ENTREVISTA

Ricardo Lagos, expresidente de Chile: “Boric está aprendiendo que gobernar es gobernar para todos”

Icíar Gutiérrez

29 de septiembre de 2022 22:46 h

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Si algo dejó claro el contundente triunfo del 'rechazo' de la población chilena a la propuesta constitucional era que se abría un escenario complejo de diálogo sobre cómo seguir con el proceso tras el 4 de septiembre. Dos meses antes, Ricardo Lagos, presidente entre 2000 y 2006 y el primer socialista que llegó a La Moneda tras el fin de la dictadura, sacudió el debate político del país al plantear que el proceso iba a tener que continuar tras el plebiscito hasta alcanzar un texto que, en sus palabras, suscitara “consenso”, sin decantarse públicamente por ninguna de las dos alternativas en juego.

Ahora que las fuerzas políticas de todo el arco parlamentario chileno están negociando el nuevo proceso constituyente, Lagos sigue convencido de ello. “En el plebiscito se aprendió la lección y tiene que haber una constitución que nos interprete a todos. Soy optimista”, dice en una entrevista con elDiario.es durante una visita a España para participar en debates organizados por el Club de Madrid, un foro de expresidentes y primeros ministros de todo el mundo.

A su juicio, la senda hacia un nuevo texto constitucional debería pasar por que los partidos lleguen a un “entendimiento político”, ve indispensable que se elija un nuevo órgano constituyente y desliza la idea de que participe un grupo de expertos. Aboga por “una constitución más adecuada en un período más corto” que sustituya la vigente, escrita durante la dictadura de Augusto Pinochet y parcialmente reformada, precisamente durante el mandato de Lagos.

¿Cuál es su lectura del resultado del plebiscito del 4 de septiembre? ¿Qué explica ese casi 62% a favor del 'rechazo'?

La primera variable tiene que ver con la plurinacionalidad. Tiene lógica, pero yo habría agregado tres palabras: Chile es un Estado plurinacional “en su origen”. Uno de los problemas fue que se exageró este tema. El 'rechazo' fue mayor en las regiones donde la mayor proporción pertenece a los pueblos originarios. Es notable. La Convención Constitucional estaba convencida de la importancia de lo plurinacional y lo colocó en el primer artículo. Fue parte de la explicación de por qué después la ciudadanía dijo 'no'. Esto es un elemento no menor.

Lo segundo, fue confundir que la constitución es la casa de todos, es la ley de leyes por la cual usted y yo, que pensamos muy distinto, estamos en condiciones de poder llegar a un acuerdo sobre cómo nos ponemos de acuerdo. Es la ley por la cual se procesan las diferencias. Y, obviamente, esas reglas deben concitar la inmensa mayoría de respaldo. Cuando el 'apruebo' o 'rechazo' pasaron a ser un tema muy conflictivo, quedó claro que esa Constitución no iba a cumplir con el requisito básico de que esas reglas las aceptamos todos.

¿A qué se refiere?

En medio de un debate constitucional, la tendencia natural de los constituyentes era no distinguir muy bien lo que puede ser un programa de gobierno de las ideas de una constitución. Y esa confusión está en muchos artículos que se rechazaron al final, porque daban la impresión de un programa de izquierda de gobierno y por lo tanto, no tenía la aprobación de todos los chilenos. Al final, el 'apruebo' o el 'rechazo' a ese texto constitucional fue un proceso que dejó enrabiada a la sociedad. 

Estaba muy claro que eso no iba a cumplir lo natural de una constitución, que son las reglas por las cuales podemos estar en desacuerdo y alcanzar un acuerdo. Y fue la razón por la cual yo me permití decir que me negaba a ser clasificado por 'apruebo' o 'rechazo' porque dos meses después, cuando terminara el plebiscito, íbamos a estar tan enojados unos con otros que íbamos a seguir discutiendo. Yo quería ponerme en los dos casos: si ganaba el rechazo, aprobar las cosas que están en la Constitución rechazada que me interpelan, y si ganaba el apruebo, repudiar determinadas cosas. Por ejemplo, la [propuesta de] Constitución no reconocía el poder judicial al Poder Judicial, establece simplemente una administración de Justicia. Yo quiero que haya tres poderes, el famoso equilibrio de Montesquieu.

Ganó el 'rechazo', así que ahora tenemos que buscar qué cosas de la Constitución rechazada nos parecen adecuadas.

¿Qué cosas le parecen adecuadas? La propuesta de Constitución fue considerada un avance progresista a nivel internacional.

Decir que Chile debe ser un Estado social y democrático de derecho y también de derechos económicos. La discusión de un nuevo contrato social es esencial porque tiene que haber una política social para tener mayores grados de igualdad. 

Como ganó el 'rechazo', muchos están diciendo que no hay que escuchar nada de lo que escribieron. Por favor, no me venga con eso. Fue un gran triunfo del 'rechazo' desde el punto de vista electoral, pero esto no justifica que aquellos que votaron 'apruebo' no tengan razón en lo que están planteando respecto a muchos temas. Quiero ser fiel a lo que planteé en su momento.

Ahora Chile está inmerso en negociaciones entre partidos, con el Congreso como protagonista. ¿Cuál debería ser la fórmula para encauzar el proceso constitucional?

Es indispensable que haya una legitimidad nueva con una elección de una convención constitucional, entendiendo lo que ocurrió con la anterior y lo rescatable. Y, mientras se hace eso, sería muy importante que los partidos políticos empezaran a ponerse de acuerdo sobre qué cosas de lo que se rechazó deben permanecer y qué cosas nuevas hay que introducir para garantizar que en el plebiscito de salida lo apruebe la gran mayoría. 

Tiene que haber una mezcla. Hace 100 años, para la Constitución de 1925, el presidente de la época [Arturo Alessandri] nombró un grupo de sabios para que redactaran el texto. Juntó a 20 sabios que ya habían redactado algo con 80 representantes. Y sobre esa base se hizo la Constitución y se sometió a plebiscito. 

Entonces, ¿el proceso debería contar con un grupo de expertos y una nueva convención?

Las autoridades electorales dijeron que no es posible celebrar ninguna elección antes de abril por un conjunto de razones físicas. Hay que esperar hasta entonces para elegir la Asamblea Constituyente. Entonces, ¿por qué, mientras tanto, no imitamos [lo que hizo] Alessandri 100 años atrás y designamos por un acuerdo político un grupo de “expertos”? Después de haber discutido durante dos años, sabemos cómo piensan unos y otros. Es la ventaja de haber discutido el tipo de constitución, por ejemplo, ¿régimen presidencial o régimen parlamentario? Si ya sabemos eso, lleguemos a un acuerdo de qué hay que tener en la casa de todos.

Y una vez elegida la asamblea, digámosle lo mucho que tenemos avanzado de entendimiento. ¿Qué les parece si, en vez de tener un año, disponen solo de seis meses? En consecuencia, podemos tener una nueva constitución para cuando se elija el nuevo gobierno que vendrá después del [Gobierno del] presidente Gabriel Boric.

El presidente Boric va a tener que gobernar y resolver problemas que afectan a la gente hoy, precisamente por la crisis que tenemos todos los países, con la inflación galopante e importada de fuera. En todos los países está aumentando el paro y los productos, especialmente agrícolas, se están encareciendo. Esos desafíos, que son simultáneos, ¿cómo los abordamos? Tratemos de hacer las cosas bien ahora. Lleguemos a un entendimiento político entre los partidos y hagamos entonces una constitución más adecuada en un período más corto. Esa es mi sugerencia.

¿Estaría dispuesto a participar en ese grupo de expertos?

¿Quién es uno para decir eso? Lo que sí tengo claro como expresidente es que debo escuchar y tratar de pensar un poquito. Al no estar en la política activa, por lo menos se puede pensar algo sobre lo que se cree que es mejor para el país. Y eso es lo que he tratado de hacer.

Yo me considero socialista y lo he sido desde muy joven, pero eso no quita que no pueda decir también que, para hacer una constitución democrática, quiero ponerme de acuerdo con mis adversarios. Durante los seis años en que yo fui presidente, tuve la experiencia de que la derecha tuvo derecho a veto con los senadores designados de la vieja Constitución de Pinochet. Y déjeme decirle que no es grato gobernar con un partido que tiene derecho a veto.

¿Cómo valora el papel de la derecha actualmente a la hora de dar impulso a la continuidad del proceso? La coalición Chile Vamos ha empezado a hablar de límites al nuevo texto.

La derecha no pudo mantener el veto porque no logró un tercio de la representación en la Convención. Entonces, se produjo una constituyente en donde hubo excesos hacia la izquierda y el tema plurinacional, que no es ni de izquierdas ni de derechas. Tiene que haber reconocimiento a los pueblos originarios, sin ninguna duda. Sin embargo, también es importante ahora llegar a un grado de consenso y un entendimiento político.

La forma en que están inventando el tema de “los bordes”... No me venga con eso si lo está usando para mantener el veto. Es muy importante entender que tenemos que tener ahora una casa de todos de buena fe. Y si se quiere gente experta, le puedo decir constitucionalistas de todo el espectro político. Porque todos estos expertos han hablado en estos dos años. No hay ninguna razón para no llegar a un acuerdo.

¿Confía entonces en que haya esa buena fe por parte del bloque de derecha?

Quiero creer que han aprendido de los errores del pasado y que entienden que constituir un Estado de bienestar que garantice que el crecimiento llega a todos y no a unos pocos requiere las instituciones adecuadas para asegurarlo. Esto que ustedes han construido en Europa es bueno. No hay ninguna razón para que no se pueda construir.

¿Y qué debe hacer Boric?

El presidente Boric va a tener que jugar un rol. Él no quiere. Ha dicho que el presidente del Senado y el presidente de la Cámara de Diputados se encarguen de conducir. Pero, al final, el jefe de Estado es el jefe de Estado. Boric tiene que asumir como jefe de Estado la visión amplia que comprende a toda una sociedad. Es un presidente muy joven, pero también es un presidente que está aprendiendo que gobernar es gobernar para todos. También para los que no piensan como uno.

Por el calendario que se maneja, es difícil que haya un nuevo texto antes del 11 de septiembre del año que viene, cuando se cumplen 50 años del golpe de Estado contra Salvador Allende.

No lo creo. En el plebiscito se aprendió la lección y tiene que haber una constitución que nos interprete a todos. Soy optimista.

Tras el plebiscito, el presidente hizo una remodelación del Gobierno que se entendió como un giro al centroizquierda. ¿Qué balance hace de estos seis meses de Boric en La Moneda?

Definir un programa de gobierno cuando no eres gobierno es distinto a definir un programa de gobierno cuando tienes que aplicar determinadas cosas.

Por ejemplo, hay falta de seguridad en muchas calles de las ciudades de Chile y la gente está pidiendo orden. En definitiva, el Estado de derecho y las instituciones deben funcionar. Una cosa es saltarse un torniquete del metro para entrar a una estación y no pagar el billete de metro, y otra prender fuego a una estación de metro. Hay una gran diferencia. Lo primero es una expresión de muchachos jóvenes que tienen que ir al colegio todos los días en metro. Incendiar una estación es otra cosa. A esto se agrega que hay un narcotráfico que está llegando desde fuera y que antes no existía en Chile. Lo más importante no es el aumento de la tasa de homicidios, sino el tipo de homicidios. El homicidio porque hay una disputa menor entre personas es diferente del crimen organizado que llega de fuera. En el pasado, el orden público no existía como debate, pero ahora existe y hay que hacerse cargo de ello. Y en esto, el presidente Boric está aprendiendo que gobernar es complejo.

Vídeo: Nando Ochando, Clara Rodríguez y Xabi González.