Entrevista

Finn Lau, el activista de Hong Kong con una recompensa de 100.000 euros sobre su cabeza por su arresto

Geneva Abdul

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Finn Lau no sabía qué había ocurrido cuando se despertó una mañana de julio con decenas de mensajes pidiéndole que tuviera cuidado. Tampoco se angustió demasiado al enterarse de que las autoridades de Hong Kong ofrecían un millón de dólares hongkoneses (unos 116.000 euros) como recompensa por su detención y la de otros siete activistas en el extranjero, porque no era la primera amenaza que recibía.

Tiene 29 años y vive en Reino Unido; se ha convertido en un destacado opositor al Partido Comunista de China desde que ayudó a liderar las protestas prodemocráticas contra las autoridades de Hong Kong y contra una ley de seguridad nacional que hace tres años otorgó amplios poderes extraterritoriales a China.

“Creo que refleja el cambio de táctica y demuestra lo desesperados que están”, dice Lau. Desde que se despertó con esos mensajes, el pasado 4 de julio, siempre lleva encima un dispositivo de alarma y una linterna para mayor seguridad: “La única diferencia es que esta vez se trata de una amenaza explícita. De alguna manera, ya me habían preparado mentalmente para hacer frente a este tipo de situación hace tres años”.

En este tiempo, Lau ha hablado de su experiencia para alertar sobre la amenaza creciente de la opresión transnacional. Ha solicitado reuniones con el ministro del Interior y con el ministro de Asuntos Exteriores británicos, pero no ha recibido respuesta. A principios de julio se reunió con la Policía metropolitana y fue su primer encuentro en tres años.

“Esperar y no hacer nada, ese es el enfoque denominado 'pragmático' del Gobierno de Reino Unido”, lamenta Lau. En su opinión, si las autoridades de Hong Kong están ofreciendo una recompensa es porque el Gobierno británico ha hecho demasiado poco y demasiado tarde.

“No sé cuántos incidentes hacen falta o cuán graves tienen que ser para que se tomen medidas. ¿Quiere esto decir que sólo reaccionarán si secuestran a alguien en Reino Unido o si hay otro incidente como el de aquellos rusos (...)?”, se pregunta, en referencia al envenenamiento de dos ciudadanos rusos en 2018.

La respuesta de Londres

Hace cuatro años, alrededor de 1,7 millones de personas (una cuarta parte de la población de Hong Kong) salieron a las calles en lo que después se transformaría en un gran movimiento democrático contra el plan del Gobierno de permitir las extradiciones a la China continental.

En respuesta, Londres suspendió su tratado de extradición con Hong Kong y diseñó un mecanismo a medida para que cientos de miles de hongkoneses obtuvieran el visado para emigrar a Reino Unido.

Sin embargo, en el consulado chino de Manchester le dieron una paliza a un manifestante el año pasado y hay información sobre “comisarías de Policía” chinas clandestinas en el país, por lo que Lau ya no se siente seguro en Reino Unido, donde ha sido abordado por individuos que se hacían pasar por periodistas y empleados del Gobierno.

“Son inaceptables los intentos de gobiernos extranjeros de coaccionar, intimidar, acosar o hacer daño a sus críticos en el extranjero, socavando la democracia y el Estado de derecho”, señala un portavoz del Ministerio del Interior británico.

Lau cree que su Ejecutivo debería reaccionar a la recompensa ofrecida por su detención imponiendo sanciones a altos cargos de Hong Kong y, de forma más amplia, que Reino Unido debería reducir su dependencia del mercado chino para que la diplomacia británica pueda tener más influencia.

“La respuesta del Gobierno británico es, como mínimo, de risa”, asegura Mark Sabah, director de la Fundación del Comité por la Libertad en Hong Kong. “Si eso no es considerado como una amenaza para alguien, no sé qué tiene que pasar antes de que las autoridades británicas den un paso al frente y tomen medidas concretas. ¿Qué sentido tiene decir a la gente que somos un refugio seguro?”, se pregunta.

Amenazas y persecución en Reino Unido

El activismo de Lau tomó impulso tras una protesta celebrada en Londres en 2019, paralela a las de Hong Kong. Más tarde, escribió de forma anónima y pidió que se confiscaran los activos de los altos cargos de Hong Kong y se revocaran sus ciudadanías de otros países. Esa petición se hizo viral en Hong Kong y recibió miles de respuestas.

En 2020, Lau regresó a Hong Kong para participar pacíficamente en una protesta de Año Nuevo durante la que detuvieron a cientos de personas y en la que hubo enfrentamientos violentos con la policía. Durante su arresto, que duró más de 50 horas en condiciones “infrahumanas”, se prometió a sí mismo que si recuperaba la libertad, haría todo lo posible por ayudar a Hong Kong.

“Por suerte, no descubrieron mi identidad como uno de los principales líderes o protagonistas del movimiento Hong Kong 2019”, afirma Lau, que en Reino Unido ha seguido haciendo activismo con la creación de los grupos 'Hong Kong Liberty' [Hong Kong Libertad] y 'Stand with Hong Kong' [Apoya a Hong Kong]. “Yo diría que cometieron un grave error al dejarme en libertad”, añade.

De regreso a Londres, el confinamiento por la pandemia de la COVID-19 no tardó en llegar. Desde Hong Kong, sus amigos le advirtieron de que en las redes clandestinas se ofrecían 100.000 libras esterlinas [unos 116.000 euros] de recompensa por su vida.

Poco después, tres encapuchados con máscaras le siguieron por la calle mientras paseaba una noche por la localidad de Richmond. Sin mediar palabra, comenzaron a golpearle y a darle violentos puñetazos y patadas en la cabeza. No le quitaron el teléfono ni la cartera. “¿Es este el final de mi vida?”, se preguntaba mientras recibía la paliza.

“Diría que, con una seguridad del 99%, esto está relacionado con el Partido Comunista de China”, afirma Lau, que tiene una cicatriz sobre el ojo derecho como consecuencia de la agresión. Pero la conmoción cerebral, la depresión y los seis meses de recuperación no hicieron mella en él. Por el contrario, lo único que consiguieron fue aumentar su decisión de luchar contra la opresión transnacional.

La Policía metropolitana archivó el caso en pocas semanas y lo tipificó como delito de odio. Dos meses después, sus datos personales se filtraron a periódicos de Pekín.

“Decidí [hacerlo] totalmente público para seguir luchando porque, aunque esté en Reino Unido, me enfrento a graves amenazas de seguridad, pero al final tengo que usar o valerme de esta supuesta libertad fuera de Hong Kong para pelear en nombre de nuestros amigos”, cuenta Lau.

Tres años después, y tras otra amenaza contra su vida, Lau asegura que no le impedirán continuar con la defensa de su causa: “No seré disuadido de continuar la lucha por la libertad y el futuro de Hong Kong”.

Traducido por Francisco de Zárate.