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The Guardian en español

¿Quiénes son los hutíes y por qué luchan contra la coalición saudí en Yemen?

Cientos de yemeníes participan en una protesta contra la coalición militar árabe en el país, en Saná (Yemen).

Bethan McKernan

La coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos que lucha en Yemen está bajo una presión internacional sin precedentes por parte de la comunidad internacional para cesar su participación en la guerra tras el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi.

Desde que la coalición intervino en 2015, Yemen se ha convertido en la peor crisis humanitaria del mundo, según la ONU. Grupos de derechos humanos afirman que hasta 56.000 personas han muerto, que la mitad de la población de 28 millones de habitantes pasa hambre y que el país sufre la peor epidemia de cólera de la historia moderna.

Pero, ¿contra quién está luchando la coalición y por qué ha acabado en un callejón sin salida? Los rebeldes hutíes de Yemen son un movimiento de resistencia que nació hace décadas en oposición a la influencia religiosa de Arabia Saudí y, aunque no podrán aguantar eternamente contra el poder aéreo y los bloqueos de la coalición, están resueltos a no rendirse.

Orígenes como grupo de resistencia antisaudí

Hussein Badreddin al Houti, miembro de la minoría chií zaidí de Yemen, que representa un tercio de la población del país, fundó el movimiento en los 90. Soldados yemeníes mataron a Hussein en 2004 y el grupo está actualmente liderado por su hermano, Abdul Malik.

Los zaidíes, que en su momento fueron una fuerza poderosa en Yemen, fueron apartados durante la guerra civil de 1962-79 y posteriormente quedaron aún más marginados en los 80, cuando los ideales suníes salafistas ganaron protagonismo en Yemen. En respuesta, los clérigos zaidíes empezaron a militarizar a sus seguidores contra Riad y sus aliados.

La insurgencia intermitente se ganó el apoyo de los yemeníes chiíes, cansados de la corrupción y la crueldad del Ali Abdulá Salé, presidente autoritario y aliado de Arabia Saudí, especialmente tras las secuelas del 11-S y de la invasión de EEUU en Irak.

Papel en la Primavera Árabe

Las protestas populares y varios intentos de asesinato obligaron a Salé a dimitir en 2012. Los hutíes, como uno de los pocos grupos revolucionarios con experiencia militar, fueron ganando territorio y expandiéndose fuera de su feudo en el norte del país.

A medida que se hicieron más poderosos, se retiraron del diálogo de transición que tenía por objetivo crear un nuevo Gobierno más estable tras la caída de Salé. En 2015 se aliaron con Salé, su antiguo enemigo, y tomaron el control de la capital, Saná, y derrocaron al nuevo presidente, Abd Rabbu Mansour Hadi.

Objetivos en la guerra de Yemen

El eslogan de los hutíes, conocido como 'sarkha' o grito, es “Dios es grande, muerte a América, muerte a Israel, maldición sobre los judíos y victoria del islam”. Aparte de la narrativa de resistencia, los hutíes no tienen objetivos políticos o de gobierno declarados en Yemen, a pesar de que actualmente controlan tanto Saná como Hodeidah, un puerto del Mar Rojo por el que entra el 80% de las importaciones del país.

Tras tomar el control de Saná en 2015, obligando a Hadi a huir, el Gobierno yemení en el exilio pidió a sus aliados en Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos que lanzasen una campaña militar para expulsar a los hutíes.

El pasado mes de diciembre los hutíes se volvieron contra Salé y le mataron tras darse cuenta de que estaba a punto de volver a cambiar de bando y de situarse junto a la coalición liderada por Arabia Saudí. Su muerte ha desestabilizado aún más la caótica estructura de mando de los hutíes. Las luchas internas entre líderes, clérigos y ramas militares son abundantes.

Durante la guerra, los hutíes han sido acusados de torturar y matar a periodistas y críticos, de desviar la asistencia humanitaria, de utilizar la infraestructura civil como escudo para actividades militares y de perseguir a la minoría judía y bahai.

Relación con Irán

Los hutíes han afirmado en varias ocasiones que sus tácticas tienen como modelo las empleadas por el Viet Cong y los movimientos de resistencia en América Latina, así como las de Hezbolá, el temido grupo chií de Líbano con quien obviamente tienen amistad.

Tanto Hezbolá como Irán han aumentado desde 2014 su provisión de armas, misiles, formación militar y fondos a los hutíes y están muy contentos de ver a sus enemigos saudíes gastar soldados y dinero en el callejón sin salida yemení.

Aun así, el alcance de la influencia de Teherán sobre el proceso de toma de decisiones de los hutíes no está claro. Los hutíes han actuado claramente contra el consejo de Irán en varias ocasiones durante la guerra, incluida la petición de 2015 de no tomar el control de Saná.

Posibilidades de las conversaciones de paz

Las conversaciones de paz de Ginebra en septiembre de este año, las primeras desde 2016, se cancelaron tras la ausencia de la delegación hutí, que alegó preocupaciones en materia de seguridad. La ONU ahora está trabajando para asegurar el éxito de una nueva ronda de conversaciones, que supuestamente se celebrará en Suecia a finales de mes.

Actualmente se están implementando varias medidas para fomentar la confianza entre los bandos, incluida la evacuación de combatientes hutíes heridos a Omán y una garantía de seguridad de Kuwait para los políticos hutíes que viajen. A cambio, el liderazgo hutí ha afirmado que dejará de lanzar ataques contra la coalición saudí –su mayor concesión en años, aunque sigue habiendo pruebas de que los combates continúan–.

El asunto principal será el futuro de Hodeidah, una importante fuente de ingresos de los hutíes y posiblemente su activo más importante. La ONU quiere que ambas partes acepten la jurisdicción de la ONU, ya que afirma que es la única forma de aliviar las crisis de cólera y desnutrición del país.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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