Armas, excavadoras y perros de presa: la violencia de los colonos sancionados que siembra el terror entre los palestinos
Salah Abu Awad cuenta que le atormentan los recuerdos de la noche en la que unos colonos israelíes lo despertaron cuando irrumpieron en su casa y lo amenazaron a punta de pistola. Fue uno de los muchos ataques que obligaron a este pastor de 28 años y a su familia a desmantelar sus casas y abandonar sus tierras en la aldea de Widada, en las colinas del sur de Hebrón, en la Cisjordania ocupada.
Abu Awad dice que, en su denuncia policial, identificó a los intrusos como Ely Federman y Yinon Levy, dos colonos del cercano puesto avanzado no autorizado de la Granja Meitarim. Reino Unido ha impuesto sanciones a Levy y Federman y a otros dos “colonos israelíes extremistas” acusados de “atroces violaciones de los derechos humanos” contra palestinos.
“Espero que las sanciones sirvan de algo”, dice Abu Awad mientras pastorea a sus animales en una colina rocosa y azotada por el viento. “Hemos sufrido mucho por culpa de Yinon y Ely. Me han increpado muchas veces, han intentado robarse mis ovejas y han saqueado mi casa”.
Abu Awad, que tiene ocho hijos de dos esposas, dice que sigue pastoreando a sus animales “como si fuera un ladrón” por temor a los ataques de los colonos, que han ido en aumento tras los atentados de Hamás en comunidades israelíes el 7 de octubre.
Desde ese momento, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCAH) lleva registrados más de 600 ataques contra palestinos en Cisjordania. El Ministerio de Relaciones Exteriores británico declaró que el año pasado se habían alcanzado niveles de violencia sin precedentes por parte de “colonos extremistas”, al tiempo que anunció estrictas sanciones económicas y que prohibirá la entrada a Reino Unido contra Federman y Levy, así como contra Zvi Bar Yosef y Moshe Sharvit. El ministerio también dijo que, en los últimos meses, Sharvit y Levy habían recurrido a la agresión física, amenazado a familias a punta de pistola y destruido propiedades como parte de un “esfuerzo selectivo y calculado” para desplazar a las comunidades palestinas. Añadió que Federman ha estado involucrado en múltiples incidentes contra pastores palestinos en las colinas del sur de Hebrón.
En julio del año pasado, Abu Awad acabó por huir de Widada, donde su familia había vivido durante décadas, porque se sentía “enjaulado y amenazado”. “Teníamos miedo todo el tiempo, vivíamos con miedo. No era vida”, cuenta.
Abu Awad cuenta que unos días antes de marcharse, mientras pastoreaba su rebaño, Federman intentó robarle sus ovejas a punta de pistola. Fue la gota que colmó el vaso para Abu Awad, aún conmocionado por el asalto a su casa en la madrugada del 12 de marzo de 2023. “Yinon y Ely irrumpieron en mi casa. Ely había venido con un perro de presa y un fusil M16. Entraron y abrieron todo, incluidos los armarios, y revolvieron todo. Preguntaban ‘dónde está el dinero’, pero yo no tenía dinero. Mi mujer y mis hijos estaban muy asustados”.
Abu Awad explica que denunció el incidente a la policía: “Recibí papeles oficiales que dicen que presenté una denuncia, pero no pasó nada”.
“Tememos que nos maten”
Azam Nawajeh, pastor de 62 años, dice que Levy también ha causado estragos en la cercana aldea de Susiya. El 16 de octubre de 2023, Levy bajó hasta la aldea en una excavadora. La aldea se encuentra en el 60% de Cisjordania controlado por Israel, conocido como el Área C. “Yinon Levy vino en su excavadora con otros y empezó a cerrar todas las entradas a la aldea. No solo bloquearon las carreteras, sino que también arrancaron olivos, destruyeron depósitos de agua y dañaron muros y terrazas agrícolas”, cuenta este padre de siete hijos.
Nawajeh dice que a menudo resulta difícil distinguir entre el Ejército y los colonos, que a veces van armados y vestidos con uniformes de reservistas y máscaras. La familia habló con la Oficina de Coordinación y Enlace de Distrito (OCD) de Israel, brazo administrativo de la ocupación, que dijo que no había ordenado los cierres. También se sabe que los colonos intimidan a las fuerzas israelíes. Según Nawajeh, cuando los agentes de la OCD se presentaron para reabrir las carreteras, fueron ahuyentados por los colonos.
Dice que seis familias y sus rebaños dependían de las cisternas de agua que ahora están “destrozadas”. “No tenemos agua. No podemos conectarnos a la red de agua, así que las cisternas son cruciales para nuestras familias”.
Nawajeh espera que las sanciones disuadan a los colonos, pero insiste en que Israel también debe tomar medidas. “Todos los días hay algo”, dice. “Ayer los colonos nos impidieron pastar en el valle, en nuestra propiedad privada, y enviaron un dron con un altavoz que decía: ‘Marchaos a casa, marchaos a casa’. Uno teme que lo maten porque tienen armas. Da mucho miedo”.
Para Fares Hassan, este miedo era abrumador. Este hombre de 57 años fue una de las 250 personas que tomaron la decisión colectiva de abandonar el cercano pueblo de Zanuta tras semanas de intensa violencia de parte de los colonos desatada desde el 7 de octubre. “Nos quitaron nuestra casa, nos quitaron nuestra tierra, nos quitaron todo”, dice, intentando contener las lágrimas, este padre de 18 hijos y casado dos veces.
El Ministerio de Relaciones Exteriores británico y los medios de comunicación locales vinculan a la granja Meitarim de Levy con el desmantelamiento de la aldea. Hassan considera responsables a Levy y a los demás colonos que operaban desde el puesto de avanzada. “No podíamos dormir por la noche. Venían tanto de día como de noche. Nos atacaban. Hacían agujeros en los barriles de agua. No nos dejaban dar de comer a nuestras ovejas y oíamos sus drones todo el tiempo. Nos amedrentaban. No podíamos seguir soportándolo”.
Paliza en un picnic
Más al norte, cerca de Ramala, Mousa Qatash dice estar traumatizado por la paliza propinada por Bar Yosef, quien fundó el asentamiento ilegal Granja Zvi en 2018. De acuerdo con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Reino Unido, Bar Yosef recurrió a la intimidación y la violencia contra los palestinos locales, llegando a amenazar dos veces a punta de pistola a familias jóvenes que estaban haciendo un picnic.
Qatash cuenta que Bar Yosef lo apaleó mientras estaba de picnic en su propio terreno en la aldea de Jibiya el 20 de abril de 2020. Qatash se desmayó tras la agresión, que, según relata, le dejó moratones, dientes rotos, una hernia discal y ligamentos desgarrados.
Este hombre de 43 años, casado y padre de tres hijos, vive en el campo de refugiados de Jalazone, cerca de Ramala. “Aun hoy, cuando pienso en aquel ataque, me siento traumatizado. Fue tan aterrador que creí que Dios me había resucitado y me había dado otra vida, porque la muerte era una opción en aquel momento”. Lleva cuatro años sin poder volver a su tierra, perdiéndose las barbacoas familiares y las cosechas de aceitunas.
Unos 490.000 israelíes viven en decenas de asentamientos en Cisjordania que son ilegales según el derecho internacional. Según el grupo israelí de defensa de los derechos humanos Yesh Din, en lo que respecta a ataques de colonos contra palestinos, 2023 fue el año “más violento” del que se tiene registro.
Levy desestima las acusaciones contra él, calificándolas de “parte de una campaña contra la violencia de los colonos”. En declaraciones a The Guardian, dice que las acusaciones provienen de “anarquistas de izquierdas que vienen a acosar y provocar en la zona”. Niega haber agredido a palestinos y haber destruido y robado propiedades. “Si algo así hubiera ocurrido, supongo que la Policía habría investigado, pero no pasó nada”, dice. En cambio, afirma haber sido atacado por palestinos.
The Guardian no ha podido ponerse en contacto con Federman, Bar Yosef y Sharvit. El padre de Federman, Noam Federman, figura central de la extrema derecha israelí, se hace eco de las palabras de Levy en declaraciones a Agence France-Presse: “Desde hace varios años existe una campaña de anarquistas e izquierdistas contra la ‘gente de las colinas”. Sharvit también culpó a “organizaciones de izquierdas”, en declaraciones al Canal 14 de Israel, y afirmó haber sido víctima de ataques.
Bar Yosef ha presentado una demanda por difamación contra la ONG Kerem Navot por haberlo llamado “colono violento”.
Levy también está en el punto de mira de Estados Unidos, que sancionó a cuatro colonos israelíes el 1 de febrero. Por su parte, Francia ha impuesto sanciones contra 28 colonos. El pasado lunes, el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación español, José Manuel Albares, anunció que el Gobierno se dispone a sancionar a un primer grupo de doce colonos violentos de Cisjordania.
Ori Givati, director de promoción de causas en Breaking the Silence, grupo fundado por veteranos israelíes para documentar los abusos militares en los territorios palestinos ocupados, considera que las sanciones son un “buen paso en la dirección correcta”. “Espero que sea solo el principio”, dice. “Debería haber decenas, si no cientos, de colonos en esas listas”.
Traducción de Julián Cnochaert.
Este artículo ha sido actualizado por la redacción de elDiario.es.
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