ANÁLISIS

Cinco factores que han impedido que Trump robe las elecciones de Estados Unidos

Tom McCarthy

3 de diciembre de 2020 22:09 h

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Aún no está claro si la democracia estadounidense ha “sobrevivido” ilesa a las elecciones presidenciales de 2020. Si la táctica de Donald Trump para tratar de socavar una elección legítima se convierte en una práctica habitual de los republicanos para futuras elecciones –negarse a ceder el poder, formular falsas afirmaciones de fraude, avivar las llamas de la conspiración, abrir demandas judiciales en todos los tribunales y negarse a certificar cualquier victoria del otro lado–, entonces la democracia estadounidense podría haber sufrido ya una gran herida.

Pero Trump no ha logrado robar las elecciones de 2020, a pesar de su histórico intento de hacerlo, en lo que los analistas llaman el asalto frontal más peligroso a la democracia estadounidense desde la época de la guerra civil. Los dos estados en los que más se apoyó Trump para su victoria, Pensilvania y Michigan, certificaron sus resultados electorales a favor del candidato demócrata, Joe Biden, a principios de la semana pasada. En consecuencia, la transición presidencial ya se ha iniciado.

Mientras las elecciones han mostrado áreas clave donde la democracia estadounidense está fallando –como el colegio electoral, los obstáculos al voto y el Senado, entre otras cosas–, también han puesto de manifiesto características estructurales por las que las elecciones nacionales de EEUU son difíciles de robar, sin importar lo decidido que esté el déspota de turno o lo cómplices que sean sus colegas de partido

Estos son los cinco factores principales: 

1.- Descentralización

Ninguna autoridad central supervisa las elecciones de Estados Unidos. Los comicios nacionales se dividen en 50 estados, más el Distrito de Columbia, y dentro de cada estado se organizan por condados y por las circunscripciones. La gente vota localmente, en miles de jurisdicciones, las papeletas se cuentan y los resultados se certifican de manera pública y también de manera local. La gran cantidad de personas involucradas desafía tanto las posibilidades de una coordinación como las conspiraciones.

En la noche de las elecciones, los afluentes de los resultados locales se convierten en arroyos, que juntos fluyen para formar ríos y acaban en una inundación de votos. Ningún presidente ni ninguna otra figura tiene el poder de detener el resultado. Si bien cada elección nacional está manchada por medidas para desincentivar el voto y se tensa por errores humanos e irregularidades en la votación, la totalidad del voto y la transparencia de su acumulación constituye una fuerza abrumadora.

2.- Participación

Una muestra habitual de la debilidad de la democracia estadounidense ha sido la baja participación electoral. Una menor participación de los votantes significa un gobierno menos representativo. Pero la alta participación de 2020 ha sido un punto positivo. Antes de las elecciones de noviembre, ninguna candidatura presidencial había obtenido 70 millones de votos. Barack Obama obtuvo 69,5 millones en 2008. Este año, Trump supera los 74 millones de votos, mientras que Biden se acerca al impresionante total de 81 millones, con muchos votos del estado de Nueva York, de mayoría demócrata, aún por contar.

El punto de referencia anterior en participación en unas elecciones presidenciales era de unos 130 millones de votos. Sorprendentemente, las elecciones de 2020 van camino de registrar casi un 20% más. Como una figura polarizadora e ineludible en la política, Trump parece haber sido un gran impulsor de la participación, tanto a favor como en contra.

3.- Integridad y transparencia

A pesar de las mentiras de Trump, las elecciones presidenciales de Estados Unidos no están sujetas a fraudes generalizados, errores de escrutinio u otras irregularidades importantes. En parte, esto se debe al trabajo incansable de los activistas y no a los intentos rutinarios de desincentivo del voto en determinadas comunidades.

No se han producido casos significativos de fraude en las elecciones de este 2020, que se desarrollaron durante más de un mes con una alta cantidad de votos por correo emitidos en medio de una pandemia. Ningún abogado de Trump se atrevió a denunciar un fraude electoral ante los tribunales, a pesar de las mentiras que llenan la cuenta de Twitter del presidente.

Un recuento manual de alrededor de 5 millones de votos en Georgia movió de manera intrascendente el resultado general en unos 1.200 votos, un resultado común, de pequeña diferencia numérica, arrojado por un recuento. El recuento en Wisconsin, donde Biden ganó por más de 20.000 votos, ha confirmado la victoria del demócrata y le ha dado 87 votos más de ventaja.

4.- La Justicia

Desde el tinte de pelo que chorreó por las mejillas de Rudy Giuliani en la rueda de prensa hasta el Four Seasons Total Landscaping (empresa de mantenimiento de jardines ubicada entre un crematorio y un sex shop junto a la que se celebró otro acto con los medios), el equipo legal de Trump ha sido muy ridiculizado.

Sin embargo, en estados clave la campaña también contrató a bufetes de abogados de primer nivel como Jones Day y Porter Wright Morris & Arthur. En general, a estos abogados les ha ido mal. Ganaron sólo un caso de los 43 abiertos en seis estados, mientras que hasta ahora llevan 40 casos perdidos.

Entre los jueces que han rechazado los casos en defensa de la campaña de Trump hay magistrados designados por el propio presidente. El juez Steven Grimberg, en el distrito norte de Georgia, recibió una demanda de un elector de Trump que quería bloquear la certificación del voto del estado. La rechazó. “No escuché ninguna justificación de por qué el demandante había retrasado la presentación de este reclamo hasta dos semanas después de la elección y había esperado a que llegara la cúspide de la certificación de estos resultados electorales”, escribió Grimberg.

Antes de las elecciones, otro magistrado designado por Trump, el juez Nicholas Ranjan, desestimó una denuncia formulada por Trump en Pensilvania que impugnaba el voto por correo. Y el juez de distrito de Pensilvania Matthew Brann, ex cargo del partido republicano y miembro de la organización conservadora Federalist Society, desetimó rotundamente otra demanda de la campaña del candidato presentada después de las elecciones.

Brann escribió al respecto: “A este tribunal se le han presentado tensas argumentaciones legales sin ningún mérito y acusaciones especulativas sin el respaldo de pruebas”. “En Estados Unidos esto nunca puede justificar la privación del derecho al voto de un solo votante y mucho menos de todos los votantes de su sexto estado más poblado. Nuestra gente, leyes e instituciones así lo exigen”.

5.- Los medios

Aparte del Congreso, los medios de comunicación son una de las instituciones menos queridas en Estados Unidos, criticados con alegría desde la Casa Blanca hacia abajo. Los medios estadounidenses han sufrido enormemente durante la última década por la mutilación que significó la pérdida de innumerables medios locales que ofrecían una cobertura insustituible e informada de los hechos del lugar concreto. Los servicios de propaganda de pseudomedios como Breitbart, One America News, Newsmax y Parler, financiados por multimillonarios conservadores, son protagonistas nuevos y siniestros en el panorama de los medios, que crecieron gracias a gozar del apoyo inestimable de Trump.

Pero los medios de comunicación fuertes e independientes, a los que la Primera Enmienda les otorgó poderosas protecciones, siguen siendo un rasgo y signo vital de la democracia estadounidense. Sin una autoridad central y oficial única sobre las elecciones del país, corresponde a los medios proyectar un ganador. Son los que arrojan luz cuando se informa sobre la intimidación que pueden sufrir los votantes o los trabajadores electorales. Cuando el presidente difunde acusaciones falsas sobre fraude electoral, les compete a ellos investigar y explicar qué es cierto y qué es falso.

Trump se enfureció cuando, el miércoles a primera hora después de las elecciones, la cadena Fox News declaró ganador a Biden en el estado de Arizona. Pero al hacerlo, la televisión demostró en su cobertura electoral su independencia y compromiso con la verdad. La agencia de noticias Associated Press ha trabajado durante años para mantener y mejorar sus dispositivos periodísticos para la cobertura de las elecciones presidenciales y en 2020 se comprometió con una transparencia sin precedentes al explicar cómo funcionaban sus informaciones electorales. Otros medios de comunicación demostraron una voluntad y resolución similares y esperaron a que los resultados estuvieran claros antes de declarar vencedores en cada estado.

Traducción: Alfredo Grieco y Bavio.

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