Hace justo un año, sabíamos muy poco. Un sondeo de YouGov del día del referéndum, 23 de junio de 2016, preveía una ajustada derrota del Brexit por un 52% de los votos. Incluso el ultra defensor del Brexit Nigel Farage perdió por un momento su sonrisa empalagosa y admitió que parecía que la permanencia podía ganar. Al final, ganó la salida de la UE con un 51,9% de los votos y una participación del 71,8% —más de 30 millones de votantes—. Y Farage recuperó su inaceptable sonrisa. ¿Qué hemos aprendido en este año?
Solo hay Brexit duro
El equipo de negociación de la UE ha hecho las maletas de los británicos y las ha dejado sobre el césped. Está gritando desde la ventana del piso de arriba que, en cualquier caso, nunca fuimos tan buenos en la cama. ¿Cómo se dice “fingí todos esos orgasmos” en francés o polaco? Más vale enterarse, porque lo vamos a escuchar mucho en los próximos meses, mientras acaba la aventura con la Unión Europea.
De acuerdo con el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, la factura de salida para Reino Unido será de al menos 60.000 millones de euros. De acuerdo con informaciones del Financial Times, los negociadores han subido la factura a 100.000 millones para cubrir pagos agrícolas posteriores al Brexit, así como pagos y cuotas de administración en 2019 y 2010. Qué irónico, ¿no habíamos elegido Brexit para no tener que dar subsidios a campesinos franceses borrachos y económicamente inviables y a burócratas de Bruselas sin cara?
Theresa May amenaza: soy una mujer dura
Realmente no lo es. Aunque sí lo dijo: “Durante la campaña del Partido Conservador uno de mis compañeros me describió como una 'una mujer dura'. Y contesté que la siguiente persona en averiguarlo sería Jean-Claude Juncker”. Pero igual que la primera regla del Club de la Lucha es no hablar del Club de la Lucha, la primera regla para ser dura es no presumir de ello. Simplemente hazlo. Hablar de ello no va hacer que se convierta en realidad.
Castigo al inglés y acusaciones de nazismo
“Lenta pero ciertamente, el inglés está perdiendo importancia en Europa”, aseguró Juncker durante un discurso en Italia el mes pasado. Y, para reforzar su argumento, pronunció el resto de su discurso en francés. Ciertamente, Juncker puede decir la frase “fingí todos esos orgasmos” en cada uno de los idiomas europeos. ¡Qué tipo!
Solidaridad con Jean-Claude. Si tiene algo de tirria a esta nación, es en parte porque durante la campaña del referéndum, los tabloides británicos le difamaron afirmando que su padre era un nazi. “Fue injusto y asqueroso”, declaró a Financial Times. Posiblemente, Reino Unido esté recogiendo lo que sembraron sus agitadores de la posverdad.
Nuestros nuevos socios son parias internacionales
En primavera el ministro de Comercio, Liam Fox, visitó Filipinas para negociar un acuerdo comercial con el presidente Rodrigo Duterte y dio una pista de cómo Reino Unido saldría del Brexit “más fuerte, más justo, más unido y más abierto al exterior”. Duterte ha animado públicamente a la población civil a matar a drogadictos y vive la carrera de ensueño que yo he estado alimentando desde primaria, básicamente convertirme en un paria internacional.
Al mismo tiempo, Theresa May estaba en Arabia Saudí como parte de un esfuerzo más amplio del Gobierno para reforzar la posición comercial de Reino Unido tras el Brexit. Estando allí, se negó a condenar los bombardeos en Yemen liderados por Arabia Saudí, aunque se calcula que han matado a más de 10.000 civiles y desplazado a más de tres millones de personas.
Una siniestra reencarnación del Doctor Maligno
Lee las siguientes declaraciones de Michel Barnier con un siniestro acento y acariciando un gato imaginario. “Si te gusta andar en las montañas, primero tienes que aprender una serie de normas”, afirmó poco después de que May volviese de un viaje de senderismo por el Parque Nacional de Snowdonia para anunciar unas estúpidas elecciones anticipadas. “Tienes que aprender a poner un pie delante del otro... Tienes que tener resistencia porque podría ser una ruta larga”.
¿Soy yo o eso suena a Moriarty amenazando indirectamente a Sherlock en las Cataratas de Reichenbach? ¿Planea Barnier asesinar a nuestra primera ministra con un pico para el hielo mientras pasea por los Alpes cantando alegremente con su esposo clon de Woody Allen?
¿Cuánto miedo da el jefe negociador de la UE? En los viejos tiempos, the Sun habría satirizado sin misericordia su apellido. ¿Os acordáis cuando se la pegaron al expresidente de la Comisión con su 'Up yours, Delors' —acompañado de un gesto ofensivo con los dedos—? ¿Pero se han atrevido a llamarle 'Barmy Barnier' [Chalado Barnier] en mayúsculas tamaño gigante? No, porque si lo hiciesen probablemente él les respondería. Ese es su poder de intimidación.
Farage está acabado, crucemos los dedos
También hay buenas noticias. Gracias a los deprimentes resultados electorales del Ukip, ya no tendremos que volver a utilizar la frase “vaya, Paul Nuttall está otra vez diciendo tonterías en en la radio”.
Además, Farage, su predecesor, se ha dado cuenta de su verdadera vocación: no es defender el Brexit con la posverdad, sino arrodillarse y besarle el culo a Donald Trump cuando lo tiene cerca. Ha dicho que Trump es “increíble” y “magnífico” y ha afirmado que tiene “algunas personas buenas detrás de él”, tales como Kellyane Conway. ¿Os acordáis de Conway, la consejera que utilizó el concepto de “hechos alternativos” para justificar las mentiras de su colega Sean Spicer? ¡Menuda vista la de Farage!
Traducido por Javier Biosca Azcoiti