Las restricciones a la libertad de prensa en Qatar también empañan el Mundial

Francesca Cicardi

17 de noviembre de 2022 22:58 h

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La libertad de prensa es uno de los derechos que no está garantizado en Qatar. A pocos días del comienzo del Mundial de fútbol, la organización Human Rights Watch acaba de publicar una “guía para reporteros” que alerta sobre los principales abusos de derechos humanos en Qatar y las normas restrictivas en el país. La ONG recuerda que los medios de comunicación se han encontrado anteriormente con “restricciones, incluida la prohibición de grabar en propiedades residenciales, comercios privados, edificios gubernamentales, universidades, hospitales y lugares de culto”.

El caso con más repercusión relacionado con el Mundial es el arresto del año pasado del reportero Halvor Ekeland y el camarógrafo Lokman Ghorbani, de la televisión estatal noruega NRK, a la salida de su hotel en Doha. Su equipo fue confiscado y ambos permanecieron detenidos 30 horas durante las cuales fueron interrogados sobre dónde estuvieron y con quién se reunieron, antes de ser puestos en libertad sin cargos. 

Las autoridades qataríes tampoco se olvidan de este caso y a día de hoy siguen justificando la detención alegando que ese equipo de televisión entró en una propiedad privada sin permiso, algo desmentido por Ekeland. El Comité Supremo para la Entrega y el Legado, ente organizador del Mundial 2022, recordó recientemente que “grabar en una propiedad privada está permitido, pero requiere del consentimiento del propietario”.

Este martes se produjo otro incidente cuando personal de seguridad interrumpió una emisión en directo de un periodista danés y amenazó con romper su cámara. El periodista dijo después que la Oficina de Medios Internacionales y el Comité Supremo de Qatar se habían disculpado por el comportamiento de los agentes. 

Preguntado por elDiario.es sobre si garantizará el acceso de los medios a todas las instalaciones e información del Mundial de fútbol, un portavoz del Comité Supremo se remitió al comunicado de octubre en el que el ente organizador negó que se hayan impuesto “condiciones estrictas a los representantes de los medios de comunicación durante la Copa del Mundo de la FIFA”. Como en años anteriores, la FIFA ha sido la encargada del proceso de acreditación de los medios que cubren el Mundial. Mientras, el Comité Supremo ha otorgado otras acreditaciones para trabajar legalmente en el país, que no incluyen el acceso a los partidos, entrenamientos y otros eventos deportivos. 

Opresión y censura

Una fuente del Gobierno qatarí ha señalado a elDiario.es que es la primera vez que existen medios acreditados por el país anfitrión y que tendrán los mismos permisos de grabación fuera de los estadios que los acreditados por la FIFA. La fuente ha asegurado que “miles de periodistas podrán informar libremente en todo el país, al igual que en el marco de otros eventos que han sido hospedados con éxito por Doha en el pasado”. Este portavoz, que no quiere publicar su nombre, asegura que “la libertad de prensa y la pluralidad de los medios son una parte integral del compromiso de Qatar de ofrecer una plataforma para varias perspectivas sobre cuestiones destacadas, incluida la Copa del Mundo 2022”.

La organización Reporteros Sin Fronteras recuerda que Qatar, que es propietario de un imperio mediático con Al Jazeera entre sus medios, tiene “un arsenal legislativo opresivo y un sistema draconiano de censura”. Recuerda algunas víctimas de la censura, como Doha News, y que la televisión Al Jazeera “ignora los asuntos que puedan resultar embarazosos para su empleador”.

Datos personales

Los periodistas que cubran el Mundial, al igual que los aficionados, tendrán que registrarse en dos aplicaciones, Ehteraz y Hayya, respecto a las que hay dudas por el acceso que se les da a los datos personales del dispositivo en el que se instalen. El jefe de seguridad de la televisión NRK, Øyvind Vasaasen, ha alertado de que, entre otras cosas, Ehteraz, una aplicación para el control de la COVID-19, puede saber la localización exacta del dispositivo y desbloquear la pantalla del teléfono.

Los mismos temores respecto a la seguridad digital y la seguridad en general de los periodistas que viajan a Qatar han sido expresados por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), que ha publicado una serie de consejos para los profesionales.

El investigador para Oriente Medio del CPJ, Justin Shilad, dice a elDiario.es que “los reporteros que viajen a Qatar deben esperar que sus palabras, acciones y movimientos sean vigilados constantemente”, no solo a través de las aplicaciones, sino en cualquier circunstancia en el país. También existe el “riesgo de detención”, añade Shilad, citando el caso del equipo de la emisora NKR y advirtiendo de que las reglas sobre el terreno son fluidas y “los periodistas que estén cubriendo una historia delicada deben anticiparse a que la interpretación de las leyes en ese momento no será en su favor”. “Las periodistas o profesionales del colectivo LGBT también se enfrentan a una atención negativa por parte de las autoridades, sobre todo si tocan los temas de género y sexualidad”, añade. 

Instrucciones editoriales y autocensura

Shilad teme que los periodistas locales se “autocensuran” ya que habitualmente no pueden hacer una “cobertura crítica con el emir, el Gobierno o la religión”. La censura también puede continuar “mucho después” de la competición.

Algunos periodistas que informan en Qatar no quieren hablar con sus colegas sobre el ambiente en el país para la prensa, como pudo comprobar elDiario.es. Un periodista deportivo, afincado en Doha desde hace años, comenta a elDiario.es que él y sus compañeros están trabajando “sin problemas de ningún tipo” en la cobertura especial del torneo. Sin embargo, reconoce que reciben instrucciones editoriales sobre las informaciones críticas con Qatar y suelen ofrecer la versión del Gobierno.

El periodista, que no quiere dar su nombre, pone en duda algunas denuncias de las ONG y dice que “nadie puede conocer o verificar la realidad” respecto a la muerte de trabajadores de la construcción migrantes y otras cuestiones sobre las que los reporteros locales no han podido o no han querido investigar. “Hay autocensura, ¡claro!”, explica. “Puedes decir y escribir lo que quieras, pero si atacas al régimen del país o al país mismo, pueden despedirte, da igual el cargo que ocupes”.