y ayudas a los primeros compradores de la vivienda. Con ello quiere demostrar a las clases media y trabajadora que las escucha y pretende solventar esta situación. Ahora bien, a pesar de que el grueso de medidas anunciadas por Harris van un paso más allá de las políticas económicas de Biden, también hay algún retroceso.
Después del giro a la derecha de Silicon Valley, Harris está volviendo a intentar recuperar el apoyo de un sector que durante años tendía a identificarse como progresista. En el reciente mitin en New Hampshire, Harris anunció que quiere elevar la tributación de las rentas del capital al 28% solo para quienes ganen más de un millón de dólares. Actualmente, la tasa máxima del impuesto sobre las ganancias de capital ahora es del 23,8%, incluido un impuesto adicional del 3,8%. A pesar de ser un aumento, sigue siendo una cifra inferior a lo que proponía Biden, que suponía una tasa del 39,6% sobre las ganancias de capital.
Por su lado, Trump presentará su propuesta de prorrogar las rebajas fiscales que realizó durante su anterior mandato y también ha prometido rebajar el impuesto de sociedades a solo el 15% para las empresas que fabriquen sus productos en Estados Unidos. Se trata de medidas que claramente favorecen a grandes empresas y rendas muy altas, pero que según el magnate estimularan la economía.
Sobre la frontera, Trump acusará a Harris de convertirla en un “coladero” y la responsabilizará del auge de la inmigración. Una falsedad que ha repetido constantemente en las últimas semanas es que Harris tenía como tarea frenar la llegada de los migrantes irregulares al país. Eso nunca fue así: lo que hace Trump es retorcer el encargo que le dio Biden a Harris a principio de mandato para que ayudara a abordar las causas de la emigración en los países de origen. Durante esa encargo, en una gira por Guatemala y México, Harris pronunció una de las frases que más críticas le ha costado: “No vengan. Si vienen a nuestra frontera, serán devueltos”.
Si Trump la ataca con la cuestión de la frontera, es posible que Harris saque a relucir las últimas cifras de cruces fronterizos. Desde que Biden aprobó el decreto que facilitaba las devoluciones en caliente, el número de personas que han cruzado la frontera con México ha descendido drásticamente en último mes. En junio, poco más de 83.000 migrantes cruzaron la frontera de forma ilegal, según las autoridades fronterizas estadounidenses. En mayo fueron cerca de 117.000. Se trata del total mensual más bajo desde enero de 2021. Así mismo, también volverá a poner sobre la mesa el hecho de que Trump fue quien hizo saltar por los aires el acuerdo bipartidista para un nuevo proyecto de ley que pretendía atajar la situación de la frontera.
Las reglas del debate
Las reglas que rigen el debate de este 10 de septiembre se han convertido en uno de los motivos de disputa entre el equipo de Harris y Trump. Los demócratas querían cambiar algunas de las normas acordadas cuando Biden aún era el candidato, como el hecho de que los micrófonos se silencien cuando no se tenga el turno de palabra. Esto en un inicio fue una exigencia del equipo del propio Biden, que al final acabó beneficiando a Trump, ya que lo hizo parecer más moderado y calmado al no poder interrumpir a su rival. Por lo que ahora los demócratas querían que los micros estuvieran constantemente abiertos. Algo a lo que el republicano se opuso.
Tras un tira y afloja con amenaza incluida por parte de Trump de abandonar la cita, los micrófonos continuarán cerrados cuando no se tenga la palabra, tal como se había acordado. El resto de reglas del anterior debate también se mantendrán: no habrá público y no habrá intervenciones de introducción, sino que se empezará directamente con las preguntas de los moderadores. Habrá dos minutos para contestar, uno de réplica y otro de contrarréplica. Tampoco se permitirán gráficos (algo que gusta mucho a Trump) ni similares.
En los 90 minutos de debate solo habrá dos pausas publicitarias y los candidatos no podrán hablar con sus asesores. Trump tendrá la última palabra, según se le ha asignado por sorteo.
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