Si Berlusconi es como Trump, ¿qué puede aprender Estados Unidos de Italia?
Muchos líderes mundiales felicitaron a Donald Trump por su inesperada victoria electoral. Uno de ellos suele ser comparado con el magnate inmobiliario y exestrella de un reality de televisión: Silvio Berlusconi.
El exprimer ministro italiano es un hombre de derechas y propietario de un entramado mediático valorado en miles de millones de euros. Durante su mandato, fue acusado de haber contratado los servicios de una prostituta menor de edad para una de sus infames fiestas 'bunga bunga'. Presumió de la amistad con Vladimir Putin, al que durante sus años como primer ministro consideró uno de sus más estrechos aliados. Ahora, no ha dudado en afirmar que las similitudes entre él y Trump son “obvias” y que el magnate neoyorquino gobernará con “autoridad y equilibrio”.
Si es verdad que Berlusconi y Trump, dos políticos mediáticos y provocadores que han insultado a los inmigrantes, se han burlado de las mujeres y han cuestionado la libertad de prensa, están cortados con el mismo patrón, entonces los italianos pueden comprender mejor que nadie la consternación que sentirán los estadounidenses más progresistas en los próximos años.
A continuación, algunos consejos y también algunas advertencias:
Oposición política: dejen de llorar e intenten comprender a los votantes de Trump
Durante años, los partidos de la oposición y los periodistas italianos se burlaron del comportamiento grosero de Berlusconi. Esta forma de hacer oposición no es eficaz.
“Los que se oponían a Berlusconi apostaron por la vía fácil –burlarse de sus comentarios– y fracasaron. Cuando Berlusconi afirmó que Occidente era superior y la oposición le contestó que eso era una afirmación políticamente incorrecta e imperalista, lo cierto es que muchos votantes italianos pensaron que Berlusconi estaba en lo cierto”, explica Giovanni Orsina, autor del libro Berlusconismo e Italia, que explora cómo Berlusconi consiguió mantenerse en el poder.
Orsina señala que burlarse de Berlusconi solo sirvió para contentar a los que ya simpatizaban con la oposición pero no para captar la atención de los votantes del empresario. El mensaje de que “Berlusconi suponía el fin de la democracia en Italia” solo caló entre sus detractores.
“La oposición nunca llegó a impulsar la estrategia correcta: intentar comprender qué querían aquellos que votaron a Berlusconi e intentar proporcionárselo. Basta de burlas, dejen de lamentarse, dejen de decir que esto es un horror y un desastre; intenten comprender qué quieren sus votantes, lo cierto es que la izquierda italiana nunca lo hizo”, indica Orsina.
Libertad de prensa: los periodistas deben recelar de la complicidad
No es ningún secreto que Trump desprecia a los periodistas. Durante su campaña prometió volver a instaurar leyes de difamación para poder demandar a los medios de comunicación que lo critiquen por daños a su imagen. Indicó que si llegaba a la Casa Blanca, el New York Times, la CNN y el Washington Post “iban a tener problemas”.
El auge de Berlusconi en Italia está inexorablemente ligado al hecho de que controlaba un sinfín de medios de comunicación. Ejerció su poder sobre muchos medios, entre ellos, las principales emisoras de televisión y diarios. Lo hizo no solo como primer ministro sino también como propietario de un imperio mediático.
“Muchos medios se convirtieron en cómplices de esta situación ya que, por ejemplo, aceptaron que les impusieran condiciones o que Berlusconi pudiera elegir qué periodista debía entrevistarlo”, indica Jacopo Iacoboni, un periodista de la sección de política de La Stampa.
Esto dio lugar al llamado “edicto búlgaro”. Berlusconi acusó a unos periodistas de la RAI de “uso criminal de la televisión pública” por, entre otros motivos, unos reportajes que alegaban que Berlusconi tenía vínculos con el crimen organizado. Los periodistas fueron despedidos.
El machismo constante: contraataque feminista
Berlusconi fue acusado de incitación a la prostitución de menores y abuso de poder, por haber contratado el servicio de unas prostitutas para sus fiestas “bunga bunga” y más tarde haber intentado esquivar el juicio. Fue absuelto. Sin embargo, durante su etapa como primer ministro, los comentarios degradantes hacia las mujeres fueron una constante. Las trató como objetos sexuales, las insultó y se burló de ellas en público con frecuencia. Incluso contó chistes sexistas en actos públicos para “rendir homenaje” a los logros de las mujeres. En la Italia de Berlusconi, las mujeres eran valoradas por su físico y una exmodelo fue nombrada ministra de Igualdad de Oportunidades.
La obsesión de Trump con el físico de las mujeres ha quedado de sobra demostrada a lo largo de su periplo presidencial. Se ha sabido que puntúa el físico de las mujeres del 1 al 10 y han salido a la luz denuncias de acoso y de agresión sexual.
Emma Bonino, exministra de Asuntos Exteriores de Italia y una feminista que en los años setenta promovió el derecho al aborto y el divorcio en el país, indica que “el machismo de Berlusconi también sirvió para que muchas mujeres italianas reaccionaran”.
“La actitud de Berlusconi provocó una cierta revolución entre las mujeres”, indica: “Durante años habían optado por no participar en la vida pública y no opinar sobre temas que les concernían”. “Reaccionaron en contra de ciertos estereotipos en torno a la mujer, especialmente los difundidos por los medios de comunicación, y actuaron contra el flagelo de la violencia doméstica, un problema que a menudo se había silenciado”, remarca Bonino.
La derecha religiosa: ¿una alianza impía?
Berlusconi tenía un pacto implícito con la Iglesia Católica; un pacto que le permitió permanecer en el poder.
“Los obispos italianos optaron por mirar hacia otro lado y nunca criticaron un comportamiento que era todo menos católico. A cambio, Berlusconi los ayudó a impulsar o frenar leyes. Por ejemplo, impidió que prosperara una iniciativa para las uniones entre personas del mismo sexo y frenó ciertos tratamientos de fertilidad condenados por la Iglesia. También supo sacar provecho del miedo de la Iglesia Católica a ser absorbida por el Islam (a través de la inmigración) o la liberalización”, indica Massimo Faggioli, un historiador eclesiástico de la Villanova University.
Cuando han pasado cinco años de la dimisión de Berlusconi, Italia todavía no ha aprobado una ley que permita el matrimonio entre personas del mismo sexo (aunque ahora las uniones civiles son legales), las lesbianas y los gays no tienen reconocidos sus derechos como padres, solo pueden hacerse un tratamiento de fecundación in vitro las parejas casadas y la gestación subrogada es ilegal.
Esto guarda ciertas similitudes con Trump. El millonario, que se ha casado tres veces y todavía no ha dado una explicación convincente sobre si es creyente o no lo es, ha conseguido que lo apoyen cuatro de cada cinco evangélicos blancos, que albergan la esperanza de que para la actual vacante del Tribunal Supremo de Estados Unidos, así como para otras que puedan surgir en el futuro, Trump designe magistrados que se opongan al aborto. Y si bien esta promesa ha recibido poca atención por parte de los medios, durante su campaña Trump prometió derogar una prohibición de 1954 que impide que las organizaciones exentas de impuestos, como las entidades religiosas, puedan participar en política. Si Trump cumple con su promesa, las iglesias de Estados Unidos tendrán un peso político todavía mayor.
Berlusconi y la ley: un precedente preocupante
La semana pasada, Trump acordó pagar 23 millones de euros para que se cierre el caso de fraude contra su “universidad”. Con este acuerdo, terminó con una pesadilla legal, si bien en un inicio el millonario había prometido dar guerra hasta el final. También deberá hacer frente a una auditoría impulsada por las autoridades fiscales de Estados Unidos y ha amenazado con demandar a las mujeres que lo han acusado de acoso sexual y violencia sexual.
Berlusconi tuvo problemas similares con el sistema judicial y estas cuestiones limitaron su capacidad para impulsar iniciativas legislativas. Los fiscales que intentaron presentar cargos contra el primer ministro fueron tachados de comunistas y los jueces y los fiscales entablaron una relación muy tóxica con la oficina del primer ministro,
Berlusconi intentó abusar de su poder político para defenderse; aprobando leyes y demorando los juicios. También intentó impulsar, sin éxito, algunas triquiñuelas legales; intentó impulsar una ley que prohibía juzgar a un presidente de la república.
Trump llega a la Casa Blanca tras una campaña plagada de disputas. Se burló de los investigadores del FBI pero, al mismo tiempo, muchos consideran que el director del FBI, James Comey, lo ayudó a llegar a la Casa Blanca cuando once días antes de las elecciones anunció una nueva investigación en torno a los correos electrónicos que Hillary Clinton envió cuando era secretaria de Estado (investigación que se cerró poco antes de las elecciones por falta de pruebas). Trump también ha hecho lo posible por posponer un juicio civil por fraude hasta después de la investidura.
Derechos de las minorías: los inmigrantes se convirtieron en el chivo expiatorio de todos los problemas de Italia
Al igual que Trump, Berlusconi vio cómo sus opiniones en contra de los inmigrantes impulsaban su carrera presidencial. En el caso de Berlusconi, primero cargó contra los gitanos y más tarde, contra los inmigrantes. Durante su última etapa en el gobierno, el hecho de que muchos políticos de su partido optaran por irse lo obligó a buscar apoyos en la extrema derecha italiana para salvar la coalición. Tuvo que trabajar codo con codo con el partido xenófobo de la Liga Norte, que había pedido la expulsión de todos los inmigrantes. En Estados Unidos se podría dar una dinámica similar.
Donald Trump volvió a afirmar la semana pasada que deportará entre dos y tres millones de inmigrantes indocumentados que supuestamente han cometido un delito, y dejó la puerta abierta para más deportaciones en el futuro, incluso cuando el presidente de la cámara de representantes de los Estados Unidos, Paul Ryan, un conservador moderado, negó que existiera ningún tipo de interés en crear una “unidad de deportación”. Un enfrentamiento entre el presidente de Estados Unidos y Paul Ryan podría obligar a Trump a buscar alianzas entre los republicanos escorados más a la derecha.
En Italia, el senador y experto en derechos humanos Francesco Palermo afirma que la situación de las minorías se vio “gravemente afectada” en gran parte como consecuencia de dos “decretos de emergencia” cuyo objetivo era expulsar a la población gitana de Italia. El presupuesto que tradicionalmente servía para atender las necesidades de estas minorías sufrió un recorte drástico (una décima parte en comparación con el año 2000) y los inmigrantes “se convirtieron en el chivo expiatorio de la crisis social”.
“No creo que Trump ataque directamente a las minorías, ya que esto le daría muy mala imagen. Me preocupa mucho más el hecho de que el clima social pueda deteriorar progresivamente la situación de estas minorías. Esto es lo que pasó en la Italia de Berlusconi”, afirma Palermo.
El daño infligido
Berlusconi no consiguió derrotar a las instituciones democráticas de Italia. Sin embargo, Guy Dinmore, un excorresponsal del Financial Times que cubrió el último mandato de Berlusconi, afirma que sus tres mandatos causaron una profunda herida en el tejido de la sociedad al normalizar la noción de que se puede incumplir la ley; también evadir impuestos.
“Lo que hizo fue perpetuar el viejo sistema que había heredado, un sistema clientelista en el que no cabe la meritocracia y que está plagado de corruptos. Berlusconi prácticamente animó a la ciudadanía a no pagar impuestos. No hizo más que empeorar la situación”, afirma Dinmore.
Iacoboni está de acuerdo con esta afirmación. Indica que daño infligido más profundo ha sido “la noción cultural de que debes hacer lo que más te convenga”.
“Legitimó el incumplimiento de la ley. Este comportamiento se remonta a los inicios de su carrera mediática en los ochenta. Era como si dijera: ¿a vosotros, italianos, os gusta ser groseros con las mujeres? Pues bien, adelante. Creo que el hecho de que la noción de que está permitido hacer lo que más te beneficie se haya normalizado es incluso peor que las acusaciones legales que pesan sobre él”.
Traducido por Emma Reverter