Acorralado, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha aceptado retrasar la propuesta de reforma del poder judicial que quería llevar adelante su gobierno de extrema derecha después de que la destitución del ministro de Defensa, que se oponía a la reforma, desatara una noche de protestas multitudinarias a lo largo de todo el país. El país lleva meses de movilizaciones contra lo que los críticos denuncian como “golpe judicial”.
“No podemos permitir una guerra entre hermanos”, ha señalado Netanyahu en un discurso este lunes, afirmando que someterá la reforma a un mayor diálogo con el resto de partidos. “He decidido suspender el proceso para dar una oportunidad a un mayor acuerdo”. El proyecto se retomará después del receso parlamentario.
“Hay una cosa que no estoy dispuesto a aceptar: hay una minoría de extremistas que están dispuestos a hacer trizas nuestro país... Nos llevan a la guerra civil y rechazan el servicio militar, lo que es un crimen terrible”, ha afirmado Netanyahu.
Este lunes, la formación ultra Poder Judío, liderada por Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional, había adelantado que Netanyahu había aceptado retrasar la reforma judicial hasta después del receso parlamentario a cambio de establecer una guardia nacional.
La declaración de Netanyahu llega tras una de las noches de protestas más multitudinarias de los últimos años, con decenas de miles de personas saliendo a la calle en señal de protesta por la destitución del ministro de Defensa, Yoav Galant, que el domingo por la noche se había convertido en el primer alto cargo de la coalición en hacer un llamamiento público contra la reforma del poder judicial.
“Por el bien de la unidad del pueblo de Israel, por el bien de la responsabilidad, pido [a Netanyahu] que detenga inmediatamente el proceso legislativo”, escribió en Twitter a primera hora de la mañana el presidente de Israel, Isaac Herzog.
Los partidarios de los cambios, que se han querido introducir casi inmediatamente después de que en diciembre entrara en funciones el nuevo gobierno, argumentan que la reforma es necesaria para un mejor equilibrio de los poderes del Estado y para combatir la percepción de que las sentencias del tribunal tienen un sesgo de izquierdas.
Los críticos sostienen que la reforma otorgará demasiado poder a los políticos sobre el poder judicial, al darles una voz decisiva en el nombramiento de los jueces y permitir que una mayoría simple de la Knesset anule casi todas las decisiones del Tribunal. También dicen que podría ayudar a Netanyahu a evitar ser procesado en un juicio por corrupción contra él en el que el primer ministro ha negado todas las acusaciones.
Sorprendido por la magnitud de la protesta contra la reforma, un movimiento que incluye a opositores dentro del ejército y del crucial sector de alta tecnología israelí, el primer ministro ha estado hablando con la oposición en busca de un acuerdo. Pero hasta ahora parecía haber sido rehén de sus socios de extrema derecha, que lideran los planes de reforma y han amenazado con dejar caer al gobierno si no se cumplen sus exigencias.