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Qué significa “desmantelar la policía”: claves de la propuesta surgida en EEUU para acabar con la violencia policial

Manifestantes y policía frente al capitolio del estado de Georgia, Atlanta.

Javier Biosca Azcoiti

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“Décadas de esfuerzos en reforma policial han demostrado que el Departamento de Policía de Minneapolis no puede ser reformado y nunca rendirá cuenta de sus acciones”, afirmaron el domingo los concejales de la ciudad en la que fue estrangulado George Floyd. Fracaso tras fracaso, el Ayuntamiento ha concluido que el problema es la propia policía y ha aprobado con mayoría absoluta su “desmantelamiento”.

¿Qué significa desmantelar la policía? Tampoco Minneapolis lo tiene muy claro: “Reconocemos que no tenemos todas las respuestas sobre cómo será un futuro libre de policías, pero nuestra comunidad sí que las tiene”, explicaron lo concejales. El objetivo, según han explicado, es retirar progresivamente la financiación a una “policía militarizada”, invertir en servicios a la comunidad y construir un nuevo sistema alternativo de seguridad que evite el uso de la fuerza policial.

MPD 150 es una organización de Minneapolis que lleva años abogando por el desmantelamiento de la policía en la ciudad. “La abolición de la policía no consiste en chascar los dedos y retirar los fondos de forma mágica a cada departamento de policía en el mundo”, sostiene el colectivo. “Es un proceso gradual de redistribución y traslado estratégico de los recursos, de la financiación y de las responsabilidades desde la policía hacia modelos de seguridad, apoyo y prevención basados en la comunidad”.

Minneapolis dedica el 11% de todo su presupuesto al Departamento de Policía, según datos de 2017 recogidos por The Center for Popular Democracy. Paralelamente, dedica un 1,4% a políticas de vivienda y un 1,5% a programas de salud. Por cada dólar gastado en policía, 0,01 céntimos van a programas de prevención de violencia juvenil, 0,09 céntimos a vivienda asequible y 0,04 céntimos al desarrollo laboral para adultos. Según un estudio de Bloomberg, el presupuesto total destinado a la policía en EEUU se ha triplicado desde 1977 hasta alcanzar 115.000 millones de dólares, sin embargo, el crimen lleva una tendencia a la baja desde los años 90.

Respecto a la reducción de responsabilidades de los agentes, MPD 150 indica: “La gente que responde a las crisis en nuestra comunidad debería ser la gente que esté más preparada para tratar esas crisis. En lugar de extraños con armas y que probablemente no viven en los vecindarios que patrullan, queremos crear espacio para más profesionales de servicios psicológicos, trabajadores sociales, líderes religiosos, defensores de las víctimas, etc”.

En este sentido, Steve Fletcher, concejal de la ciudad, afirma en un artículo publicado en la revista Time: “Ya hemos promovido programas piloto para enviar a profesionales de la salud mental a las llamadas de salud mental y técnicos de emergencias sanitarias del Departamento de Bomberos para las llamadas de sobredosis de opiáceos, sin policías”.

“También hemos experimentado con equipos callejeros desarmados y orientados a la comunidad desplegados por las noches y centrados en la desescalada. De forma similar, podríamos entregar la aplicación de las normas de tráfico a cámaras y, posiblemente, al personal de control del aparcamiento, en lugar de a la policía”, explica. De este modo se evitarían casos como el de Philando Castile, que murió a tiros en Minneapolis en 2016 delante de su novia y de su hija durante una parada de tráfico porque llevaba una luz fundida. “Podemos resolver la confusión por una compra de 20 dólares en un supermercado [referencia al incidente que acabó con la muerte de George Floyd] sin tener que sacar un arma o poner unas esposas”, añade Fletcher.

“En este largo proceso de transición, puede que necesitemos un pequeño grupo especializado de servidores públicos que su trabajo sea responder a crímenes violentos, pero ahora mismo la policía no solo responde a crímenes violentos. Hacen paradas de tráfico innecesarias, detienen a pequeños consumidores de drogas y trabajan en un amplio abanico de pequeñas faltas que solo sirve para mantener a más gente bajo el sistema de justicia penal”, afirman en MPD 150.

Alex S. Vitale, profesor de Sociología en Brooklyn College y autor de ‘The end of Policing’, critica en una columna publicada en The Guardian que hasta ahora “todos los problemas sociales en comunidades pobres y no blancas se han entregado a la policía. Las escuelas no funcionan, pues enviemos a la policía. Los servicios de salud mental están diezmados, enviemos a la policía. Las sobredosis son una epidemia, criminalicemos a la gente que comparte drogas. Los jóvenes están envueltos en un ciclo de violencia y desesperanza, llamémosles depredadores y enviémosles a la cárcel para siempre”.

Aun así, el 65% de los estadounidenses no apoya reducir los presupuestos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, según una encuesta elaborada por YouGov y publicada el 1 de junio. Solo el 16% de los demócratas y el 15% de los republicanos apoyan esta idea. Sin embargo, si que hay un fuerte consenso por aplicar reformas: el 94% de los demócratas y el 83% de los republicanos abogan por formar a los agentes para reducir tensión en conflictos y evitar el uso de la fuerza. Un apoyo prácticamente idéntico recibe la idea de equipar a los agentes con cámaras que graben todas sus intervenciones. Además, el 80% apuesta por implementar sistemas de alerta para identificar a agentes problemáticos. Por último, el 61% de todos los estadounidenses afirma que la muerte de afroamericanos a manos de la policía es una señal de un problema más amplio.

Cuando la reforma no es posible

¿Por qué no invertir en servicios a la comunidad sin necesidad de desmantelar la policía? “No es que la policía no sea efectiva, es que en muchas comunidades tiene un efecto dañino. La historia de la policía es una historia de violencia contra los marginados”, defiende MPD 150.

Vitale sostiene que la reforma policial no es posible porque “asume que la policía está aplicando de forma neutral un conjunto de leyes que benefician automáticamente a todo el mundo” cuando, según él, defienden un sistema racista y contra los pobres. En esta línea también se expresa MPD 150: “Lo que es imposible es pensar en la idea de que los departamentos de policía se pueden reformar contra su voluntad y servir a comunidades a las que siempre han atacado”.

Hasta ahora, los diversos intentos de reforma policial en Minneapolis no han funcionado. “Me ha sorprendido lo difícil y polémico que ha sido aprobar pequeños cambios en el presupuesto. Otras propuestas para cambiar el funcionamiento de la policía se han encontrado con una firme resistencia institucional”, sostiene Fletcher. “La falta de cambio no ha sido por falta de intentos, los cuales se han enfrentado a la oposición del del Departamento de Policía”, añade.

“Los políticos que se oponen a los deseos del Departamento de Policía se encuentran con retrasos en sus distritos. Después de recortar el presupuesto policial, escuché de votantes que sus llamadas al 911 tardaban una eternidad en obtener respuesta y escuche de agentes que decían a los dueños de negocios que llamasen a sus concejales para preguntar por qué tardaban tanto”, denuncia Fletcher.

En Minneapolis, afroamericanos y nativos tienen una probabilidad 8,5 veces mayor que los blancos de ser arrestados por pequeños crímenes, según un estudio de American Civil Liberties Union (ACLU) entre 2012 y 2014. La población negra es el 19% de la población de la ciudad, pero representa el 59% de los arrestos por pequeños delitos.

“No es momento de reformas para legitimar la vigilancia policial. Muchas de estas reformas ya han sido adoptadas por la policía y las personas negras siguen muriendo. Es hora de abolir la vigilancia policial y el resto del complejo industrial de prisiones”, señalan desde Critical Resistance, otra organización abolicionista.

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