Japón amenaza a Reino Unido con llevarse sus inversiones británicas si abandona el mercado único

El gobierno japonés ha expuesto sus demandas sobre el Brexit en una carta profundamente alarmante para Reino Unido. Ha dejado claro que las empresas japonesas quieren que Theresa May negocie un acuerdo que no solo deje a su país en la unión aduanera de la UE y en su mercado único, sino que también mantenga la libre circulación de trabajadores entre la Unión Europea y Reino Unido.

Posiblemente el gobierno británico no pueda acceder a esas peticiones si quiere que el mantra de May de que “Brexit significa Brexit” signifique algo. Pero es probable que las demandas de Japón –presentadas en un documento de 15 páginas– se conviertan en la referencia con la que muchos países con fuertes vínculos económicos con Londres juzguen el resultado de las negociaciones.

Por encima de todo, la carta japonesa subraya que Reino Unido no solo está negociando de forma bilateral con la Comisión y con el Consejo de Ministros de la UE, sino también con muchas empresas extranjeras que han invertido en el país, cada una de las cuales es bastante capaz de abandonarlo en la próxima fase de su ciclo de inversión.

El miedo para Downing Street es que otros países de fuera de la UE –bajo presiones internas de sus sectores empresariales– sigan el ejemplo japonés y expongan públicamente los parámetros de un acuerdo aceptable desde el punto de vista de sus empresas en Reino Unido. China, por ejemplo, no es conocida precisamente por su sutileza diplomática cuando están en juego sus intereses comerciales. Otros países del este de Asia también pueden alzar la voz.

Además, para Bruselas no es un inconveniente que durante las conversaciones, terceras partes como Japón adviertan a Londres de que, salvo que sea flexible respecto al mercado único, habrá consecuencias.

La dificultad adicional para May es el calendario. Su gobierno está lejos de mostrarse unido en sus peticiones y está jugando a mantener un discurso estudiadamente difuso sobre el acuerdo que aspira alcanzar. Calma chicha, ése ha sido el objetivo estratégico de la primera ministra hasta ahora.

Las peticiones de Japón destrozan esa estrategia por ser muy específicas. “Lo que más desean las empresas japonesas en Europa es evitar una situación en la que sean incapaces de discernir con claridad cómo están yendo las negociaciones y no se puedan hacer una idea completa hasta el último minuto. Es imprescindible que el resultado esté libre de sorpresas desagradables y que se reduzcan los riesgos que derivan de la incertidumbre”.

En efecto Japón está tratando de obligar a Reino Unido a enseñar su jugada, algo que cinco miembros de la comisión de la Cámara de los Lores para la UE también intentarán a partir de esta semana: empezarán un exhaustivo interrogatorio coordinado a miembros del Gobierno y a expertos en todo el ámbito del Brexit.

Tokio da empleo a 140.000 trabajadores británicos

El gobierno británico no puede desestimar fácilmente la importancia de la carta de Japón. El documento con las 15 páginas de demandas lo ha recopilado un grupo de trabajo coordinado por Koichi Hagiuda, vicejefe de Gabinete de Japón y antiguo ayudante del primer ministro, Shinzo Abe. Hagiuda asistió a Abe de 2013 a 2015 como asesor especial del presidente del Partido Liberal Democrático, por lo que representa de forma muy cercana el pensamiento del gobierno y de las empresas de Japón.

Tokio insiste en que no está diciendo a un poder soberano cómo negociar y en que solo está defendiendo los intereses japoneses. Las empresas del país, al fin y al cabo, emplean a unos 140.000 trabajadores en Reino Unido. El banco Nomura, la empresa manufacturera Hitachi y los fabricantes de coches Honda, Nissan y Toyota tienen todos grandes bases en las islas británicas.

No obstante, Reino Unido está poco preparado para la intervención. Aunque la carta se publicó en Japón el viernes y se envió a Downing Street antes de su difusión, su contenido parece haber generado un shock este domingo para un gobierno que esperaba que esas presiones se ejerciesen en privado. Se esperaba que May debatiese sobre las demandas en una reunión con Abe este lunes.

La advertencia que contiene la carta no podría ser más clara. “Las empresas japonesas cuyas sedes europeas están en Reino Unido podrían decidir trasladar sus oficinas centrales a la Europa continental si la legislación de la UE deja de ser aplicable en las islas tras su salida”, se puede leer en ella.

El documento hace especial énfasis en que las empresas japonesas tienen miedo acerca de sus posibilidades futuras de exportar desde Reino Unido hacia terceros países, debido a los privilegios comerciales que hay dentro del mercado común europeo en torno a las “normas de origen”.

“El Brexit haría imposible que esos productos cumplieran las normas de origen como productos de la UE, lo que implica que las empresas japonesas que operan en la UE no podrían aprovechar la ventaja de las zonas de libre comercio pactadas por Bruselas”, dice la carta.

También pide a Londres que “mantenga el acceso a los trabajadores que son nacionales de Reino Unido o de la UE”. Dice que el mercado laboral europeo podría sufrir una gran agitación si los ciudadanos de la Unión Europea no pudieran desplazarse con libertad entre el territorio británico y la Europa continental.

Los bancos japoneses se llevarán de Londres sus sedes europeas si las negociaciones del Brexit no garantizan a los servicios financieros el pasaporte para operar en la UE, avisa el documento. “Si las instituciones financieras japonesas no pueden mantener el pasaporte único obtenido en Reino Unido, tendrán dificultades en sus operaciones financieras en la UE. Podrían por tanto tener que adquirir de nuevo el estatus corporativo en la UE y volver a obtener el pasaporte, o reubicar sus operaciones de Reino Unido a sedes ya existentes en la UE”.

Ninguna de estas demandas es totalmente nueva, pero verlas detalladas de forma tan ambiciosa y por un inversor tan importante en Reino Unido pone de relieve los intereses económicos que están en juego. Si esos intereses siguen amenazados, no se puede esperar que se apliquen las sutilezas habituales de la diplomacia. Esta carta puede ser el primero de muchos disparos de advertencia.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo