La emergencia climática de la que te advertimos hace años ya está aquí
Hemos pasado a una nueva fase feroz del calentamiento global y lo peor está aún por llegar. Biden tiene que declarar la emergencia climática.
Estoy aterrorizado por lo que se le está haciendo a nuestro planeta y también estoy luchando para detenerlo. Tú también deberías tener miedo y, al mismo tiempo, tomar las medidas más fuertes que puedas. Nunca ha habido un verano como este en la historia: calor espantoso en los océanos, calor letal en la tierra, un nivel inédito de incendios y de humo y el hielo marino derritiéndose más rápido de lo que jamás habíamos visto o creíamos posible.
Llevo casi veinte años temiendo este profundo colapso de la Tierra y, como muchos de mis colegas, he intentado avisarte. Lo he intentado con todas mis fuerzas, pero ya está entre nosotros. Y recuerda mis palabras: esto no ha hecho más que empezar. Algo mucho, mucho peor está en camino mientras sigamos quemando combustibles fósiles.
No me da ninguna satisfacción saber que se demostrara que esto también es cierto con una certeza tan innegociable y despiadada como la física que explica el calentamiento global provocado por los combustibles fósiles. En lugar de eso, lo que siento es ira hacia los que están en el poder y una pena infinita por todo lo que amo.
Estamos perdiendo la Tierra en nuestras narices. Es posible que la selva amazónica haya sobrepasado ya el punto de inflexión. Los arrecifes de coral tal y como los conocemos habrán desaparecido de nuestro planeta a mediados de siglo e incluso mucho antes debido al aumento en la temperatura de la superficie del mar. Son pérdidas de dimensiones cósmicas. Como padre, siento pena por mis hijos.
Los combustibles fósiles están provocando este daño. Por eso, la única forma de salir de esta pesadilla de calor es terminar con ellos. La situación no va a cambiar plantando árboles, ni reciclando, ni compensando emisiones, ni con las ilusorias capturas de carbono. Cuanto más tiempo de existencia le demos a la industria de los combustibles fósiles, mayor será el daño irreversible que las personas que se benefician de ella seguirán causándole, a sabiendas, a la Tierra.
Estamos encaminados hacia olas de calor provocadas por los combustibles fósiles que causarán la muerte de más de un millón de personas en un solo episodio. Y no se detendrá ahí: más combustibles fósiles significará más calor y más muerte. La única salida es terminar con los combustibles fósiles.
Ningún lugar está a salvo
La resistencia de Biden a declarar una emergencia climática y su afán por impulsar nuevas perforaciones y oleoductos a un ritmo aún más veloz que el de Trump van en contra de la ciencia, del sentido común y de la vida en la Tierra. Supongo que esta elección de destrucción del planeta tiene todo tipo de razones y racionalizaciones en la política a la que estamos acostumbrados, con sus objetivos de corto plazo y su estrategia de “más fácil seguir que liderar”. Pero como científico me parece un cálculo ignorante y miope. Es claramente una forma de negar el cambio climático. Y no tengo ninguna duda de que en el futuro consideraremos criminales a los ejecutivos de las empresas de combustibles fósiles, a sus grupos de presión y a los que decidieron ayudarlos.
Lo que está en juego no podría ser más importante. Cada partícula de combustible fósil que se vende y se quema se convierte en dióxido de carbono, haciendo que se caliente el planeta. El dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante mucho tiempo. Por eso, el exceso de calor y otros impactos climáticos son esencialmente irreversibles para la escala de tiempo de los seres humanos. Por poco que sea, cada incremento de calor hace más probables, intensos y generalizados los desastres climáticos.
Cada minuto de existencia de la industria de los combustibles fósiles, cada permiso de perforación para extraer hidrocarburos, cada vuelo de avión, cada litro de gasolina, cada publicidad de combustibles fósiles y cada correo electrónico enviado por un grupo de presión nos adentran más en la irreversible catástrofe, física y social, del calor.
Las inundaciones, los incendios, las olas de calor y las malas cosechas someterán a una presión cada vez mayor a todos los sistemas de nuestra sociedad: seguros, edificaciones, infraestructuras, alimentos, agua, energía, geopolítica, todo... Hasta que en algún momento esos sistemas, inevitablemente, se rompan. Ningún lugar está a salvo.
Biden podría dejar de conceder permisos de perforación en tierras y aguas federales, bloquear la construcción de oleoductos nuevos y prohibir efectivamente la tecnología del fracking con órdenes ejecutivas y reglamentos de agencias federales que le permitirían esquivar un Congreso que es un fracaso.
Biden podría iniciar un histórico programa de educación para contrarrestar la desinformación de la industria de los combustibles fósiles, aprovechar su visibilidad para crear conciencia y generar apoyos. Podría prohibir la financiación gubernamental de infraestructuras de combustibles fósiles en otros países, terminar con los programas de financiación de combustibles fósiles del Departamento de Energía, hacer que no se vendan vehículos nuevos de combustibles fósiles desde 2030, perseguir a los contaminadores de combustibles fósiles por sus infracciones, comprometerse a vetar las leyes que dan inmunidad a esos delincuentes y mucho más.
Evitar daños aún mayores
Declarar una emergencia climática le daría poderes adicionales, como prohibir las exportaciones de petróleo y acelerar la construcción de energías renovables a una escala no vista desde la movilización para la Segunda Guerra Mundial.
Sería una señal inequívoca para los inversores que siguen viviendo en el pasado, para las universidades que han tardado vergonzosamente en despojarse de los fondos de los combustibles fósiles, para los medios de comunicación que aún no han sabido ver el cuadro completo y para todas las instituciones peligrosamente rezagadas de nuestra sociedad. Y sería una victoria que los activistas del clima necesitan desesperadamente.
Biden ha sido el último presidente con la oportunidad de mantener al mundo por debajo de un aumento de 1,5 grados en la temperatura. Desgraciadamente, es casi seguro que ha desperdiciado dicha oportunidad. Pero todavía puede dar un giro y evitar daños aún mayores, en vez de ser responsable de provocarlos. ¿Lo hará? ¿O seguirá defendiendo a los ejecutivos del petróleo y a sus oleoductos?
El planeta necesita desesperadamente un liderazgo con visión. El planeta necesita desesperadamente una política que nos lleve a una transición equitativa alejándonos de los combustibles fósiles y poniéndonos en modo de emergencia climática como sociedad.
No me rindo y no pienso hacerlo nunca. Se lo debo a mis hijos, a todas las buenas personas que no merecen esto y a toda la vida en este regalo que es nuestro planeta. Por mucho que hayamos perdido, nunca será demasiado tarde para pelear.
Peter Kalmus es climátologo y autor del libro ‘Being the Change: Live Well and Spark a Climate Revolution’ [Encarnar el cambio: vivir bien e iniciar la revolución climática].
Traducido por Francisco de Zárate.
10